La arqueología en el estudio de la religión y el arte en el Caribe Prehispánico

Dra. Lourdes S. Domínguez

El Apóstol cubano José Martí  expresó,  en su trabajo de finales del siglo XIX,  llamado NUESTRA AMERICA, lo siguiente:
*… la historia de América, de los Incas acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia, nuestra Grecia es preferible a la  Grecia que no es nuestra. Nos es más necesaria……* (Marti,1984). Han sido pocos los estudios  sistemáticos  sobre religión y arte en  la comunidad aborigen caribeña, ya que son pocas las obras que se encuentran  en la historiografía actual  sobre esta tematica.

Podríamos  citar algunas,  como las realizadas por José Juan Arron, (1975),   que parte de los manuscritos del Fraile Ramón Pané y que posee un excelente análisis de esta crónica; las realizadas por Manuel Antonio García Arévalo (1989), con apreciadas valoraciones teóricas sobre las colecciones  del Museo de Hombre Dominicano y las colecciones del Museo de la Fundación García Arévalo, ambos en  República Dominicana; las de Dr. Don Ricardo Alegría (1978) , pionero , en estas cuestiones en  Puerto Rico y el Caribe,; y  las del  Dr. José Manuel Guarch,   Ramón Dacal   y  la autora, que  han sido  desarrolladas a partir de  las colecciones cubanas, analizadas conjuntamente con las caribeñas.

La sistemática de esta investigación, como toda producción que se interesa por la  religión o el arte,   debe objetivarse en las manifestaciones de una  cultura, en este caso se hará sobre la cultura Aruaca insular y  se efectuará a partir de  metodologías específicas expuestas en las obras de Mirimanov (1980), Kagan (1989), en el caso del arte  y de  Mircea Eliade (1959), Levi-Strauss (1972),  Houtart (2006), para la religión. Como veremos en la bibliografía de consulta hemos tomado criterios de otros autores, los cuales estarán señalados convenientemente.

Estos grupos humanos tienen su espacio en el  llamado Caribe Insular, que se conforma de las llamadas  Antillas Mayores y Menores, partiendo de una cronología que oscila en unos 3,000 años antes de nuestra era, provenientes de América del Sur, de las llamadas Tierras Bajas, que conforman hoy el norte de   Colombia, Venezuela y Brasil, además de las Guyanas. (Alegria,1984),

Cuando los descubridores y colonizadores europeos llegan  a nuestras playas caribeñas los grupos agroalfareros de origen Aruaco poblaban estas tierras de forma sedentaria, practicaban la agricultura como principal actividad económica y poseían un lenguaje y  una cosmogonia  concreta. Obras recientes, coinciden en plantear que las fuerzas productivas de éstos grupos se habían desarrollado a un grado relativamente considerable, lo que nos permite valorar  sus muestras religiosas y artísticas, a partir de un prisma mas ventajoso.

Los arqueólogos a partir de las evidencias materiales encontradas y  que se han conservado, siempre  han observado manifestaciones de carácter  artístico en la investigación de esta sociedad; pero, como consecuencia de las técnicas propias de la profesión, se han analizado, en especial, a partir  del estudio de los  materiales, de las formas de construcción, y su distribución espacial,  sin entrar en el análisis metódico de factores de importancia que permitan  la verdadera comprensión del arte y la religión, en la iconografía de este Caribe antiguo.

De todas formas la labor realizada ha permitido a los especialistas acumular cierta cantidad de información, lo que hace posible distinguir el estilo de la plástica agroalfarera de distintas zonas de  Cuba , tales como Maisi, o  la cerámica de las Lomas de Maniabón en Holguín, o de  Morón o de la costa sur de la isla de Cuba,  entre Casilda y Cienfuegos; igualmente, los petroglifos y pictografías que  se agrupan por áreas y por etapas de  confección en  la comunidad aborigen de todo el Caribe, atendiendo, también a sus diversos estilos y diseños.

