Maceo, Martí, Gómez y Crombet en la organización y financiamiento de la expedición de Costa Rica (1893-1895) *

Maceo, Martí, Gómez y Crombet en la organización y financiamiento de la expedición de Costa Rica (1893-1895) *

Dr. Ibrahim Hidalgo

Los vínculos entre Antonio Maceo, José Martí y Máximo Gómez se estrecharon desde la primera visita del Delegado a Costa Rica. El Apóstol había concebido junto con el General en Jefe el proyecto de la nueva etapa preparatoria de la guerra independentista durante los encuentros de ambos en Montecristi y La Reforma, República Dominicana, del 11 al 15 de septiembre de 1892, y la participación del experimentado militar estuvo presente en todo momento como un elemento de importancia decisiva. Las labores organizativas de aquellos meses impusieron a Martí la posposición de su viaje, decidido para fines de abril de 1893 y entorpecido por el alzamiento armado de Purnio y Velazco, en la región de Holguín. Finalmente, anunció la visita para junio.1

Nota 

* El texto que presento es una versión abreviada sobre el tema. Me he visto precisado a suprimir interesante información sobre las dos visitas de José Martí a Costa Rica, así como de las condiciones afrontadas por Maceo en este país. En las notas incluyo las referencias a obras donde pueden encontrarse valiosos datos y observaciones.

Primer viaje del Delegado a Costa Rica. Resultados

El último día de este mes llegó a Puerto Limón, en la costa atlántica del país centroamericano, y al siguiente se encontró con el general Antonio en San José. El objetivo principal del encuentro era poner en conocimiento de este las instrucciones de Gómez para garantizar la parte de la obra asignada a quien poseía la experiencia política y militar, así como los vínculos dentro y fuera de la Isla, indispensables para la incorporación a la lucha insurreccional de la vasta zona oriental.  Martí recibió pruebas de la plena y sincera aceptación por el Titán de Bronce de las instrucciones del General en Jefe, y de la disposición similar de parte de José Maceo, Flor Crombet, Agustín Cebreco y otros, con quienes no pudo tratar personalmente, pero cuyos recados verbales o escritos lo confirmaban.

Por su parte, Maceo expuso a Martí las características del plan concebido para los aprestos de los patriotas radicados en Costa Rica: “no desea expedición grande, ni barco de aquí, ni cree que le acompañen,?ni lo desea,?más que unos cuantos jefes y oficiales escogidos.”2 La Delegación debía apoyarlo mediante el adelanto de la organización en Oriente. El Maestro consideró necesario poco dinero para llevar adelante este proyecto, y estimó que los cubanos de allí podrían sufragarlo en parte con la entrega de fondos al Partido destinados a esta expedición. Sólo dos meses antes, cuando los sucesos de Holguín, aquellos se dispusieron a reunirle $5000 destinados a los preparativos de un grupo que se trasladaría a Cuba, intento abandonado ante la frustración del brote insurreccional.3 Esta cantidad, expuso el Delegado a Gómez, “es como una tercera parte menos de los gastos que pensábamos”.4

Sobre los recursos disponibles debe tenerse en cuenta la opinión de José Luciano Franco, quien señala: “Tanto los Boix y los Pochet, como sus primos Emilio Giró y Odio y Manuel J. de Granda, proveyeron al general Maceo de cuantos auxilios económicos hubo de necesitar para la Revolución cubana.”5 Esta afirmación resulta demasiado rotunda, y no está avalada por cifra alguna, ni por indicación de fuentes documentales. Al parecer, no era tan amplia la capacidad material de aquellos generosos patriotas, quienes contribuyeron en correspondencia con sus posibilidades.

Después de las entrevistas con el Delegado del Partido Revolucionario Cubano, Maceo continuó sus gestiones para transformar las obligaciones directas contraídas por el convenio establecido con el gobierno costarricense en compromisos personales de cada colono con las autoridades, de modo que la posible ausencia del general Antonio no significara la desaparición inmediata de la colonia cubana de Nicoya.6 Paralelamente, y con la ansiedad propia de quien esperaba aquella ocasión, el Héroe de Baraguá se entregó a la organización de los hombres que lo acompañarían en la considerada como cercana expedición a Cuba.

Movilización de las fuerzas

El 12 de noviembre de 1893 Gómez dirigió una circular a jefes y oficiales donde llamaba a la movilización de las fuerzas. A Maceo expresó: “Así pues, General, es urgente que enseguida se ponga Ud. en movimiento como pienso ponerme enseguida y recomendándole mucho la más exquisita cautela y prudencia”,7 aviso que debía comunicar a sus subalternos en Costa Rica y Cuba. Además, se pondría en contacto con la Delegación, proveedora de los recursos necesarios.

Estas órdenes fueron motivadas por informaciones sobre un levantamiento ocurrido en la Isla, en Lajas y Cruces, en la zona central. De modo similar a lo ocurrido en Purnio y Velazco en abril de aquel año, habían recibido órdenes falsas, y sin la necesaria verificación se habían alzado en armas el 4 de noviembre. No obstante, en los momentos iniciales de recibirse la noticia, Martí consideró que debía prestárseles apoyo mediante el envío de expediciones y la orden de alzamiento para Oriente, lo cual comunicó a Gómez en carta del 10 de noviembre. Desde el primer momento contó con el Héroe de Baraguá, como lo expresó a Serafín Sánchez en carta del día 14, donde se refirió a “mi aviso simultáneo y en camino a Maceo”.8 Pero la endeblez de la intentona, concluida con el dominio de la zona por las tropas españolas, determinó el aplazamiento  de la movilización iniciada con espíritu solidario hacia los patriotas de la Isla.9

Martí escribió a Maceo explicándole los detalles de lo ocurrido y asegurándole que no debía esperar precipitación alguna de la dirección del Partido, sino la juiciosa valoración de las circunstancias, “e ir antes de que el enemigo nos espere, y caiga sobre la buena gente revolucionaria”, para lo cual “tenemos allegados los medios, modestos y bastantes”. En la última parte de la misiva se refirió a la muerte de Mariana Grajales, madre del combatiente, la anciana heroica a quien “recordaré con amor toda mi vida”.10 En la respuesta se pusieron de manifiesto el agradecimiento por la mención consoladora a su querida progenitora, la coincidencia de ideales y su reconocimiento a la labor martiana: “Ojalá pueda usted con sus trabajos levantar mi cabeza y quitar de mi rostro la vergüenza de la expatriación de los cubanos y de sumisión al gobierno colonial.”11

