Jamaica y Cuba en la ruta histórica del Banano

Dr. Alejandro García Álvarez 

Las numerosas islas que integran   los archipiélagos del Caribe presentan notables diferencias entre sí, dadas fundamentalmente por las dimensiones de cada territorio insular,  o las lenguas  habladas por los pueblos que en ellas habitan. Español, Inglés, Francés o las distintas variantes del Creole constituyen ejemplos de una diversidad lingüística originada en sus respectivos pasados coloniales.

1) Introducción

Las numerosas islas que integran   los archipiélagos del Caribe presentan notables diferencias entre sí, dadas fundamentalmente por las dimensiones de cada territorio insular,  o las lenguas  habladas por los pueblos que en ellas habitan. Español, Inglés, Francés o las distintas variantes del Creole constituyen ejemplos de una diversidad lingüística originada en sus respectivos pasados coloniales. En lo referente a la extensión territorial también son notables las diferencias  que existen entre islas como Cuba, con 111 000 Km2 y la de  Jamaica, con solo la décima parte de la extensión que ocupa la primera.

Por otra parte, San Vicente o Barbados tienen individualmente  menos de la mitad del territorio de que dispone Jamaica, mientras que algunas de las Islas de Barlovento, como San Cristóbal, Nieves o Anguila, cuentan solo con 175, 129 y 90 Km2 respectivamente. No obstante, a pesar de estas diferencias, puede afirmarse que son más los puntos de convergencia intercultural que existen entre los países que hoy forman este conglomerado humano, que aquellos que los separan y diferencian.

Independientemente del común y casi olvidado origen aruaco de sus primitivos pobladores, o de la multitudinaria presencia de afro-descendientes entre su población actual, las islas caribeñas han mantenido durante decenas de años prácticas agrícolas y comerciales relacionadas con determinados productos del agro que han servido de fuente de supervivencia, bienestar o enriquecimiento tanto a nativos como a poderosas entidades extranjeras,  originando conflictos e historias  parecidos.

Productos tales como la caña de azúcar, el café, el henequén, los cocos, el jengibre  y el plátano constituyen ejemplos  que sirven para ilustrar esta afirmación. Quizás haya sido este último vegetal uno de los más representativos de tal conjunto, sobre todo teniendo en cuenta la diseminación que su cultivo, consumo y comercialización han  alcanzado a otros territorios de El Caribe hasta la actualidad.1

En este gran conglomerado de islas, los frutos procedentes  de las distintas cepas del plátano han sido tradicionalmente consumidos previa cocción, como fruta fresca, o también convertidos en fruto seco o “higo”, tal y como se hace en algunos lugares del Africa Ecuatorial. 

Todo parece indicar que algunas cepas de plátano pudieron haber llegado a América durante  el siglo XVI, procedentes de las costas africanas,  de las Islas Afortunadas, conocidas hoy como Canarias, o quizás de la atlántica isla de Madeira. Con respecto a su arribo a los archipiélagos antillanos es aceptada la versión de Gonzalo Fernández de Oviedo, quien atribuye al fraile dominico Tomás de Berlanga la introducción de ejemplares de  dicha musácea traídos desde Gran Canaria a la isla de La Española, en una fecha tan temprana como 1516.2  A partir de entonces y hasta la actualidad, los plátanos, crudos o cocinados,  han desempeñado un papel destacado en la dieta de los pobladores de las islas del Caribe.

2) El comercio internacional del banano

Las variedades frutales de plátano mundialmente conocidas bajo el nombre genérico de banano han constituido durante casi dos siglos un preciado  objeto del comercio internacional. El desarrollo de las actividades relacionadas con el cultivo, transporte y comercialización de dicha fruta en el ámbito continental americano favoreció muy tempranamente la organización de redes internacionales destinadas a operar simultáneamente en los mercados de la propia América y también de Europa. En el caso específico de  América Latina y El Caribe, gracias a la actividad bananera  se animaron e incorporaron al flujo del comercio moderno infinidad de territorios insulares y continentales,  parte de los cuales  habían padecido tradicionalmente un gran  abandono por parte de sus respectivos gobiernos, además  de la  falta de capitales nacionales o extranjeros para el fomento de sus actividades productivas.

No obstante, desde la segunda mitad del siglo XIX comenzó a producirse con mucha fuerza la incorporación de varios países de Centroamérica al comercio internacional del banano, lo cual a mediano plazo  hizo pagar a los pobladores de tales territorios el  precio de quedar  sometidos a la explotación del capital extranjero contando habitualmente con la complicidad de los gobiernos locales.

En el mismo contexto histórico en que  la industria y el comercio del azúcar transitaron desde las formas propias del capitalismo de concurrencia hacia la creación de empresas monopolistas, las actividades básicas de la economía bananera; es decir, la producción misma, los transportes, la comercialización  y el crédito fueron concentrándose en manos de pocas empresas que finalmente dieron lugar al surgimiento de algunas entidades económicas que quedaron para el futuro como verdaderos emblemas  del capitalismo en época del imperialismo. Tales fueron los casos de las norteamericanas  United Fruit Co., Standard Fruit Co. y la Atlantic Fruit Co., que en momentos posteriores  se reorganizaron y sustituyeron  sus muy conocidos  nombres por nuevas  razones sociales bajo las cuales operarían con posterioridad.3

La producción, comercio y consumo del banano,  han sido actividades ampliamente practicadas en muchos países insulares y continentales de América; por ello no resulta extraño que mucho de los exponentes de la bibliografía sobre la historia de dicho fenómeno socio-económico tanto a nivel local como a escala internacional, haya provenido de este mismo continente. Es curioso observar que las más conocidas obras que se han escrito sobre  las actividades bananeras de América continental e insular comenzaron a divulgarse bien entrado el siglo XX. El gran control ejercido por las transnacionales sobre algunos países del área durante la primera mitad del siglo XX originó conflictos que durante mucho tiempo se mantuvieron  casi ignorados fuera de los territorios afectados por la acción de las grandes empresas bananeras. Cuando comenzó a abordarse dicha temática como un problema que demandaba un superior nivel de conocimiento sobre las particularidades  de tal proceso histórico, --tanto en los aspectos económicos y organizativos, como en lo social y lo político--, comenzó a generarse una historiografía más abundante, con frecuencia motivada o patrocinada  por los intereses económicos, sociales o políticos involucrados en tales procesos.