Así como  áreas especiales dedicadas posiblemente al culto como la del Centro Ceremonial de Caguana en Puerto Rico, o los bateyes de Tibes, también en esta isla. De este tipo también encontramos zonas como las de Higuey y de Altos de Chavón en la Isla de la Española, o sea República Dominicana.

O también materiales muy específicos como lo son las  cerámicas de excepción de Altos de Chavón en República Dominicana, o los materiales de Hacienda Grande en Puerto Rico o la cultura Iganeri en la Isla de Vieques,  expresiones todas  de las Antillas Mayores o  Menores. de este llamado Caribe.( Dacal y Domínguez,1998).

En general, estas obras pueden estar  confeccionadas  en los siguientes materiales, la  concha de caracol marino, hueso humanos o de animales, piedra de diferentes conformaciones, madera procedente de árboles preciosos, y en el barro, el cual posee gran versatilidad. También pueden aparecer en grabados y  también pintadas en paredes y formaciones secundarias de múltiples espeluncas.

Todas   estas manifestaciones consideradas como arte,  se han venido empleando como elementos definitorios y característicos de esta actividad en  de las comunidades primitivas del Caribe.

No se trata de que el arqueólogo desconozca que hay arte en algunas de las evidencias materiales que colecta y estudia,  en realidad la arqueología inicia su camino, inmersa en obras de arte, en  Pompeya o Herculano,  en Altamira o Lascaux, en  Bonampak o Sechin, impusieron e imponen esta vertiente, pero los avances internos de la disciplina arqueológica, los métodos que le aportan otras ciencias y las características propias de la comunidad primitiva que habitó el Caribe, han inclinado la balanza hacia estudios tecnotipológicos, ecológicos y socioeconómicos.(Guerra,2006).

Es necesario agregar que, en buena parte del Caribe, la influencia de arqueólogos norteamericanos han sido notables, entre ellos  Irving Rouse, sobre todo por sus iniciales trabajos en Haití en 1938, que orientaron por muchos años los estudios cerámicos hacia el método empleado por él; James A. Ford con su cronología cultural de 1962,  que no solo llego a Cuba, sino a extensas áreas de la América del Sur-, Betty Meggers y Clifford Evans que desarrollaron el método Ford y le impusieron un matiz biológico. Además de éstos, hay que contar con Gordon R. Willey, cuyos estudios en el Perú, publicados en 1953, con sus ideas sobre patrones de asentamiento, han tenido una gran ascendencia sobre distintos investigadores caribeños.

Estos trabajos dieron un pensamiento y una acción a la investigación  arqueológica inicial,  que se estaba realizando en el Caribe antes de 1966; pero hace algún tiempo que se ha comprendido las limitaciones de sus métodos,  especialmente en su aplicación en la esfera de la interpretación histórica, por cuanto no sobrepasan los marcos impuestos por el positivismo filosófico, pero no negamos sus aportes.( Dacal y Rivero,1986).

Por todo lo anterior, creemos que, al considerar  la vida en la comunidad primitiva en general y en particular la de las Antillas, desde el punto de vista del materialismo histórico, se tiene que ver a ésta como producto y consecuencia del trabajo  del  hombre, de su modo de producción,  y del desarrollo de  sus sociedades y lo  que éstas conforman, teniendo en cuenta sus diversas manifestaciones, una de ellas el arte, reflejo de su mundo, lo que unido a las formas mas tempranas de la magia y mito, constituyen la base de las incipientes ideas religiosas.

En realidad, no solo los arqueólogos relegaron el arte más antiguo de Cuba y de las otras islas del Caribe, también poco frecuente ha sido su estudio en los medios especializados, es ahora que vienen a ocupar un lugar en la concepción general de la plástica caribeña y todavía tiene sus olvidos. Y que podemos decir del estudio de las religiones mas antiguas y mucho menos las del Caribe. Son muchos los libros, los estudios de este tema,  pero en casi su totalidad están realizadas las investigaciones en otras partes del Mundo y muy  pocos en América, y dentro de ella siempre las llamadas grandes Culturas  y sus descendientes actuales son los que han recibido  el beneficio de la investigación.