Demoras generan inquietudes

El tiempo se convirtió, mucho más que en toda la trayectoria revolucionaria de José Martí, en causa de angustia y tensión. Las cartas cruzadas en esta etapa muestran las demoras existentes en las comunicaciones, con el consiguiente entorpecimiento de las coordinaciones de importantes aspectos de los preparativos insurreccionales. Un ejemplo extremo es el de la misiva de Gómez a Maceo anteriormente citada, escrita en Montecristi, República Dominicana, el 12 de noviembre de 1893, llegada al destinatario el 5 de enero del año siguiente, tras ¡54 días!.12

Tal lentitud explica el entrecruzamiento de cartas donde se repiten ideas y solicitudes de información. El general Antonio respondió a Gómez el 6 de enero: “Con fecha de ayer recibí su oficio de Nov. 12 del próximo pasado año, de cuyo contenido quedo impuesto lo cual comunicaré a mis compañeros de armas”;13 pero observa que no le habían indicado el lugar donde debía tomar los elementos de guerra. Al parecer, creyó conveniente esclarecer lo expuesto, pues sólo seis días después volvió a escribir al General en Jefe sobre la necesidad del señalamiento del punto de desembarco de su expedición, y advirtió que le faltaban solamente las armas y las instrucciones para llegar a tiempo.14 Por su contenido se advierte el desconocimiento de la orden militar enviada por este el 12 de diciembre, “fijando para fines de febrero la época de acción.”15 Maceo comenzó a cumplir la parte que le correspondía, en respuesta a la comunicación de noviembre, a la espera de los recursos necesarios para la movilización y la ayuda para las familias necesitadas.16

La situación de los cubanos de la colonia cubana en Nicoya, y en particular del general Antonio, se fue tornando más difícil desde los inicios del año de 1894, pues ante su negativa de prestar apoyo al proceso político fraudulento promovido por el gobierno se generalizaron obstáculos entorpecedores del cumplimiento de los compromisos económicos de asignaciones y trámites.17 No obstante, la ejecución de los compromisos patrióticos continuó adelante, con la colaboración del Delegado, quien  dispuso para la expedición costarricense 50 equipos de oficial, el doble de los señalados inicialmente.18

Las demoras continuaron. Una carta de Maceo a Gómez del 12 de enero fue contestada 31 días después, el 12 de febrero. El General en Jefe señaló que las instrucciones solicitadas “le serían transmitidas oportunamente, en tanto que va Ud. preparando cautelosamente su expedición,” y a la vez determinaría el punto de desembarco en la región oriental. Se prepararía junto con los expedicionarios, pero sin moverlos hacia la costa, pues hacerlo implicaba gastos innecesarios; y señaló a la Tesorería del Partido como la proveedora del dinero para costear los preparativos.19 La comunicación mencionada no llegaría con la celeridad requerida para aplacar la impaciencia del general Antonio, quien desde fines de 1893 daba cumplimiento a las orientaciones de estar preparado para fecha próxima, fijada posteriormente para febrero, mes que transcurría sin recibir órdenes de ningún tipo.20

El 16 de dicho mes, acicateado por las dudas que  generaba aquella indefinición, escribió a Martí una breve y lacónica carta. En el primer párrafo expresó: “Los vapores van y vienen sin que me traigan la consoladora noticia de lo que pasa por allá a favor de nuestra causa. ¿Creerá V. que no queremos ser de los primeros invasores? ¿Tendrá V. inconvenientes para ocuparse de mi expedición; en lo que se relaciona con los recursos que debe proporcionarme?”21 Estas líneas reflejan el estado de ánimo y las justas preocupaciones del experimentado general. Aunque sus prevenciones estuvieran alejadas de las verdaderas causas de las demoras, las preguntas contienen graves consideraciones, de una parte, con respecto a la apreciación del Delegado sobre la disposición de él y sus hombres para ocupar el lugar de la vanguardia expedicionaria, y, por otra, con respecto al delicado asunto de los recursos para los preparativos en Costa Rica, pues inquiere sobre la existencia o no de inconvenientes para facilitárselos. Se hallaba apremiado por la falta de fondos, pues ocasionaba perjuicios a quienes necesitaba llevar consigo, alejados de sus actividades cotidianas. Y se corría el riesgo de alertar al enemigo vigilante.

El Delegado respondió de inmediato. Dudas e interrogantes como aquellas merecían atención urgente y respuestas precisas: “Jamás, mientras yo tenga mano en nuestras cosas, se pasaría por sobre Vd.,?ni por esos compañeros que amo como Vd. mismo los pueda amar,?ni por una sola de nuestras virtudes se pasaría, por humilde que fuera.” Ante la prevención implícita en el texto precisó: “Nadie ha pretendido, ni pretenderá, pasar por sobre Vd. ni por sus compañeros.” Insistió en consideraciones tanto de orden militar como afectivo que hacían imposible la marginación de un hombre considerado “imprescindible a Cuba”. Consecuente con su posición ética le aseguró: “aborrezco, persigo y ahogo toda injusticia e intriga”,  y le ratificó pocas líneas más adelante: “Descanse, que jamás, mientras tenga yo mano, se prescindirá de Vd.”22

El resto de la misiva abunda en datos y hechos, para concluir: “Explíqueselo todo por demoras fatales de tiempo”, impuestas por la distancia, así como atrasos en los preparativos en Cuba, de donde habían requerido prórrogas. Abordó el delicado asunto de los recursos, pues conocía la reducción de los  $5000 ofrecidos cuando los sucesos de Purnio a sólo $500, por lo que dispuso la asignación a los preparativos costarricenses de cuanto se recaudara en Jamaica y Panamá. Concluyó con la explicación sobre la demora de Gómez, quien esperaba por “la aquiescencia del Camagüey.”23

El Delegado comprendía la actitud de Maceo, “quejoso y aun airado, porque febrero termina y no le llegan detalles”.24 Por una carta de este ?no localizada? se infiere “que se ha preparado para la salida” en respuesta “a la orden fija que recibió para febrero”.25 Las dificultades para la rápida comunicación con Costa Rica determinaban el desconocimiento de la extensión del plazo anterior en respuesta a la solicitud de las principales localidades de la Isla. Debía considerarse que cada aviso infructuoso de cercanía de la acción mantenía alejados del trabajo y la vida familiar a los implicados, carentes de información suficiente, fuente generadora de dudas.