3) El objetivo propuesto

En el presente artículo se pretende ofrecer un esquema del comportamiento seguido por la producción y exportación de banano desde Cuba y Jamaica, los dos  territorios caribeños más antiguamente involucrados en tales actividades productivas y mercantiles en toda el área del Caribe, incluyendo desde sus inicios en el siglo XIX, hasta mediados de la década de los cincuenta del siglo XX. Fue precisamente en esta  coyuntura cuando Cuba salió del comercio internacional de dicha fruta y Jamaica logró organizar institucionalmente su sistema productivo y mercantil con el fin de estabilizar la producción  La descripción de sus respectivas rutas históricas   desde los inicios del trasiego bananero en el XIX hasta la segunda mitad del XX, permitirá esclarecer las diferencias entre ambos países y su vinculación a un proceso común relacionado con el desarrollo del capitalismo a escala regional.

4) La historiografía más conocida
    
Entre los primeros y más completos libros sobre el tema bananero publicado en América están los de Frederik Upman Adams, titulado The Conquest of the Tropics. (New (York, Doubleday, Page & Co.,  1914), el de Philip K. Reynolds, The Banana: Its History, Cultivation and Place among Staple Foods. (Boston, Houghton Miffling Co., 1927) y  de Charles Morrrow Wilson, Empire in Green and Gold (New York, Henry Holt & Co., 1947). 

En estas historias del comercio bananero en América, el acento está puesto en la trayectoria empresarial seguida por las primeras empresas bananeras norteamericanas hasta la formación de  la United Fruit Co. y su desplazamiento por América Latina, además de las combinaciones mercantiles y financieras realizadas por ésta en EE.UU.

Los mencionados  libros incluyen  desde los antecedentes más remotos de dichas  empresas hasta los años posteriores a la II Guerra Mundial, así como la explicación de diversos aspectos de su particular modus operandi.  Con un profundo acento puesto sobre la importancia de la United Fruit para el desarrollo de algunos países centroamericanos y la conveniencia que ello tuvo tanto para los intereses empresariales de la misma así como para el progreso de tales países, los autores Stacy May y Galo Plaza, publicaron una especie de apología de la gran bananera  titulada La United Fruit Company in Latin Améric:. Case Study in U. S. Business Perfomance Abroad  (Washington D.C., Nacional Planning Association, 1958).

De particular importancia para conocer y evaluar críticamente el comportamiento de la actividad de las clásicas entidades plataneras y su relación con  la política en Centro, Sur América y El Caribe, es el breve trabajo titulado El Imperio del Banano. Las Compañías Bananeras Contra la Soberanía de las Naciones del Caribe, de Charles. D. Kepner Jr.,  y John H. Soothill, (La Habana, Imprenta Nacional de Cuba, 1961). Aunque no se trata de  obras propiamente  históricas ni publicadas en América, sino de  investigaciones sobre Agrotecnia, también se puede contar entre los libros fundamentales sobre este tema El plátano, de la autoría de Jean Champion (Barcelona, 1968) y el titulado Los plátanos, de N. W. Simmons (Barcelona,  1973).

Ambos libros  incorporan  textos con  datos de interés para la historia del banano en América, especialmente este último, el cual contiene información histórica muy particular para el caso de Jamaica en el siglo XX. Aunque Las transnacionales del banano en Centroamérica, de Frank . Ellis ( San José, Editorial Universitaria Centroamericana, Costa Rica, 1983) es un libro dirigido específicamente al caso de Centroamérica, dicha obra contiene información histórica sobre los orígenes del comercio bananero en dichos países y abre la posibilidad de establecer comparaciones con otros exportadores del área.

En fecha más reciente fue publicado  Banana Wars, Power, Production and History in the Americas; en este libro sus editores Esteve Striffler y Mark Moberg (London, Duke University Press, 2003), reunieron un conjunto de trabajos acerca de la producción y consumo de banano, tanto  a nivel global como en lugares específicos del Caribe y de Centroamérica, intentando abarcar desde los orígenes mismos de dichas actividades, hasta los años ochenta del siglo XX.

5) Cuba en los orígenes del comercio bananero

La falta de correspondencia que existe entre la importancia que en distintas épocas llegó a tener la exportación de guineos o bananos desde Cuba hacia los puertos de Norteamérica, y  el débil registro  que sobre dicho tema ha existido en la historiografía americana hasta  la actualidad, probablemente  obedecen a la desaparición total de las actividades productivas y comerciales relacionadas con la exportación  del banano en  La Mayor de las Antillas, desde principios de los años cincuenta del pasado siglo XX. 

Quizás por la misma razón también ha existido una  falta de tratamiento de este tema por parte  la historiografía nacional cubana, y también por causa de que la producción y el comercio de exportación de los frutos de esta musácea siempre tuvieron un escaso peso proporcional en comparación con otros renglones de  exportación más importantes para  la economía nacional.

Del mismo modo, puede considerarse como otro factor influyente en el escaso interés que dicho tema ha tenido por parte  la historiografía, el hecho de que  la localización de las actividades productivas exportadoras relacionadas con dicha fruta se mantuvieron localizadas en una particular franja costera de la región norte-oriental de la isla.  Finalmente, también puede señalarse como un factor negativo más con respecto  al mantenimiento exitoso de las actividades productivas y exportadoras del banano en Cuba,  la ausencia  de una política oficial de orientación y protección relacionada con  las mismas.