Hablemos de Arte y Religión

Si tomamos las consideraciones del especialista Vladimir Mirimanov, (1980)  que plantea que a la  validación del arte en las etapas más tempranas, en el manejo del mismo  puede llamársele   complejo sincrético cultural primitivo, con lo que,  debemos tener en cuenta y  además  se demuestra,  la existencia de un tiempo libre,  que propicia las condiciones indispensables para la creación artística,   lo  que  unido con las creencias religiosas, ya que éstas son las impulsoras, de cierta manera  se estimula esta clase de actividad superestructural.

Hay que entender el arte en esta etapa a  partir de funciones, ya  que las mismas obras poseen varios planos funcionales que reflejan el carácter sincrético  de la cultura prehistórica que se estudia y como ya  dijimos su valor funcional. De esta manera se puede  proceder a una función ideológica y educativa, lo que  puede llevar a formas de conducta. La función social  puede ser también comunicativa-memorial, permite al hombre  expresar  sus criterios y sus ideas, es la primera y la más evidente al igual que el lenguaje, sencillamente es la necesidad de comunicarse con los otros hombres. (Kagan, 1989).

Cuando la función  que realiza el arte es mágico-religiosa  es totalmente cognoscitiva. Todo este arte primitivo posee indiscutiblemente una función y un principio estético,  donde el estilo, el diseño y la funcionalidad  se expresan claramente,  dándole posibilidades a este hombre Aruaco  de representar visualmente sus creencias y dejarlas plasmadas  para sus generaciones futuras.

El arte como forma de la conciencia social, refleja la base  que lo sustenta, así como  el grado de desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción que permiten su ejecutoria. Estos aspectos, a su vez, nos ayudan a valorar el desarrollo artístico que alcanzaron nuestras comunidades precolombinas,  resultante caribeña que  es bien ostensible en Museos y Colecciones en muchos espacios  del Caribe, y  América en general,  así como  también en Europa.

Estas manifestaciones de la plástica aborigen a que nos referimos y que son considerados objetos de arte,  en su gran mayoria se encuentran diseminados, como ya dijimos, en el Mundo, lo que  nos permite pensar que estos hombres, que fueron capaces de crearlos llegaron a tener una tecnificación excelente, por lo que nos hace pensar que no puede ser una creación fortuita, esporádica o pasajera. Estos testimonios del arte son exponentes fehacientes que al valorarlos reflejan la destreza de artífices avezados y sobre todo a la existencia de formas preestablecidas que se reiteran sistemáticamente como si existiera un cánon de producción, rígido y  certero para  materiales y formas, generalmente movidos por una idea religiosa, ya que es muy difícil encontrarnos, a este nivel socioeconómico , el arte por el arte.

Por ser pueblos alfareros de larga tradición ancestral, utilizaron el barro abundantemente, aprovechando la enorme posibilidad expresiva que permite este material y que en muchas ocasiones se reiteran  en el tratamiento en otros materiales  como por ejemplo , la piedra, tanto blanda como dura, la concha de caracol, generalmente marino, el hueso tanto humano como de animales, la madera con el sin fin de especies preciosas de su medioambiente, la cestería , y los metales, especialmente el oro.

El arte aborigen existe con independencia del conocimiento que se tenga de él, y son las miles de piezas arqueológicas en las que quedaron registradas las concepciones estéticas e ideológicas de nuestros antecesores caribeños, lo que  obligan a considerarlo como parte del estudio histórico de esas culturas arqueológicas. En ellas esta reflejado el panteón que  se requiere conocer para realizar una la valoración religiosa.