El Maestro recibió de Gómez, a mediados de marzo, la esperada misiva, pero su tema central era la convocatoria a una posible entrevista en Nueva York con Maceo y Martí. Este la consideró inconveniente, pues pondría sobre aviso al enemigo,26 como señaló al general santiaguero, a quien informó de la situación en la Isla y expuso lo riesgoso del encuentro, como había señalado a Gómez, a quien confiaba ver pronto en República Dominicana. Estas líneas no fueron suficientes para calmar la que denominó “hermosa impaciencia” de Maceo,27 quien continuaba los preparativos revolucionarios.

A pesar de las advertencias del Delegado, Gómez estuvo en Nueva York del 8 al 21 de abril.  Compartió ideas y preocupaciones con Martí, y fueron analizados cada uno de los pormenores de los preparativos bélicos. Al partir, satisfecho de los avances alcanzados, el jefe de la rama militar dejó algunas encomiendas al Apóstol, una de las principales era transmitir a Maceo los acuerdos y precisiones tomados, y en cuanto a recursos le dijo a este: “a eso va Martí, después que ya aquí lo hemos calculado todo.”28

El general Antonio necesitaba apoyo material para llevar adelante sel proyecto, pues cada vez era más difícil su situación política y económica en Costa Rica.29 Para asegurar sus propiedades en aquel país se dispuso a organizar una Compañía Anónima con un gerente, y dividir el capital en acciones, de las cuales le corresponderían $60000, aunque no en dinero físico, sino por el valor total de sus bienes en Costa Rica. A un amigo le aclaró, con cierta ironía: “Con todo lo que le digo de negocios, si no logro vender algunas acciones de las mías, saldré más arrancado que una piñuela.”30

Segunda visita de Martí. Actividades inmediatas

El 5 de junio de 1894 arribaron a Puerto Limón Martí y Francisco Gómez Toro, hijo del General en Jefe, quienes dos días después se encontraron en San José. Visita llena de emociones, como el encuentro de Panchito con Maceo, y la entrevista del Delegado con José y Flor, en Puntarenas; y de trascendentales acuerdos entre el Héroe de Baraguá y el Delegado.

Entre los múltiples asuntos de imprescindible atención, uno requirió ser tratado con delicadeza política y rigor táctico: el “plan demasiado vasto y lento,?con la ayuda hoy, inquieta e insegura, de Eloy Alfaro”, quien ofreció a Maceo desviar hacia Cuba un contingente de nicaragüenses y colombianos; noble proyecto de espíritu latinoamericanista, como todos los del bravo ecuatoriano, pero contra el cual se alzaban el tiempo, la prudencia, las probabilidades de realización y “los costos y lances de la preparación de tan dudosa empresa”.31 El general Antonio quedó convencido de la imposible incorporación de aquella propuesta a los planes ya concebidos.

Martí solicitó la colaboración material de algunos patriotas a quienes consideraba con posibilidades económicas para aligerar la situación afrontada. Por todas partes encontró la voluntad de ayudar, y obtuvo más de lo previsto, tanto en Costa Rica como en Panamá y Jamaica, “sin súplica excesiva, sin dolor de la dignidad, con gozo de los contribuyentes.”32 Como ya había prometido, estos recursos serían destinados a la expedición preparada por el Titán de Bronce, pues de ellos dependían la movilización de los combatientes, la ayuda para sus familiares, el envío de comisionados a Cuba, los gastos calculados y hasta los imprevistos de última hora. Para tales atenciones, de acuerdo con el plan acordado, recibiría una primera parte, destinada a quienes desearan enviar sus familias a Jamaica, y la segunda mitad le llegaría en los días de la movilización hacia la costa.33 El dinero era imprescindible, y al parecer en Costa Rica se carecía de las fuentes seguras para alcanzar el monto calculado. El viaje del Delegado a Jamaica y Panamá se proponía obtener colaboraciones.34

En comunicación a Maceo, Martí le dio a conocer sugerencias que le hiciera Crombet durante sus conversaciones, pero  todos los detalles “quedaban enteramente en manos de Vd.”, afirmó.35 A Flor le había explicado el plan, “diciéndole que a Vd. quedaba la dirección total y absoluta de lo que hubiera  de hacerse aquí”; y sus ideas las “he dejado para que Vd. las converse y decida”.36 Sobre las propuestas de utilizar el puerto de Tortuguero y construir allí una embarcación, “a Vd. toca decir si le parece bien o no.”37 Nada había aceptado ni arreglado con el brigadier, “a quien digo que converse de todo esto con Vd. y que yo le escribiría a Vd. sobre su proposición, como lo hago. Vd. verá.”38 Incluso una sugerencia personal de Flor a Loynaz, en tanto implicaba la salida de este de San José, debía ser consultada con el Héroe de Baraguá, como le señaló al joven patriota: “Si conviene o no,?véalo con el General”; y a este le dijo: “en eso Vd. le aconsejará lo conveniente.”39

No quedaba duda alguna: el jefe con quien quedaban comprometidas todas las decisiones era el general Antonio Maceo. Así lo comunicó a Gómez,40 y ratificó al Héroe de Baraguá el envío de un vapor seguro y armamento para 200 hombres, a la vez que expresaba: “no le permitirá a la fortuna atentados ni abandonos ni desdenes contra Vd. ni abusos de su nombre, ni más peligros para Vd., que el que todos a la vez corramos.”41 Poco después insistió en este punto: “La embarcación llenará sus deseos […] nadie irá poco seguro, ni irá nadie más seguro que Vd.”42

La decisión para comenzar las operaciones militares dependía de Gómez. No obstante la demora del máximo jefe, el 7 de julio el Delegado comunicó a Costa Rica que los hombres debían estar listos, pues creía muy cercano el momento de la acción: “no parece que […] pueda durar en terminarse más de un mes desde la fecha.”43   Maceo, por su parte, había activado sus fuentes de información en la región oriental, donde los comisionados se desplegaban desde meses antes, llevando a cabo las tareas encomendadas por quien conocía a la perfección la disposición de los hombres del territorio.44

Pero no fue hasta la primera semana de septiembre cuando Martí recibió las esperadas cartas de Gómez, “demoradas por mes y medio sin vapor directo de Santo Domingo”.45 Le contestó extensamente, informándole sobre la situación en Cuba, y en cuanto a Costa Rica le incluyó una carta de Maceo, quien junto con Flor “sólo por la orden de marchar aguardan”. A estos les había contestado “en consecuencia, para que continúen dispuestos.”46 El mismo día, 8 de septiembre, ratificó al general Antonio los acuerdos concertados, y como los gastos se duplicaban por todas partes le pidió hiciera “economía milagrosas”, sin temor a que en su momento “lo suyo irá como desea”.47 El sábado siguiente, día 15, le explicó las dificultades afrontadas para enviarle los fondos solicitados, pues durante cuatro días buscó quien pusiera dinero en aquel país, por cable o carta, hasta finalmente remitirle “$1000, moneda de Costa Rica girados a Eduardo Pochet”,48 cuyo equivalente en dólares era de $434.75.