En este aspecto debe señalarse que los intereses locales relacionados con tales actividades económicas nunca estuvieron  significativamente representados en las distintas instancias de los poderes centrales de La Nación. No obstante, en una parte de la bibliografía  americana sobre la historia bananera  del Continente, siempre aparecen registrados eventuales embarques de esta fruta que no ofrecen dudas sobre el inicio de la exportación de bananos desde Cuba, aunque generalmente estos aparezcan  mostrados como hechos muy tempranos, aislados y faltos de continuidad en el tiempo.4
 
Sin embargo, gracias a los estudios históricos realizados en diferentes épocas por  historiadores cubanos y extranjeros, pueden conocerse con precisión muchos detalles y también algunos análisis globales acerca de la trayectoria que siguieron  las principales  actividades  agropecuarias que se realizaron en Cuba durante   más de cinco siglos. Sabemos que un principio fue la ganadería el sostén de un incipiente  quehacer económico;  después  vendría  el cultivo y exportación del tabaco, actividades ambas que más tarde fueron superadas por el cultivo de la caña, la fabricación de azúcar y, durante las primeras décadas del siglo XIX y después de 1930, por la producción de café.

De manera contraria, todavía son escasas las noticias que se tienen acerca del cultivo y procesamiento industrial de la fibra del  henequén, o sobre la producción y exportación del llamado indistintamente banano, guineo, o plátano fruta. Sin embargo, en el caso específico de la producción y comercio internacional bananero de  Cuba, vale la pena precisar algunas cuestiones que tienen que ver directamente con la falta de tratamiento de este tema por parte de la historiografía más conocida.

Los libros a nuestro alcance  nos informan acerca de las diferencias que han existido sobre  los inicios del tráfico mercantil bananero tanto desde Cuba como de Jamaica hacia los puertos de Estados Unidos de Norteamérica. En el caso cubano los registros son más antiguos, pequeños y eventuales, además de que generalmente aparecen  dispersos entre las noticias que ofrece la bibliografía disponible. La primera referencia que se hace sobre el asunto menciona un embarque inicial realizado por el capitán John N. Chester en la goleta Reynard, en el año de 1804,  -supuestamente desde La Habana-  sin que aparezcan otras noticias que informen acerca de embarques posteriores.5 Sin embargo, se sabe que al menos a partir de 1830 continuaron recibiéndose en puertos norteamericanos cargas de bananos procedentes de Cuba sin especificar cantidades, y no es hasta 1843 cuando aparece  otra información  precisa sobre embarques desde Cuba; en este caso recibidos y consignados a los importadores J. Pearsall de New York.

En tal fecha fue subastada en dicho puerto la insignificante cantidad de 300 racimos, aunque posiblemente desde antes habían sido muy frecuentes, y hasta regulares, las transacciones con este tipo de carga en aquel puerto. A mediados del siglo XIX el comercio bananero realizado desde Cuba ya podía contar con goletas y  clippers  que podían trasladar en cada viaje alrededor de 1 500 racimos de fruta.6

Por consiguiente, a partir del propio año de 1850 puede considerarse que la exportación de bananos desde La Mayor de las Antillas era una actividad que había alcanzado cierta regularidad, sobre todo si también se tiene en cuenta que por aquella época en Baracoa  ya existían varias casas comerciales dedicadas a la exportación frutera, tales como las de Monés y Maury (1843) o de Gómez y Pearsall (1850)7

Todo parece indicar que a partir de la década de los cincuenta  el comercio bananero que había existido desde tiempo atrás entre Cuba y Norteamérica había logrado transformarse en un negocio de  mayor importancia y estabilidad. De todos modos, al margen de  las actividades mercantiles y de transportación que regularmente eran asumidas  por los comerciantes registrados como tales en la propia Cuba, particularmente en Baracoa y Boca de Samá,  puede afirmarse  que al mismo tiempo se mantuvieron transacciones similares entre los patrones de buques que atracaban eventualmente en los puertos de aquella zona de la Isla y los productores y comerciantes locales, con el fin de para adquirir la mercancía bananera mediante trueques y otros tipos de intercambios irregulares.8

Con respecto a una pretendida   historia bananera de Las Américas, puede afirmarse que el trasiego mercantil platanero que existió entre Cuba y EE.UU. durante la primera mitad del siglo XIX debía ser considerado como una especie de pre-historia sobre el tema, o tal vez como una primera época de dicha actividad en el Continente Americano.  

Aunque quizás la falta de registros sistemáticos hiciera suponer  que los embarques realizados desde Cuba entre 1804 y 1850  habían sido eventuales o  realizados a intervalos muy amplios, no hay dudas de que su existencia estaba basada en  actividades perfectamente concertadas entre los comerciantes asentados en puertos de la costa oriental de EE.UU y los de Baracoa, contando para ello  con la mediación de los patrones de embarcaciones que prestaban servicios en dicha carrera, o utilizando barcos propiedad de algunas de las partes involucradas en el negocio.

Queda claro que la concertación reiterada entre dichos factores dotó a  dicho movimiento una cierta estabilidad en el tiempo. La actividad frutera permitió a algunos de los comerciantes bananeros radicados en aquel oriental puerto cubano consolidar sus posiciones  y mantenerse activos durante mucho tiempo.  Sin embargo,  en aquellas primeras décadas del siglo XIX  el todavía reducido volumen que alcanzaban las operaciones bananeras no imponía la necesidad de crear entidades colectivas más poderosas y agresivas en el orden empresarial, ni la organización de redes para el control sobre la producción, el comercio, el transporte o el financiamiento de las operaciones a partir de la todavía pequeña demanda generada en el mercado de EE.UU.