En algunos casos, su arte nos lleva a una aproximación del pensamiento mítico, en otro,  a partir de las imágenes creadas,  a inferir cuestiones de su  vida socioeconómica; al mismo tiempo, al asociarlo con otras informaciones dentro del proceso de investigación, es posible adentrarnos en detalles cronológicos y de distribución espacial. (Renfrew y Bahn,1996).

Por otra parte, el análisis de estas manifestaciones permite aseverar que existe una marcada homogeneidad en el estilo y en  el contenido de las obras, sobre todo en aquellas plasmadas en el barro  en que  podríamos decir,  que las mismas obedecen a concepciones tradicionales formadas durante un largo período, que abarca a la vez una vasta región (las Antillas) y una agrupación étnica, (los aruacos) con  un mismo idioma,  lo cual ya ha sido planteado por varios autores, entre ellos el profesor José Juan Arrom.(1973).

Las piezas ejecutadas en los materiales que hemos mencionado, pintadas o grabadas sobre piedra – y en casos muy especiales elaborados en barro- son a nuestro entender, la expresión del principio colectivo, en las  que  se ha dejado las huellas de la mitología tradicional, y en cierto grado, las necesidades de organización requeridas por la comunidad agroalfarera, dentro de un proceso de evolución,  a una  sociedad mas compleja, cuyos rasgos se observan con bastante claridad en las informaciones de los cronistas y en la investigación arqueológica.

Hablemos de Religión y Arte

Si examinamos las ejecuciones más importantes del arte agroalfarero de  las Grandes y Menores Antillas, veremos que muestran, con relativa fidelidad, los elementos  mitológicos que nos relatan las fuentes primarias, especialmente Fray Ramón Pané en su escrito  *Relación acerca de las antigüedades de los indios*. Si tomamos al propio Fraile, éste nos explica  con sus propias palabras,  que entendían estos hombres que se llamaban tainos a si mismos, y  que entendían del mundo:

*… ellos  hablan de sus propias fábulas, como no saben escribirlas, las cuentan y las repiten…..* (Pané, ibidem).

El conquistador europeo, con una visión peyorativa valoró las creencias de nuestros pueblos y sobre todo de sus prácticas religiosas. Nunca las tomó en consideración,  por tal razón se plantea que los aruacos insulares eran pobres  en cultura espiritual.  En la obra de Antonio Steven Arroyo (1988) este  nos dice que estos hombres tenían una religión conformada de acuerdo a su estadio social en la que la representación de *numen* era bien considerada y representada, o sea tenían dioses con funciones y personajes que cumplían con lo necesario para su existencia espiritual.

Si tomamos en consideración los planteamientos de  Curet sobre como el trabajo arqueológico se sustenta  con las crónicas, y llevando a un análisis minucioso, podríamos considerar el escrito de Pane como una fuente primaria de excelente comparación con la realidad que nos brinda la adquisición de elementos exhumados por el trabajo de la Arqueología. Esta es la primera crónica de América, hecha en el momento mismo del encuentro  y podríamos considerarla fresca o no contaminada o por lo menos muy poco contaminada con los criterios partidistas de los restantes cronistas. (Curet, 2006  ).

Desde la existencia de los grupos más antiguos, arqueológicamente se encuentra  el entierro, tanto primario como el secundario, así como también las prácticas funerarias, los tributos funerarios y los abalorios de posesión del muerto, lo que hace inferir que hay concepciones de la muerte de forma compleja, a veces simbólica,  otras veces animistas  o mágicas. Estas formas especiales de tratar a los muertos han sido estudiadas por algunos arqueólogos, pero no ha pasado  de una explicación  de cómo fueron enterrados, su posible orientación y algunas  otras premisas de estos entierros, en cada uno de los estadíos culturales de los indios de las Antilllas. (La Rosa,  2002  ).

Colon dijo en su segundo viaje al territorio antillano:

*…. A unos dioses les tienen más  devoción  que a otros…* (Colon, 1980).