Estas comunicaciones debieron cruzarse con la de Maceo a Gómez donde le exponía una duda de gran trascendencia que podía influir en la marcha futura de los acontecimientos: “abrigo el temor de que se obedezca entre Ud. y Martí a las intrigas de mala ley que han de estar elaborando nuestros enemigos con ayuda de gente floja del país.”49 Por el tono de la comunicación, se aprecia su estado de ánimo en medio de las tensiones provocadas por la ausencia de una decisión largamente esperada y la carencia de información razonada sobre las causas de la demora. El General en Jefe contestó, el 30 de septiembre, no sin antes señalar que la misiva había llegado a su poder con notable atraso ?más de un mes?. Para disipar toda interpretación errónea, expuso con mesura que ni él ni Martí “podemos nunca obedecer a sugestiones antipatrióticas de dentro; ya todo eso es demasiado conocido para que nos dejemos embaucar.”50

Nuevas órdenes. Nuevos aplazamientos

Una de las causas del evidente disgusto del Héroe de Baraguá era la reiterada posposición de la fecha de inicio de las operaciones. En cada ocasión en que avisaba a sus subordinados se veía precisado a realizar gastos de diversa índole, en ocasiones con urgencia, como se deduce de la solicitud por cable de entregar $200 a Francisco Mendiola Boza, con el envío por esa cantidad de un giro contra la Tesorería, que finalmente efectuó el pago el 25 de septiembre.51

Muchas interrogantes debieron surgir, en medio del aislamiento y la ausencia de amplia información sobre los aplazamientos, plenamente justificados, pero cuyas causas, de entramado complejo y de características a veces turbias eran desconocidas en sus interioridades por el jefe de la expedición de Costa Rica. Al referirle a Gómez los apremios de Maceo, el Maestro dio muestras de comprensión hacia su impaciencia, “por no haberle yo revelado los detalles de Vd. y la Delegación, más que lo que en justicia se requería para su confianza y movimiento.”52 No se trataba de dudas con respecto a la discreción del experimentado general, sino la aplicación consecuente de la compartimentación rigurosa de la información sobre los trabajos realizados, hasta entonces tan necesaria frente al espionaje sutil y la vigilancia constante del enemigo, como puede apreciarse en las comunicaciones de las autoridades españolas donde se refieren a confidencias y delaciones.53

El 22 de septiembre de 1894, Martí informó al jefe de la expedición en Costa Rica que “para [mediados de octubre] esté absolutamente listo, porque parece imposible que deje de ser para entonces”.54  Sin embargo, en comunicación al general Gómez dos días más tarde, al parecer se había concertado un pequeño cambio, pues expresó que el veterano santiaguero estaría listo para la fecha fijada “que a sus instancias repetidas y en vista de la unánime situación presente, señalo para fines del mes de octubre.”55 Esta fecha fue comunicada a Camagüey, La Habana, Las Villas y las demás comarcas, y el Delegado señaló que las expediciones podían “caer en fin de octubre.”56

Pero el General en Jefe introdujo un nuevo cambio, esta vez por un tiempo más dilatado: “del 15 de Noviembre en lo adelante y a la mayor prisa todos nos debemos mover.” A Maceo, en particular, le precisó: “esta carta, que puede muy bien ser la última desde aquí, constituye la orden de moverse que Ud. desea.”57 Resulta imposible precisar cuándo llegaron a su destinatario esta misiva y otra de contenido similar remitida al Delegado. No debieron recibirlas en breve, pues tres días después de la fecha de su redacción, Martí informó a Maceo haber regresado de la Florida, “de ajustar de nuevo lo de la acción”,58  y reiteró su espera por Gómez para echar a andar.

Con el paso del tiempo, aumentaban los compromisos del general Antonio. Según relata José Luciano Franco, trasladó algunos de sus más cercanos colaboradores desde Nicoya a San José, y a otros hombres los urgió a preparar las condiciones personales y familiares pues la partida se acercaba. La escasez de fondos lo cumpulsó a solicitar nuevamente fondos a la Delegación.59 Martí le contestó el 13 de octubre, y sin referirse directamente a la petición, en breves líneas le explicó la necesidad de atenerse a los gastos previstos, a la vez que comparó lo asignado a Gómez, al parecer alertado por comunicaciones anteriores en las cuales el general Antonio reflejaba preocupación por ir a Cuba en condiciones de inferioridad con respecto a las otras expediciones: “Lo que allá empleo ya Vd. es exactamente lo que, según nota previa, pidió, y ha empleado Gómez por su parte.” Y le recomendó dejar a mano alguna cantidad para las necesidades previsible de la partida: “Déjeme reservas como en el caso de él; lo poco restante para los momentos de Vd. de última hora.”60

Pero Maceo insistió en lo apremiante de sus necesidades, como se deduce de la carta del Delegado del 20 de octubre, donde le anunció la remisión por giro de $200, y a la vez le advirtió: “reservando lo que queda de su parte pa. la labor a bordo.”61 Al parecer, Martí se percató de la situación del jefe expedicionario en el país centroamericano, y por primera vez le explicó extensamente algunos detalles de las causas, ajenas a su responsabilidad, de la demora en emitirse la orden de inicio de las operaciones. “Dependo de Gómez, pa. echarlo todo a la vez,” le dijo.62 También era la primera ocasión en que el Delegado informaba al General en Jefe, con cifras puntuales, los envíos de recursos al Héroe de Baraguá realizados en los últimos meses, en una extensísima comunicación fechada el mismo día en que escribió a este.

Se refirió a lo recaudado en San José, donde obtuvo cerca de $2000 oro americano que “no podía yo sin ofensa, aunque los dejé sujetos a mí, emancipar de la administración de él; que en su expedición y sus hombres los había de emplear.”63 Esta cifra no aparece consignada en las partidas de “Ingresos” del Libro de Actas de la Tesorería n el período de junio a octubre de 1894, ni en fecha posterior,64 por lo que en correspondencia con las palabras del Delegado, esta suma quedó en manos del jefe expedicionario, quien ante urgencias de fondos solicitó $450, “a tiempo que llegaba un giro de él por $200 más”; por último, una nueva demanda por $200, remitidos por giro.65 Las cantidades enviadas totalizaron $850.