Por entonces el capitalismo aún no estaba lo suficientemente maduro como para transitar hacia  una fase superior en su desarrollo. En el caso concreto de Cuba,  dicho negocio sufrió una interrupción  durante casi diez años ( 1868 - 1878) durante los cuales sufrió el desarrollo de la producción y el comercio bananeros a causa de la Guerra de los Diez Años. Durante aquella década se vieron  bruscamente limitadas sus posibilidades de mantener dicha actividad exportadora desde los puertos de la región Nor-oriental, sobre todo porque  muchas de las acciones militares, expediciones y desembarcos de armas  relacionados con aquella primera guerra por la independencia, tuvieron lugar precisamente en las  zonas plataneras del país.9

Esta sería la primera ocasión en que se arruinaría el negocio bananero de Cuba por causas ajenas al mismo. No obstante, una vez terminada la guerra tuvo  lugar una rápida recuperación y un salto en el desarrollo local de dicho sector. Nuevos intereses relacionados con el cultivo y comercio del banano a mayor escala  se hicieron presentes en las zonas de Samá, Banes y bahía de  Tánamo. Mediante la formación de la Boston Fruit Company entre 1888 y 1890, se logró la integración de un conjunto de intereses de comerciantes y navieros radicados en EE.UU. con un grupo de entidades propietarias de plantaciones en el territorio nacional cubano que eran controladas en su totalidad por la familia Dumois.10

El ensanchamiento de las áreas de  producción y la introducción de recursos técnicos como el ferrocarril en Banes y los teleféricos en la zona de Baracoa convirtieron el área nor-oriental de Cuba  en el polo emblemático de la exportación bananera de la isla, el cual en su conjunto logró exportar entre seis y siete millones y medio  de racimos cada año.11 Sin embargo, en el último quinquenio del siglo XIX, la exportación bananera de Cuba resultó nuevamente afectada a causa de la Guerra de Independencia  que tuvo lugar entre 1895 y 1898.

En aquella coyuntura no solo las plantaciones fueron severamente afectadas, sino también las instalaciones destinadas a la transportación, almacenaje y embarque de la fruta. Como consecuencia de dicha situación, la  participación de Cuba en el comercio bananero internacional  quedó reducida considerablemente, mientras que al mismo tiempo se incrementaba en el resto de los países productores de América. Esta fue la segunda ocasión en que el negocio bananero debió afrontar en Cuba un estado de ruina total.

6) El primer tipo de banano comercializado internacionalmente

Una particularidad  adicional en la historia bananera de Cuba consiste en la identificación del tipo de producto que fue exportado por la isla durante la primera época de existencia de dicho tráfico en América. Los racimos de bananos que durante más de medio siglo fueron  enviados desde Cuba hacia algunos  puertos de la costa Este de EE:UU. correspondian a una cepa o clon   que  en la actualidad está totalmente  desechado en el comercio bananero internacional, considerándose su cultivo casi como una curiosidad.

El nombre genérico de guineo con que generalmente se  conoce el plátano en Las Antillas y particularmente en la región más oriental de la isla de Cuba, hace pensar en un probable origen guineano de este; al igual que también lo es  el nombre de banano por el que ha llegado a conocérsele a nivel internacional. Por consiguiente, es aceptable la idea de que los plátanos  pudieron llegar a Cuba desde distintos lugares de las costas africanas. Por los datos disponibles se conoce que los más antiguos embarques de banano realizados desde La Mayor de las Antillas hacia EE.UU. eran de un tipo de plátano identificado particularmente como indio, morado o plátano de Santa Bárbara.

En aquella época  éste era comercialmente llamado banano de Cuba, cuban red o, simplemente red. De corteza satinada y roja, esta variedad de plátano o guineo tiene la particularidad de sufrir una maduración más lenta que otras cepas o grupos de plátano frutales, y por ello podía soportar en mejores condiciones físicas la lenta navegación  de  épocas anteriores a la existencia de los clippers  y  barcos de vapor.12 Teniendo en cuenta esta cualidad y la falta de conocimiento acerca de la existencia de alguna otra cepa que contara con superiores condiciones como objeto del comercio, es comprensible que su empleo en los embarques realizados desde Cuba se mantuviera casi hasta principios de la década de los ochenta, momento en que comenzó a utilizarse en el comercio bananero un nuevo clon.

7) Jamaica se incorpora al comercio bananero

Para el caso de la vecina  Jamaica existe información pormenorizada sobre los primeros años de tráfico mercantil bananero desde aquella isla hacia los puertos de la costa oriental de EE.UU., especialmente al de Boston. Tres son las causas que aparentan fundamentar la existencia de un diferente nivel de información sobre Jamaica en comparación con el caso cubano. 

La primera de ellas tiene que ver con la incorporación mucho más tardía de  la vecina isla al tráfico bananero internacional. Los acontecimientos que tienen que ver con dicho proceso ocurrieron en  fechas más avanzadas en el tiempo, además de que la secuencia de los mismos está  más directamente relacionada con la situación posterior y, muy particularmente con el surgimiento de los monopolios en este sector. 

Para conocer los inicios del comercio bananero desde Jamaica, los estudiosos del tema han tomado en cuenta un momento preciso y un hecho particular relacionado con una personalidad histórica que desempeñaría un papel importante en la formación de la primera gran entidad dedicada a la  transportación y el comercio platanero  en el Caribe; la cual, mediante posteriores reorganizaciones, lograría  extenderse hacia varios  países centroamericanos.

De este modo, los orígenes del negocio del banano en Jamaica pueden relacionarse directamente con  la trayectoria que siguieron desde sus orígenes las primeras grandes empresas dedicadas al cultivo y transportación de la fruta hacia EE.UU. y Europa. La mayor parte de la bibliografía que trata sobre la historia del comercio bananero en América suele tomar como punto de partida o hecho pionero del comercio internacional de dicha fruta, el registro de un pequeño embarque de 160 racimos de plátanos que llegó a Jersey City en 1870, procedente de Puerto Antonio en Jamaica,  el cual fue conducido por un marino que operaba habitualmente en aguas del Mar Caribe y costas continentales, en busca de cargas que pudieran ser aceptadas en los  puertos norteamericanos en  que este solía atracar.

Se trata del viaje  considerado un tanto providencial  el  realizado en aquel  año por el capitán Lorenzo Down Baker en su goleta Telegraph.13  Según los apologistas de este hecho, y a pesar de los claros antecedentes sobre la existencia previa de un comercio bananero desde Cuba hacia EE.UU., se afirma que fue el capitán Baker quien casi descubriera el banano como posible fruto del comercio internacional. Sin embargo, la verdadera importancia del hecho es que con este personaje histórico se dieron los pasos iniciales para que se desatara un rápido proceso  concentrador del comercio con dicha fruta, gracias a las actividades realizadas con posterioridad por el avispado marino.