Lo que implica un panteón  diferenciado, con una explicación, como después Pané logró exponer y toda esta historia acompañado de ideas cosmogónicas diversas.(Robiou Lamarche, 1990).

Como ya expresamos en el trabajo investigativo de  La Cueva de Jagua, de Stevens Arroyo, no sólo se concreta una idea acerca de la expresión numinosa, la cual  se desarrolla  dentro del contexto social de los aruacos,  sino de su representatividad en la mitología y en su arte, todo está concatenado, para poder ejercer su función. Su génesis se basa, como en casi todas las religiones a partir del mito de creación, expresado  consistentemente  y bien ordenado a pesar de que Pané nos diga todo lo contrario.

Siguiendo los planteamientos de Eliades (1959)  lo sagrado se manifiesta  como una reacción a lo profano, totalmente  diferente a la realidad natural, este es el mundo religioso en que se desenvuelven los representantes de la  etnia Aruaca  en el Caribe insular. Estamos conscientes de que el mundo  espiritual Aruaco  es mucho mas rico que su mundo histórico, que hasta ahora es  tan cerrado, Del cual aunque se han sacados muchas conclusiones, pensamos que es mucho mas elevado del que conocemos, hasta el presente.

Analizando su panteon nos enfrentamos a dioses o deidades, algunos  de la talla del Padre primigenio Yaya, representante del principio, de la esencia, la causa primera de la vida, es el innominable, su nombre era tabú. Su representación iconográfica expresa el temor al infortunio, signado por la tragedia de haber matado a su hijo,  Yayael.

El  personaje secundario es Yayael,  se nos presenta el mito acuático del diluvio, la representación del mar y los océanos y además los bienes comestibles que de él se sacan, primordiales a estos hombres marineros de excelencia, pescadores y recolectores marinos.

En orden de importancia  se encuentra la pareja divina, Atabey,   madre tierra, Señora madre del Supremo, que por ser tan  importante tiene cinco nombres. Y Yucahú, que tiene solo tres, y que es el Señor de la simiente que posibilita la fertilidad y que representa una alta jerarquía. Es además el Señor del la yuca, (Manihoc sculenta Grantz) principal alimento de este grupo etnico Aruaco.Se nos presenta así, la dualidad, la unidad de los contrarios, fuente de acción que posibilita el desarrollo.

El Deminán Caracaracol, es la línea descendiente de Yayael en importancia y es coincidente con la descripción de Pane y que artísticamente se le presenta con  la joroba contentiva de la jicotea- mujer que les permitirá la procreación. La expresión plástica dominicana lo presenta en una excelente potiza de cerámica que se encuentra en el Museo del Hombre Dominicano.

Al encontrarnos con los petroglifos y tallas labradas en las espeluncas  de la Cueva de la Patana en la región de Maisi, Cuba, podemos apreciar a Macocael, deidad que representa al  guardián convertido en piedra en una de las entradas de la cueva y la gente que lo acompaña, en su guardia,  representada en movimiento, como si fuera una fila  saliendo por la boca  de la cueva, no podemos menos que recordar el mito sobre el origen  de la humanidad de los aruacos antillanos que aparece en la propia Relación de Pané.

Así nos dice el propio Fraile

“La Española tiene una provincia llamada Caonao, en la que está una montaña que se llama Cauta, que tiene dos cuevas llamadas Cacibajagua una y Amayauma la otra.

De Cacibajagua salió la mayor parte de la gente que pobló la  isla.  Esta gente estando en aquellas cuevas, hacía guardia de noche, y se había encomendado este cuidado a uno que se llamaba Macocael, el cual, porque un día tardo en volver a la puerta, dicen que se lo llevó el Sol.  Visto pues, que el Sol se había llevado a este por su mala guardia, le cerraron la puerta, y así fue transformado en piedra cerca de la puerta.”

De esta manera, queda expuesta parte de la tradición de los agroalfareros, narrada a Pane en la Española y convertida en antillana al estar grabada en la piedra de una cueva en el oriente de Cuba.