El Delegado consideraba riesgoso continuar las remisiones, pues los fondos del Partido Revolucionario Cubano se hallaban abocados a responder a necesidades inaplazables y urgentes, sin contar con fuentes seguras para reponer lo utilizado. Era tal la angustia del Maestro a fines de octubre, a solo pocos días de la fecha indicada por el General en Jefe ?15 de noviembre? que dirigió una petición a Eduardo Hidalgo Gato, por “$5000 que sé de atrás que me habían de faltar, y que me faltan”.66 El industrial cubano no hizo esperar al Apóstol más que los días transcurridos en recibir la misiva, y el 2 de noviembre contestó afirmativamente. Sólo recriminó al remitente “porque me ha escrito Vd. con demasiados argumentos”.67

Atentado. Consecuencias. Plan de alzamiento

No parece casual, dada la red de espionaje tendida en Costa Rica por los enemigos de Cuba, que el 10 de noviembre ocurriera el atentado contra Maceo. Siete días antes, Martí le había explicado los motivos de las demoras, “las prórrogas que sin mi voluntad han venido causándose”,68 solicitadas por los complotados de la Isla. Informó al general Antonio los intentos de determinados sectores de Camagüey y Oriente para demorar la guerra, aplazarla con fechas imprecisas, trama que había ido desenredando hasta develar las intenciones de quienes pudieran responder sólo a intereses propios, pero también ser espías, conscientes del daño ocasionado. Faltaban pocos días para la fecha indicada, pero en modo alguno debía haber precipitación mientras existieran aquellos fenómenos disociadores: “Todo a la vez, y ni Vd. ni nadie sacrificado antes, o de vanguardia riesgosa. Esa es la única espera.”69

Quizás unas horas antes del atentado a Maceo, Martí contestó un cablegrama de este, quien había solicitado $1500, no disponibles cuando se hallaban abocados a los grandes gastos comprometidos por el ya cercano envío de las expediciones y el alzamiento armado en Cuba. Le indicó que, como había sido concebido, en la embarcación a Costa Rica serían remitidos fondos con los cuales se cubrirían los gastos, y le cablegrafió: “cierre negocio seguridad absoluta pago momento realización”,70 pues no se debía adelantar dinero por servicios acaso innecesarios en la partida.

Para alarma de todos, llegó de Costa Rica la noticia sobre la agresión perpetrada por una turba de españoles extremistas, quienes habían herido al general Antonio por la espalda.71 La indignación se generalizó en las emigraciones y la Isla. El Apóstol le remitió un cablegrama, y ante la ausencia de respuesta y las posibles necesidades del herido, decidió girarle $200.72

Sin cumplirse aún el mes del criminal proceder del enemigo, el 8 de diciembre de 1894 fue firmado el Plan de Alzamiento, enviado a los comprometidos en la Isla por intermedio de Juan Gualberto Gómez. Siguiendo las reglas de la compartimentación, en el trascendental documento no se mencionan las expediciones, aunque se afirma: “toda la colaboración [de afuera está en marcha]”.73 Sólo los conocedores del proyecto en su conjunto tenían la certeza de la existencia de los tres grupos preparados para desembarcar. A estos hizo referencia el Delegado en carta al general Gómez, a quien manifestó la necesidad de tener una alternativa en el caso de la expedición de Costa Rica, la cual “quedó sin intriga alguna, de tal modo trabado que naturalmente ha venido, e inevitablemente, a caer en Flor por si Maceo, por la herida o la persecución, no pudiese ir.”74 La concepción militar de Martí se manifestó en la previsión de contar con un sustituto, quien ocuparía la posición del jefe en caso de necesidad imperiosa. Los otros dos grupos de hecho lo poseían, aunque no figuraban como tales, pues Carlos Roloff podía ocupar el puesto de Serafín Sánchez y Mayía Rodríguez el del general Gómez. En el texto martiano se precisa que Crombet asumiría la responsabilidad en caso de surgir una situación comprometedora. Considero que entre estas se hallaba la posibilidad de que el general santiaguero afrontara complicaciones en su salud, después del reciente atentado, o la necesidad de ocultarse ante el riesgo de hacer fracasar todo lo alcanzado, por la  efectividad del espionaje y la vigilancia constantes,75 sin descartar la posible actuación del gobierno de aquel país ante presiones diplomáticas de España.

La tan esperada orden de alzamiento había llegado cuando la situación económica para el jefe expedicionario se hacía cada vez más tensa. En los primeros días de diciembre, en medio de los apremios por la supuesta cercana partida, expuso al Presidente de la República las razones por las que había acudido a los tribunales de justicia, pues hacía más de un año reclamaba el cumplimiento del convenio firmado.76 Pero estos y otros muchos asuntos quedaron aplazados. De inmediato ordenó a los futuros expedicionarios el alistamiento final de sus preparativos para el traslado al punto que se les indicara. Algunos abandonaron totalmente sus labores habituales, y el general Antonio atendió sus necesidades con los fondos del Partido y las contribuciones de varios cubanos radicados en el territorio. Al grupo de Crombet, en Matina, y a los destacados en Moin les envió los recursos imprescindibles.77 Además, dispuso la entrega de una parte del dinero a los familiares de quienes sin esta ayuda quedarían totalmente desamparados.