En este caso puede considerarse como una innovación de gran trascendencia el inicio del mercadeo con una nueva cepa de plátano: la conocida como gros michel. Las gestiones organizativas de aquel negocio se realizarían en  dos de las acciones más conocidas del mismo.

La primera de ellas tiene que ver con el estímulo a los cultivos en busca de una mayor escala en el comercio de la fruta, contando para este propósito con las con plantaciones que el propio capitán Baker   estableció en la isla de Jamaica y mediante el concurso de infinidad de pequeños cultivadores independientes.

La segunda dirección consistió en la asociación directa con  una compañía naviera  que facilitara la transportación del producto al puerto de Boston, lugar donde se encontraba la contraparte mercantil encargada de la distribución de la fruta. La rápida carrera de Baker facilitó  la incorporación de Jamaica a la producción  de plátanos para la exportación a una escala superior a la que hasta entonces había sido conocida y, además propició  la formación de varias sociedades destinadas a la transportación y comercialización de la fruta en gran escala.

Sus actividades como hombre de negocios  le condujeron sucesivamente a formar parte de la Standard Steam Navigation Co. (1876) y la  Boston Fruit Company (1885),  empresa esta última que años más tarde pasaría a formar parte de la emblemática frutera United Fruit Company (1899). Con el apoyo de Baker y la navegación a vapor, Jamaica alcanzaría grandes éxitos en el cultivo y exportación de bananos en las décadas finales del siglo XIX colocándose esta isla en el primer lugar como exportadora de de dicha fruta a EE.UU., principalmente a los puertos de New York y Boston.14

8) El banano  más demandado
 
Los plátanos trasladados por el capital Baker desde Puerto Antonio (Jamaica) hasta Boston, eran de color distinto a los que usualmente eran embarcados desde Cuba hacia EE.UU. Sin embargo, teniendo en cuenta la proximidad geográfica entre ambas islas caribeñas, es difícil suponer que aquellos frutos hubieran sido totalmente desconocidos  tanto en La Mayor de las Antillas como en el propio mercado norteamericano. No obstante, puede afirmarse que  los bananos conducidos desde la vecina Jamaica siempre se correspondieron con  la variedad conocida como gros michel,  la cual  probablemente sería la  que mayor difusión lograra alcanzar en los mercados  fruteros durante el medio siglo siguiente.

El origen del mencionado clon se sitúa en el Sudeste asiático e Indonesia, lugares desde donde fue conducido por un oficial naval hasta el jardín botánico de Saint Pierre en la caribeña isla de Martinica, a principios del siglo XIX. Se sabe que desde allí fue trasladado a Jamaica por Jean Francois Pouyat entre  los años de 1835 y 1836. De aquí provienen los bautismos iniciales de plátano pouyat o de martiniqueño, a los cuales se le agregó después el de gros michel  que le ha identificado hasta la actualidad.

Se supone que este tipo de plátano también fue trasladado a Cuba por un supuesto capitán Johnson en la primera mitad del propio siglo, razón por la cual también se le conoce  en esta isla como guineo o plátano Jonhson.15 Entre las ventajas de este producto como objeto del comercio se reconocen su atractiva apariencia amarilla en su madurez, así como el tamaño y forma de la fruta, además de la exuberancia de los racimos y su resistencia a los descuidos en la manipulación, característica esta última muy apreciada en tiempos en que se practicaba una estiba sin protección o embalaje.

Sus debilidades estaban dadas por la rapidez de su proceso de maduración  y la poca resistencia a un hongo popularmente identificado como mal de Panamá.16 Con el apoyo de esta variante del plátano-fruta Jamaica quedó fuertemente afianzada a la producción y exportación de bananos, hasta convertirse en el principal abastecedor del creciente mercado norteamericano.

9) El mercado americano al final del siglo XIX

Como resultado de la gestión mancomunada de comerciantes y marinos, y del trabajo agrícola de productores independientes y peones asalariados, la producción, transportación, comercio y consumo del banano llegaron a constituir un conjunto de actividades sumamente prometedoras para los países involucrados en dichos quehaceres durante las décadas de los ochenta y noventa del siglo XIX .

Como muestra de ello puede afirmarse que por aquellas fechas  en  los puertos norteamericanos se tenía una alta demanda de la fruta y estaban en capacidad de  recibir entre doce y dieciséis millones de racimos de bananos anualmente. Con la excepción de Nueva Orleáns, que era el puerto receptor de los más de cuatro millones de racimos procedentes de los países de Centroamérica, los puertos destinatarios de la fruta exportada desde el Caribe eran los de Baltimore, Philadelphia, Boston o Nueva York. 

Aunque Boston era el puerto privilegiado para recibir el banano de Jamaica, también en los muelles de New York solía descargase más un millón de racimos provenientes de dicha isla y además  un  millón y medio embarcados desde Cuba. En la década final del siglo XIX, ninguno de los países de América Central  que posteriormente fueron incorporados a la producción bananera, tales como Costa Rica, Guatemala, Honduras y Panamá, lograba alcanzar exportaciones superiores a los 2,3 millones de racimos por año; sin embargo, por esa misma época Cuba y Jamaica eran capaces de producir y exportar individualmente  a EE.UU.,  entre seis y ocho millones de racimos cada año.17

10) Auge y decadencia de la  exportación cubana de banano en el siglo XX

Al igual que el resto de los pobladores del Caribe, la ingestión del plátano o guineo en sus diferentes formas ha estado ligada estrechamente a la alimentación de los cubanos; por ello es que desde tiempo  inmemorial y hasta la actualidad, el cultivo de las distintas variedades de plátanos ha formado parte de  sus prácticas agrícolas. Sin embargo,  la producción del guineo en Cuba con destino a la exportación constituyó un episodio lleno de altibajos durante el pasado siglo XX.