Encontramos los ídolos con rostros que muestran, claramente, seres vivos, o aquellos que no dejan duda sobre la visión de la muerte; los ojos, dentaduras, orejas, tobillos, columna vertebral, y el  ombligo, que confirma  la presentación antropomorfa con vida. Las piezas en que  se mezclan el hombre y los animales, y los propios  animales de diversas especies entre sí en una misma pieza. Todos están hechos con maestría y no cabe duda sobre su empleo colectivo, además de la sólida preparación técnica del artista que ejecutó la obra y, a la vez, el conocimiento que tenia  el artesano-artista  de los elementos que debían componerla, o sea poseía el conocimiento y  la visión  del mito, representada  por  algún objeto, con un determinado sentido o función  y obedecida,  todo respondiendo  a una necesidad social.

Es posible plantearnos que la comunidad contaba con artistas  que recibían una información específica sobre las formas que correspondían con el pensamiento mítico,  tanto  de los sacerdotes o de  los  behiques, o  con la posibilidad que fueron ellos los autores de este arte. Una prueba histórica de esta última aseveración está en la narración de Pané acerca de cómo se hacen y se guardan los cemíes de madera:

Escribe, el clérigo

“....los de madera se hacen de este modo: cuando alguno va de camino dice que ve un árbol, el cual mueve la raíz y el hombre con gran miedo se detiene y le pregunta quien es, y él le responde llámame a un behique y el te dirá quien soy. Y aquel hombre, ido a susodicho médico, le dice lo que ha visto. Y el hechicero o brujo corre enseguida a ver el árbol de que el otro  le ha   hablado, se sienta junto a él y le hace la cohoba como antes  hemos dicho en la historia de los cuatro hermanos. Hecha la cohoba, se pone de pie y le dice todos sus titulos, como si fuera un gran señor y le pregunta: Dime quien eres, y que haces aquí, y que quieres de mí y por que me has hecho llamar. Dime si quieres  que te corte, o si quieres venir conmigo, y como quieres que te lleve, que yo te construiré una casa con una heredad. Entonces aquel árbol o cemi hecho ídolo o diablo, le responde diciéndole en que quiere que lo haga. Y el  lo corta y lo hace del modo como la ha ordenado. …*(Pane, 1990).

En realidad los pocos trabajos que se han hecho sobre el panteón Aruaco del Caribe Insular  no ha pasado de una inicial relación de deidades y personajes, con algo de los mitos,  los cuales han sido expuestos a partir de sus cortas historias bien  simples,  ya que la  fuente originaria en este caso,   es la relación de Pané, la cual es bien exigua. Algunos Cronistas, como Las Casas, Mártir de Anglería  u Oviedo han aportado algunos datos más y alguno que otro elemento,  que ha aumentado el conocimiento mitológico. Como es lógico no puede exigirse más,  ya que ese no fue el objetivo de Pané,  ni de los otro Cronistas.

Como resultado del análisis de las formas, del estilo y de la información histórica, es posible—y nosotros así lo creemos- que nos encontramos ante un arte con un largo proceso de desarrollo, en el cual como expuso el autor de Breve historia del Arte,  V.  Mirimanov (1980).

*….. El carácter sincrético de la cultura prehistórica y las formas especificas del arte prehistórico permiten suponer que aún antes de que se  formaran las concepciones religiosas, el arte cumplirá ya parcialmente algunas funciones que solo mas tarde construirán determinados aspectos de la actividad mágico-religiosa*.

El arte aruaco no es el arte de una clase, pues éstas no está todavía formada, pero es la expresión de las ideas e intereses que se están gestando dentro de la comunidad primitiva en desarrollo y que se encamina   a  formas más avanzada en  zonas de las Antillas Mayores.(Wood, 1989   y Tabio,  1988  ).