El Delegado se comunicó con el Titán de Bronce a mediados de diciembre para informarle sobre la remisión del Plan de Alzamiento a la Isla, con una aclaración pertinente: “no revela el de las expediciones, y se ajusta en plazo y lugares a él.” Le anunció el viaje de Alejandro González a Costa Rica junto con Patricio Corona, recién llegado de este país con la finalidad de servir de práctico de la embarcación, el Amadís ?asignado en aquellos momentos para transportar al grupo?, y quien llevaría consigo “alrededor de $1000 en oro, para encarar,?que no lo creo necesario?cualquier dificultad.”78 A este dinero se sumarían $2000 en moneda costarricense que giraría días antes de la partida, dedicados al desplazamiento de los hombres al punto escogido. En el barco iría todo lo requerido para el traslado de los expedicionarios y las armas hasta el lugar escogido de la costa oriental cubana, una vez llegados a su cercanía.79

Poco después escribió de nuevo a Maceo, lleno de optimismo porque el barco destinado a su expedición saldría ese día, 25 de diciembre. Las demoras había afectado un tanto los fondos, por lo cual Corona llevaría sólo “$500 en moneda de oro americano”, cantidad igual a la suya para el viaje a emprender junto con el General en Jefe y Mayía Rodríguez. El giro por los $2000 en moneda costarricense seguramente le llegaría con anterioridad a “esta última carta.”80 El mismo día expuso a Crombet, de modo más sintético que al jefe del grupo de Costa Rica, el plan a ejecutar y le pidió: “salve la expedición o le ayude a Maceo a salvarla” manteniendo ante el capitán y la tripulación del barco la ficción de que iban a recoger varios trabajadores para trasladarlos a las minas de Mantell ?seudónimo adoptado por Martí para encubrirse? en Cuba y a algunos amigos del supuesto propietario de origen inglés. Previsor, con la mente puesta en los posible contratiempos, propuso una alternativa para preservar las armas “si no pudiese el yacht salir de ahí”;81 en tal caso, con el dinero en manos de Alejandro González debía llevarse la expedición en una goleta. Con similar recomendación para el hipotético caso previsto escribió al jefe de la expedición el 4 de enero de 1895: si no pudiera salir la embarcación, las armas y provisiones podrían trasladarse “en una goleta que pueden fletar con el oro que para ese objeto […] lleva a mano… [Alejandro].” La misiva concluía con una manifestación de la coincidencia de objetivos patrióticos y de sentimientos fraternales: “Siempre estaremos en la misma parte en la pelea por levantar a los cubanos al decoro de la libertad.”82

Fracaso del plan. Ajustes angustiosos

Pero el 10 de febrero, luego de recibir una delación, las autoridades yanquis desarticularon todas las combinaciones.83 El fracaso afloraba por doquier. Martí temió por las consecuencias no sólo para quienes se hallaban comprometidos en el hecho, sino para el inicio de la guerra. Y un temor mayor: la posible pérdida de credibilidad del Partido Revolucionario Cubano ante los conspiradores de la Isla y las emigraciones, así como de los amplios sectores confiados en la política previsora de los dirigentes patrióticos.

Sin embargo, el efecto resultó diametralmente opuesto al esperado. El estupor inicial fue seguido de manifestaciones de entusiasmo ante la capacidad organizativa y el potencial en barcos y equipamiento bélico ocupado, según reportaba la prensa de la época. En la generalidad de los revolucionarios creció la convicción de las posibilidades de llevar a cabo el levantamiento insurreccional. Al abatimiento causado por la enorme pérdida material siguió un nuevo período de actuación del Delegado y sus más cercanos colaboradores. Juan Gualberto Gómez comunicó la disposición favorable de la Isla, y el Maestro trazó nuevos planes inmediatos. Nunca como entonces la personalidad histórica de José Martí creció sobre sí misma, superando sus enormes contribuciones al movimiento revolucionario. Trazó con mano de estratega político-militar los nuevos pasos a emprender, y agilizó las comunicaciones con Cuba. $2600 del Tesoro del Partido fueron dedicados a los inaplazables trámites judiciales para intentar el rescate del material bélico incautado por las autoridades estadounidenses.84

Una vez concluidos los nuevos ajustes con la Isla para las acciones a emprender, mediante cartas, telegramas y emisarios, avisó al general Gómez su próximo traslado a

República Dominicana. A Maceo dirigió un extenso informe de lo ocurrido, y de los considerables perjuicios, aunque con optimismo renovado precisó: “no se ha perdido, por fortuna, el respeto cubano.” Este servía de sustentación para reiniciar esfuerzos y trazas las acciones inmediatas. Si el Héroe de Baraguá coincidía con este propósito, le enviaría los $2 000 prometidos para que “se busquen, propio, porque se puede,?un [velero] que los lleve:?y [armas] Vd. me dirá?porque para 25 ó 30 podían ir”,85 consignadas como mercancías, según habían previsto con anterioridad.

Mariano Corona fue enviado por el Delegado a Costa Rica, pues era peligrosa su presencia en Nueva York ante las reclamaciones iniciadas por el Ministro español en Washington, además de resultar innecesario como práctico en esos momentos. Llevó consigo la carta citada a Maceo, de la cual el Maestro confiaba obtener pronta y afirmativa respuesta. Pero nuevamente los contratiempos en las comunicaciones dilataron la recepción del mensaje, llegado al destinatario el 6 de febrero, 18 días después de haber sido entregado al emisario. El Delegado se hallaba entonces en República Dominicana.

Mientras, el general Antonio, sin información suficiente para decidir la desmovilización de los hombres alistados para la expedición, pendiente un día y otro de la orden de partir, afrontaba una situación comprometida, pues debía garantizar el favorable estado de ánimo de los combatientes y su manutención. Los recursos se agotaban, y sólo contaba con el apoyo de patriotas como Pochet y los Boix para cubrir los gastos. Desde Matina, el día 21, Crombet le solicitó $150, pues tenía siete hombres esperando por los acontecimientos, carentes de recursos; el 29 le informó sobre el aumento del número de expedicionarios y, por tanto, de las necesidades.86

Hasta ese momento, en las comunicaciones de Flor se manifestaba la actitud de un eficiente colaborador, presto a coordinar las actividades del plan encabezado por Maceo. Pero el 31 de enero, dando muestra de conocer lo ocurrido en Nueva York por la prensa, escribió a Martí, a quien dio ánimos para continuar hacia el logro del objetivo independentista mediante la modificación de los planes, y le sugirió el envío inmediato de la expedición hacia Oriente, donde causaría un efecto positivo en la región y en las emigraciones. Con olvido de su carácter de subordinado a un proyecto cuya jefatura ostentaba el Titán de Bronce, aludiendo a este expresó: “Si no quisiera en esa forma la persona que Vd. sabe, yo con únicamente cinco rifleros iría?los tengo a mi disposición a la hora que Vd. mande.”87

Ocho días después, en otra misiva al Delegado le informó el resultado de una entrevista con el general: “dije a Maceo le hiciese la siguiente proposición: Remitirnos por conducto seguro cuarenta Winchesters cada uno con una dotación de 150 tiros. Más mil seiscientos pesos oro que faltan para redondear la adquisición de un vapor que es segurísimo.” Más adelante precisó: “Maceo aceptó mi plan con ligeras modificaciones, del cual ha dado parte a Vd. por cable y correo.” Por tanto, a inicios de febrero lo considera aun la persona capaz de encabezar el nuevo proyecto, a pesar de lo expuesto en la misiva anterior. No obstante, introdujo una línea en la que aflora el elemento discordante: “me parece mucha la suma que Maceo le pide.”88