En las décadas  finales del siglo XIX algunas poderosas compañías fruteras habían establecido sus respectivas bases de operaciones, alianzas comerciales y rutas marítimas  en La Mayor de las Antillas, la Guerra de Independencia (1895-1898); sin embargo dicha conflagración provocó nuevamente la ruina casi total el negocio frutero. Terminada la contienda, la recuperación del  nivel de producción que se habían alcanzado con anterioridad a la misma solo pudo lograrse  en  un 50%.18 Pero al comenzar el siglo XX  la situación de Cuba sería distinta.

A causa de las ventajas arancelarias otorgadas por los norteamericanos al azúcar cubano a partir del tratado de reciprocidad comercial firmado entre Cuba y EE.UU.  en 1903, la producción y exportación azúcares logró atraer el mayor interés de los capitales nacionales y extranjeros en la isla, determinando la elección de dicho producto como el principal objeto de las  inversiones de capital. Este también fue el camino seguido por recién fundada bananera United Fruit Company a partir de su creación en 1899.

Con un sagaz sentido de la oportunidad, en este mismo año dicha empresa inició la erección del central Boston en el área platanera de Banes y más tarde,  en 1907, la transformación de  su enclave frutero del entorno de la bahía de Nipe en otro poderoso central azucarero: el Preston.19 El marcado interés de las empresas y los productores agrícolas en la producción de caña de azúcar hizo que los recursos humanos y de capital se trasladaran hacia este sector, motivando el que se redujeran a la mitad  las exportaciones de plátanos desde Cuba durante la primera década de crecimiento azucarero del siglo XX, la cual transcurrió entre  1904 y 1914.20

Apenas tres años después de esta última fecha y como consecuencia de la entrada de  EE.UU. en la Primera guerra mundial, a las anteriores circunstancias se añadió la decisión del gobierno de EE.UU. de poner la totalidad de los buques mercantes  que cubrían la ruta de Cuba a la disposición del transporte de azúcares desde la Isla.

El resultado inmediato de todo este proceso  fue la reducción de la exportación bananera cubana desde un total de 2,6 millones de racimos en 1914, hasta un poco más de 800 000 en 1918. En condiciones tan favorables para el azúcar y a la vez poco estimulantes para el negocio bananero, no es de extrañar que el camino seguido por la frutera Atlantic Fruit finalmente llegara a ser el mismo que años antes había adoptado la United Fruit.

En tal coyuntura la Atlantic también decidió aquella la  construcción de un central; en este caso el Tánamo, el cual inauguró en el año de 1921. Aunque durante el resto de la década de los veinte la exportación bananera cubana recuperó sus moderados niveles de principios del siglo, alrededor de cuatro millones de racimos, las posibilidades de incrementar las exportaciones desde la isla comenzaron a verse muy favorecidas a causa de las situaciones adversas que debieron afrontar algunos de los principales países suministradores de plátanos al mercado norteamericano.

Durante los años de la Gran Depresión que se inició en 1929 se redujo considerablemente la demanda en dicho mercado, provocando la caída de los precios del plátano. Al agravamiento de la situación contribuyeron algunos conflictos sociales y políticos,  fenómenos meteorológicos severos y además la difusión de las enfermedades del plátano; todo lo cual llegó a afectar gravemente  la capacidad productiva de algunos de los principales países exportadores de Centroamérica  y la ampliación de un significativo espacio sin cubrir en la demanda del producto, la cual fue rápidamente fue cubierta por proveedores quizás menos afectados en aquel momento, como Cuba o Brasil.

De este modo, la época dorada del banano en la Isla fue reeditada,  extendiéndose hasta finalizar la década de los treinta, con 8 millones de racimos exportados en 1937. Fue precisamente a partir de esta última etapa de auge, y durante la siguiente década, que la exportación nacional de la fruta comenzó su declinación final, salvo dos breves repuntes en los años de 1945 a 1947.21

Puede afirmarse que al inicio de la década de los cincuenta  ya la producción local del banano estaba herida de muerte. Durante los años anteriores, las plantaciones de guineos se habían concentrado en la zona de Baracoa, la más oriental del país, en áreas inadecuadas para el cultivo de la caña de azúcar, por lo tanto muy abruptas y mal comunicadas, y además ya contaminadas por el  llamado mal de Panamá , todo lo cual motivó que la situación se hiciera especialmente difícil para los productores.

Aunque el gobierno central de la isla inicialmente intervino para ofrecer alguna orientación a los productores mediante sus  instituciones más idóneas, finalmente dejó en manos de los propios productores  la solución de los problemas, creando así una situación de desamparo total para intentar la recuperación de dichos cultivos. La declinación de la producción llegó a su límite inferior en el año de 1954 señalando el final de las exportaciones del frutal guineo desde la isla de Cuba, después de transcurrido siglo y medio de  haberse iniciado dicha  actividad a partir de su territorio. 

11) Las exportaciones bananeras  de Jamaica durante el siglo XX

Como ya se conoce, al finalizar el siglo XIX la exportación bananera de Cuba se hallaba por segunda vez en quiebra total como consecuencia de la guerra que finalmente había conducido  al país a la separación de España. En esas mismas fechas y en contraste con esta situación, en la vecina Jamaica se alcanzaban cifras que rebasaban los ocho  millones de racimos por cosecha. 

Al comienzo del siglo XX esta posesión colonial británica no solo suministraba plátano al mercado norteamericano como lo había venido haciendo durante el último cuarto del siglo anterior, sino también, y de manera preferente, a Europa, mediante la exclusiva gestión de Elders  & Fyffes,,  entidad mercantil que  apenas diez años después terminaría convertida en subsidiaria de la United Fruit. Bajo estos auspicios, desde fecha tan temprana como 1901, la travesía entre Jamaica y el puerto de Bristol fue modernizada  mediante la incorporación de buques refrigerados, tal y como un par  de años después comenzaría a hacerlo la United Fruit Co.22 

El mantenimiento de la situación de dependencia  de Jamaica con respecto a la Comunidad Británica desempeñó un importante papel  con respecto al  posterior proceso de desarrollo de las actividades bananeras de esta Isla, gracias a la influencia ejercida por los mecanismos de la administración central británica sobre la política mercantil que se debía seguir  en la propia isla y por las medidas de protección establecidas en aquel mercado europeo.  De este modo, Jamaica pasó de ser un moderado abastecedor de banana a  EE.UU. y Europa., a convertirse en un gran exportador de dicha fruta al Reino Unido y otros lugares de Europa.