Es oportuno, en esta disertación,  da una designación  de arte y de religión que indique su  enfoque, sobre todo en  su estudio particular; no obstante, tememos que sea  un término poco feliz y  pueda crear confusión y ésto no nos ayudaría en la investigación que es preciso continuar,  por lo tanto, sólo dejaremos sentada su existencia.

Otro aspecto del arte de los agroalfareros aruacos caribeños,  es el referido a las  manifestaciones populares creadas en las vasijas de barro. En ellas se encuentra reflejado un mundo más complejo, más libre; tal como planteó M. Kagan (1989) en su trabajo “El arte en el sistema de la actividad humana” que  concibió:

“... El arte puede ser una forma del conocimiento de la realidad y no pertenecer al mundo de la conciencia; puede, además, ser una forma del conocimiento valorativo, sin constituir una rama de la ideología, puesto que el arte es como un tercer elemento:  la apreciación artística del mundo “.

Dentro de la plástica aborigen, se observa, además del arte que los  caciques y behiques indican y  que representan  una rama de la ideología,  expresiones  que  contienen  infinitos elementos, unos como parte de la tradición y otros como reflejo de artistas del pueblo, que en un proceso de creación, o con mayor movilidad se lleva a efecto en materiales más resistentes y difíciles de trabajar, y  nos dejaron en cambio en  el barro,  un mundo mas influido por la personalidad del creador, que responde a su agrupación social,  y los marca  sin lugar a dudas,  y se conecta con la artesanía.(Dacal y Domínguez,1998).

Como los restos de las vasijas de barro resultan un elemento abundante en los sitios agroalfareros, y los arqueólogos caribeños tienen sistemáticas para este tipo de trabajo,  su estudio posibilita una aproximación  mayor al desarrollo histórico de estas comunidades y lo mas  importante, los artefactos que pueden crearse a partir de   conocer esta   materia prima, las técnicas de su  preparación, construcción, forma, ornamentación y cocción, entendiendo así que son parte destacada del trabajo de los  grupos aborígenes que son estudiadas por los arqueólogos antillanos.

En cuanto al arte, en ellos se exponen, como ya dijimos,  sus manifestaciones aunque sean  más limitadas;  entendiendo así que dentro de un conjunto de fragmentos colectados en trabajos de campo, en general solo un porciento pequeño muestra aspectos artísticos. Esta situación cuantitativa hace que, habitualmente el estudio sobre el arte en las vasijas de barro no se efectúe en el conjunto de las investigaciones de un solo sitio arqueológico sino en colecciones amplias que representen una serie de sitios, en una región,  y así se puede detectar motivos de arte que presentan influencias míticas mas o menos conocidas, la mayoría de las veces  estas influencias se pierden y no se logra nada más que un estudio cuantitativo, que solo lleva a frecuencia de una determinada industria, en esta caso la industria cerámica.

El barro, ya sea en asas modeladas, en motivos aplicados o en incisiones, nos lleva a piezas donde el artesano - artista aborigen, dejó infinidad de formas que, aparte de mostrarnos peculiaridades locales y temporales  especialmente, puede hacernos comprender mejor los procesos internos del arte agroalfarero Arauco, en general.

Por ultimo, pensamos que en el arte Aruaco Insular de esta etapa se dan dos ritmos de expresión, uno mágico, ritual, estable, obediente a necesidades de la jerarquía de caciques y behiques que fue lento en sus cambios; el otro, influido por los mitos, pero actuando sobre objetos que tenían una vida limitada por su uso, en cuya ejecución de tipo masivo intervenían  más de  un artista, una colectividad de fabricantes, de ambos géneros,  que obró con cierta libertad al no estar su obra en función sistemática de las necesidades de la organización social, por  lo que la expresión personal podía dar lugar a variantes en la tradición y formas nuevas.
Creemos  que esta investigación,  a partir de estos conceptos  expresados,  que pueden ser novedosos, esta comenzando, la continuidad sería un reto.

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