El jefe expedicionario contestó al Delegado tres días después de recibir la carta entregada por Corona. Debe prestarse especial atención a las palabras de quien era parco en los elogios: “Yo alabo en V. la abnegación y perseverancia que deseo imitar a favor de nuestra causa.”89 Desde el primer párrafo, luego de valorar la situación negativa creada por lo ocurrido, sin emitir duda alguna en cuanto a su cercano colaborador expresó: “me ha puesto en apuros que venceremos Flor y yo con ayuda de decididos compañeros.” Sin intención de atribuirse la totalidad de las nuevas disposiciones adoptadas en Costa Rica, manifestó: “Flor me sugiere medios para llegar al fin, que yo creo aceptaré como buenos después de apurar otros que en nada afectan nuestra causa y decoro personal.”90 Sin hacer referencia a opiniones diferentes sobre la suma necesaria para acometer la empresa señaló la necesidad de $5000, así como armas y parque para cincuenta hombres.

Muy diferente fue el proceder de Crombet, quien hizo una abierta declaración contra el general Antonio, acusándolo de ser incapaz de administrar adecuadamente los fondos recaudados, ascendentes según sus palabras a $10000: “si se hubiesen manejado con talento tendríamos hoy suficientes recursos para llevar nuestro contingente” sin solicitar nada a la Delegación. Expresó su disposición a estar en Cuba siete días después de recibir las armas y los $1600 indicados en la carta anterior, suficientes “si no se hace mal uso de esa cantidad.” Y a continuación expuso un plan alternativo, con desconocimiento de Maceo, al solicitar al Maestro la remisión “siquiera [de] seiscientos por si no sale el otro salir yo. Conozco el plan puesto que es mío y nadie mejor que su autor puede realizarlo.”91

Las cartas de ambos patriotas seguramente llegaron a Nueva York después de la partida de Martí, si tenemos en cuenta la demora en el trayecto. El Maestro debió recibir la copia del cablegrama enviado por el general Antonio el día 11, o información de su contenido, pues desde Santiago de los Caballeros orientó a Gonzalo de Quesada, secretario de la Delegación: “Lo de Maceo, sólo por cartas […] lo podré atender. Lo que el cable dice, es imposible e innecesario.”92

A este cable debe referirse Maceo en su carta del 22 de febrero, donde menciona dos misivas de Martí carentes de fechas. En la primera mencionó la solicitud de aprobación del nuevo plan propuesto, por tanto supongo que se trata de la escrita por el Delegado en Nueva York el 19 de enero, pues el manuscrito original está inconcluso, y cabe la posibilidad de la presencia en el fragmento no localizado de la clave DECIDIDO referida por el general, quien expresó haber contestado afirmativamente por el cablegrama ya citado, lo que implicaba la anuencia con el resto del plan, no así con la suma ofrecida, pues insistió en la solicitud de $5000, como había escrito el 9 de febrero y ratificado en el citado cable del 11, cantidad variada por primera y única vez en la misiva del 22: “es probable que pueda hacerlo con $3500 oro.”93 Ni anterior ni posteriormente aparece consignada esta cifra.

La segunda carta aludida por el Titán de Bronce debe ser la escrita por el Maestro el 30 del mes anterior, pues se refiere a la palabra remito, cuyo significado era “ha aceptado mi pensamiento”, según expresó el remitente, de modo que si enviaba un cablegrama donde apareciera dicha clave “entenderán aquí que deben enviar a Vd. […] los $2000 que estimo posible para la empresa.”94 Reparemos en la insistencia por parte del Delegado en la cifra prometida desde el inicio, recusada por Maceo, quien a su vez insistió en la necesidad de $5000. Esta posición, luego del fracaso del Plan de Fernandina y de todas las explicaciones ofrecidas por el Apóstol sólo puede catalogarse de inflexible, pues eran evidentes las enormes dificultades económicas generadas por aquel desastre.

Inflexible, porque considero que la precipitación de los acontecimientos impidió a ambas partes un intercambio de opiniones y puntos de vista desde posiciones menos apremiantes. Debemos tener en cuenta el posible razonamiento del experimentado general, como argumenta el historiador Israel Escalona Chádez en su enjundioso estudio de las relaciones entre Martí y Maceo, al considerar que existió una sobrevaloración por este de las posibilidades económicas del Partido Revolucionario Cubano, manifestada en las reiteradas peticiones de fondos y la cantidad solicitada después de ser informado sobre la magnitud del material bélico ocupado por las autoridades yanquis, sin tener en cuenta que en su compra y en el alquiler de las embarcaciones se había invertido casi la totalidad de los fondos de Tesorería.95

No obstante, la insistencia de Maceo en una cifra superior a la ofrecida tiene una explicación comprensible, pues en los momentos iniciales los $2000 hubieran sido dedicados casi en su totalidad a los gastos de movilización; pero luego del fracaso del plan se le pedía dedicar la misma cantidad para organizar la expedición en todos sus aspectos, excepto la compra de las armas, cuyo envío haría la Delegación. El más elemental de los cálculos indicaba lo precario de los resultados a obtener.96

Cuba en guerra

La situación llegó a un punto crítico tras divulgarse en República Dominicana la noticia del alzamiento bélico en Cuba el 24 de febrero de 1895. En tales circunstancias, dilatar la presencia en la manigua insurrecta de jefes y oficiales de alto arraigo en las zonas fundamentales del país era un modo indirecto de favorecer la reacción del mando enemigo, cuando las fuerzas patrióticas carecían del impulso inicial que hubiera significado el arribo de la alta dirección revolucionaria. Por otra parte, los comprometidos en Camagüey habían declarado previamente que solo se incorporarían a la contienda luego de la llegada del general Máximo Gómez al territorio agramontino. El tiempo conspiraba contra las posibilidades de obtener ventajas iniciales en la lucha independentista. Debían tomarse decisiones urgentes, inaplazables.