No obstante, durante las tres primeras décadas del siglo XX  las  exportaciones de plátano a Norteamérica  todavía se mantuvieron como un rubro  importante para la economía jamaicana, a la par de los embarques que se realizaban al Reino Unido, Europa o Canadá.  Por entonces  una sola compañía, la United Fruit, unida a su subsidiaria Elders & Fyffes, mantenía el control de una gran parte de las operaciones de compra y embarque de la fruta jamaicana.

Sin embargo, dicho monopolio frutero y naviero mantuvo sometida a sus intereses  la estabilidad de la población campesina dedicada a la producción bananera en la Isla, creándole con ello una situación de inseguridad y dependencia con respecto a la venta del producto. Durante aquellos primeros treinta años del siglo tuvo lugar una verdadera lucha por quebrar tal monopolio, sobre todo  a partir de que  entraran en Jamaica otros intereses bananeros, como los de Joseph Di Giorgio mediante la Atlantic Fruit Co.(1903), devenida en Atlantic Fruit & Steamship Co. a partir de 1910, y posteriormente la Jamaican Fruit & Steamship Co. (1919-1924), entidades casi siempre formadas con la participación de  plantadores locales.23

Finalmente, la organización de la exportación de plátanos de forma independiente a  la United Fruit, solo fue lograda con el concurso del gobierno británico mediante la creación de la Jamaican Bank Producer´s Asociation en el año de 1929. Pero precisamente a partir de la fecha de fundación de esta última entidad, comenzaron a manifestarse un conjunto de dificultades para el funcionamiento exitoso de la actividad bananera posterior.

Entre estas dificultades estuvieron la gran crisis de la economía mundial capitalista que comenzó precisamente ese mismo año; la imparable presencia del   mal de Panamá en las plantaciones de la isla; los huracanes de 1932, 1933 y 1935; además de una gran sequía en el año de 1933. No obstante, en 1932 fue reorganizada la mencionada asociación  para convertirse en una verdadera compañía comercial dirigida al provecho de los cosecheros jamaicanos. El resultado de esta medida, unido a las preferencias arancelarias otorgadas por el gobierno británico en 1936, favoreció la participación de  Jamaica en el suministro de fruta a aquel mercado. 

Durante los años de la II Guerra Mundial quedó interrumpido provisionalmente el trasiego bananero entre Jamaica y Europa, y como consecuencia de ello pudo ser quebrado el monopolio que sobre la producción y la comercialización de la fruta había estado ejerciendo sobre Jamaica la United Fruit durante casi cuatro décadas.24 A partir de entonces   los embarques y la comercialización del banano jamaicano y el de las también británicas Islas de Barlovento comenzaron  a realizarse bajo contratos globales con el Ministerio  de Alimentos del Reino Unido.

De este modo, hasta 1953 la producción fue adquirida totalmente por el mercado británico a precios  previamente acordados entre el gobierno y los cosecheros de la isla. Una vez creada oficialmente la entidad titulada Banana Board  en el propio año de 1953,  las compras globales del producto, que hasta entonces se habían concertado entre gobierno y los productores, fueron suplantadas  por contratos entre dicha entidad, los productores representados en la  Jamaican Producer´s Asociation  y la  empresa norteamericana que todavía se mantenía como principal transportadora del banano jamaicano: la United Fruit & Steamship Co. La concertación de las actividades correspondientes a las tres entidades haría posible el funcionamiento estable del sistema productivo y mercantil bananero en aquel territorio. 25

Otra cuestión de interés en el caso jamaicano a partir de la crisis originada por la enfermedad del plátano,lo constituye la sustitución del clon conocido como gros michel por una nueva cepa de plátano titulada Lacatán. Como consecuencia de las afectaciones sufridas por la producción local a consecuencia de la expansión del mal de Panamá, se hizo indispensable la introducción de un nuevo clon más resistente a esta enfermedad y cuyos  frutos pudieran ser aceptados por los consumidores  de las Islas Británicas y Canadá.

Al finalizar la década de los cincuenta y ya desaparecida Cuba como abastecedora del mercado bananero internacional, Jamaica alcanzaría una aceptable estabilidad en su producción de fruta, además de lograr la organización de los cosecheros en una gran cooperativa y la concertación de los precios mediante negociaciones previas realizadas con independencia de las grandes embarcadoras de banano. De este modo, la acción mancomunada del gobierno británico, los productores  y la administración local, lograrían dar carta de permanencia a la industria jamaicana del banano para el resto del siglo XX. 26 

12) Conclusión

Como es conocido, en las décadas finales del siglo XIX y durante las primeras del  XX, se incrementó el consumo de bananos a nivel internacional. A partir de ello, el cultivo y la exportación de dicha fruta logró ganar terreno y extenderse hacia un número mayor de países centroamericanos e islas  caribeñas, hasta estar presente en la casi totalidad de dichos territorios. Sin embargo, como se ha explicado antes, en dos de las islas identificadas como parte de las Antillas Mayores: Cuba y Jamaica,  la producción y exportación del  plátano fruta  ya había venido realizándose intensamente durante la mayor parte del siglo XIX.

Esto dio lugar a que aparecieran dos versiones  con respecto al lugar preciso del ámbito caribeño en que comenzaron a realizarse las exportaciones de banano hacia los puertos situados en la costa oriental de EE.UU. Los relatos que refieren a tal acontecimiento pionero lo han situado en alguna de estas dos ínsulas caribeñas,  y en momentos perfectamente diferenciados.

Durante el siglo XIX la exportación cubana de la fruta se vio seriamente afectada en dos ocasiones como resultado de las acciones militares que tuvieron lugar en las zonas productoras durante las guerras de independencia. Por otra parte, aunque los territorios de Cuba y Jamaica  permanecieron en una  situación de dependencia colonial durante la totalidad de aquel mismo siglo, ya en los inicios del XX Cuba se había logrado convertir en una república totalmente independiente de su antigua metrópoli. Esto marcó diferencias muy profundas  en el tratamiento de la cuestión bananera por parte de sus respectivos gobiernos, especialmente  en los  momentos de crisis por los que atravesó la economía bananera durante el siglo XX. Dichas diferencias condicionarían el rumbo seguido por dicha actividad en cada uno de ambos  territorios productores y exportadores de la fruta. 

En el caso de Jamaica, la intervención del Estado logró  la protección de la economía bananera y ayudó a su gestión mercantil, favoreciendo la continuidad de dichas actividades durante las restantes décadas de de aquel siglo. De manera diferente, en el caso de Cuba, la falta de un verdadero apoyo gubernamental motivó el debilitamiento progresivo de la actividad bananera con destino  a la exportación y con ello la salida definitiva de Cuba como abastecedora del mercado internacional del banano.

Bibliografía

  1. Ejemplos de esto lo constituye la incorporación de algunas de las Islas de Barlovento al comercio bananero, ver: Slocun, K., “Discourses an Contradiscourses in the Globalization of St. Lucian Banana Industry”, y Grossman, L. (Eds.), “The St. Vincent Banana Grower´s Association Contract Farming and Peasentry”, ambos en Striffler, S. y M. Moberg, Banana Wars. Power, Production, and History  in the Americas. London, Duke Universiy Press, 2003, pp.254-255 y 290-293 . Sobre este asunto ver también: Grossman, L., The Political Ecology of Bananas. Contract Farming, Peasants, and Agrarian Change in the Eastern Caribbean. The University of North Carolina Press, Chapel Hill, 1998.   
  2. Simmons, N. W., Los plátanos. Barcelona, Editorial Blume, 1966, (Instituto Cubano del Libro, ) p. 330.
  3. Raynolds, L. T., “The Global Banana Trade”, en: Striffler, S. and M. Moberg, op.cit.,  pp.26-27.
  4. Para acceder a  un conocimiento más amplio sobre esta actividad agro-mercantil en el caso específico de Cuba,  ver: El guineo banano, de E. de las Cuevas Morillo, (Baracoa, Impresora, 1935), y  La costa cubana del guineo. Una historia bananera, de A. García Álvarez, (La Habana, 2008). Otras publicaciones nacionales abordan la producción y tráfico bananero en Cuba, aunque solo de manera tangencial. En este caso están Banes: imperialismo y nación en una plantación azucarera, de A. James (La Habana, 1976) y de Varios Autores,  La United Fruit. Un caso del dominio imperialista en Cuba (La Habana, 1976)
  5. Reynolds, P. K.,The banana: Its History, Cultivation and Place among the Staple Foods. Boston, Houghton Miffling Company, 1927,  p.39.
  6. Morrow Wilson, Ch. Empire in Green and Gold. New York, Henry Hort and Co. 1947, p. 25
  7. De las Cuevas Morrillo, E., El guineo-banano. Baracoa, Imp. “La Crónica”, 1935, pp. 16-18.
  8. García Álvarez, A. La costa cubana del guineo. Una historia bananera. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 2008, p. 50.
  9. García Álvarez, A., op.cit.,  pp. 68-73.
  10. James, A., Banes: Imperialismo y nación en una plantación azucarera. La Habana, Editorial de ciencias Sociales, 1976, pp.58-61 y Varios Autores, La United Fruit. Un caso del dominio imperialista en Cuba. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1976, pp. 46-52. 
  11. Entre 1891 y 1895, las exportaciones bananeras de Cuba  solían superar ampliamente los seis millones de racimos. Las cifra máxima fue alcanzada en 1892, con 7.663,531 racimos. Ver: García Álvarez, A. Op. Cit.,  pp. 82 y 98.
  12. Simmonds, N. W., Op. Cit.,  pp 99-100
  13. Wilson, Ch. M., Empire in Green and Gold. New York, Henry Hort and Co., 1947, pp. 17-22.
  14. Ibid., pp. 22 ,23, 34 y 35.
  15. Simmonds, N. W, op.cit., , p. 93.
  16. Champion, J. El plátano. Barcelona, Editorial Blume, 1968 pp.151-153.
  17. Ellis, F., Las transnacionales del banano en Centroamérica. San José, 1983, p. 41 y García Álvarez, A. , Op. Cit. Anexo Estadístico I. 
  18. García Álvarez, A. Op. Cit. pp. 97-98.
  19. Varios Autores, La United Fruit. Un caso del dominio imperialista en Cuba. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, pp. 99-102.
  20. Durante estos diez años la producción de azúcar de Cuba creció hasta un 142%, mientras que la de banano destinado a la exportación, se redujo al 54%. Datos de García Álvarez, A, Op. Cit. Anexo Estadístico I y Moreno Fraginals, M.,  El ingenio,  La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1978, tomo III, Cuadro III.
  21. García Álvarez, A. Op. Cit., Pp. 139-140 y Anexo I.
  22. Simmonds, op.cit., p. 335.
  23. Kepner, Ch, D y J. H. Soothill, El imperio del banano. Las Compañías Bananeras contra la Soberanía de las Naciones del Caribe, La Habana, Ediciones Especiales, 1961, 91 y 95. y Simmonds, N. W. op. Cit. Pp. 342-343.
  24. Grossman, L. S., The Political Ecology of Bananas. Contract Farming, Peasants, and Agrarian Change in the Eastern Caribbean. The University of North Carolina Press, Chapel Hill, 1998, p. 38.
  25. Raynolds, L. T., op.cit., , pp. 27-28.
  26. Simmonds, N. W. p. 343-344.

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