Apremiado por aquellas circunstancias, Martí escribió a Maceo,  “Al General […] aún más que al amigo”, para decirle que había recibido de Nueva York recientemente sus últimas solicitudes, a las cuales era imposible atender en toda su magnitud, como le había comunicado antes de su salida hacia Montecristi, cuando le ratificó el posible envío de $2000, única cantidad disponible en medio de los gastos crecientes; pero entonces y ahora la respuesta por cable insistía en la necesidad de $5000. Convencido del patriotismo del Héroe, vencedor de las balas y la pobreza, y ante la necesidad de una resolución que no podía aplazarse, pues “la ida de Vd. y de sus compañeros es indispensable”, había decidido “que Vd. y yo dejemos a Flor Crombet la responsabilidad de atender ahí la expedición, dentro de los recursos posibles.”97

Los términos de esta misiva constituyen un ejemplo de la capacidad del Apóstol para argumentar sus decisiones aun en los momentos más difíciles, muy alejado de todo autoritarismo y de invocaciones irracionales. En palabra alguna podría hallar el Titán de Bronce la más mínima sospecha de pérdida de confianza en su capacidad militar, su valentía personal, sus virtudes, su entrega a la causa independentista, sus dotes de mando. No le retiraba la jefatura de la expedición, sino disponía que Flor organizara la partida y “pondrá a las órdenes de Vd. la labor que Vd. me reitera que no puede hacer en su San José, sino por suma hoy imposible”; y reiteró: “la pondrá hecha en manos de Vd.”98 Esta idea preside las indicaciones a Gonzalo de Quesada y Benjamín Guerra, encargados de la Delegación en ausencia de Martí, a quienes señaló que en lo de Costa Rica, como había previsto ?sin duda, por la insistencia en la cifra solicitada? se veía precisado a entregar a Flor la tarea de organizar cuanto faltara de la expedición, “y lo dé hecho a Maceo.”99

Por el cotejo de las fechas de las misivas citadas, así como por la expresión “Aquí van las cartas pª Flor y Maceo”, se deduce su envío a la Delegación con el encargo de darles curso y garantizar la recepción solamente por Crombet de las remitida a este.100 Aunque Martí no menciona la carta de Gómez al general Antonio, fechada el 27, creo muy probable la remisión junto con la suya, pues constituía una ratificación de la decisión tomada y el apoyo a la misma de la más alta instancia militar, como expresó el General en Jefe: “todo lo que ha ordenado y dirigido el Delegado del Partido, ha estado en lo racional, justo y perentorio. Pero lo que avisa y comunica en estos momentos, verdaderamente supremos, reviste carácter de preciso y urgente.” Después del fracaso de Fernandina, y luego del inicio de la guerra en Cuba, el deber imponía “salir por donde se pueda y como quiera”; las palabras, en aquellos momentos de acción, se volvían inútiles: “Así, pues, nosotros por acá nos encontramos a camino; y es todo cuanto tengo que decirle.” Era suficiente argumentación, además de la expuesta por el Delegado. En la última línea se imbrican la orden militar con el sentimiento fraternal: “Su General y amigo, M. Gómez.”101

Ambos expusieron sus criterios al hermano de ideales de modo directo, diáfanamente, sin ocultamientos ni dobleces, sustentados por principios éticos, su experiencia en el tratamiento de los seres humanos, con todas sus grandezas y miserias, y convencidos de la enorme importancia militar y política de la presencia del Héroe de Baraguá en los campos insurrectos. Lo sucedido con posterioridad al envío de estas comunicaciones se alejó de los métodos de dirección martianos, y de las características de las relaciones mantenidas hasta entonces con Maceo. No puedo concebir a Martí, como tampoco a Gómez, inmerso en intrigas, habladurías tendenciosas y procedimiento que en gran medida provocaron el ahondamiento de las diferencias existentes entre algunos de los revolucionarios radicados en Costa Rica y pusieron en riesgo la participación del general Antonio y sus más cercanos colaboradores en la expedición.

Actuaciones controvertidas. Decisión final

Aunque en las cartas de Martí no se menciona nombre alguno del comisionado que llevaría el dinero a Flor Crombet, ni orientación de conferirle atribuciones para organizar la expedición junto con este, José Luciano Franco afirma que Guerra y Quesada siguieron las instrucciones del Delegado al nombrar a Frank Agramonte para llevar a cabo ambas tareas.102 Fue este quien hizo tales afirmaciones en el documento conocido como su diario, donde expresó que el Tesorero del Partido lo comisionó para el traslado y entrega de los fondos mencionados y lo nombró “Comisionado para organizar la Expedition en unión del mismo General [se refería a Crombet] y otras personas.”103

Agramonte emprendió su viaje hacia Costa Rica el 28 de febrero, pero tuvo una demora en Colón, Panamá, y arribó a su destino el 12 de marzo.104 Según su versión de los hechos, el 14 entregó los $2000 a Crombet. Al siguiente día, este le habló sobre Maceo, a quien acusó de haber recibido de los cubanos radicados en aquel país $12000 para la causa independentista, y si bien decía haberlos empleado en asuntos patrióticos, esto era falso; “no había prueba ninguna de su robo” porque le fueron confiados sin pedir recibo.105 Puede considerarse verosímil la conversación, aunque no así los términos atribuidos a Flor por el autor, pues carecemos de otra u otras fuentes que permitan verificarlo.

La última cifra mencionada aparece asimismo en un acta del club General Maceo, pero considero que el libro donde se halla debe ser estudiado de conjunto con más detenimiento, pues sin negar la posibilidad de que tal suma pudiera reunirse en el plazo de junio de 1894 a febrero de 1895, hasta ahora no hemos localizado ninguna constancia de las donaciones realizadas ni recibo alguno de las cantidades entregadas. No obstante, en espera de búsquedas posteriores, reproduzco un fragmento de dicho texto: “El Tesorero manifestó que cuando estuvo en esta el Delegado Sr. Martí, puso a disposición del Gral Maceo los fondos de este Club, así mismo dio cuenta de haberse recolectado en los diez meses de existencia del Club [fundado el 10 de junio de 1894, según acta no. 1, folio 1], la suma de doce mil pesos proximamente ($12000) los cuales según se recolectaban se ponían a la disposición de dicho Gral Maceo, para ser usados en pro de la causa a que dedicamos nuestros esfuerzos”.106

Otro tema abordado en la reunión entre Agramonte y Flor fue la de las armas que debía traer el vapor Adirondack, de las cuales aquel no tenía información alguna. El brigadier cablegrafió a Guerra, pidiéndole explicación y la repuesta, el día 15, fue negativa: no habían sido enviadas. Este era un incumplimiento gravísimo de las orientaciones impartidas por Martí, quien les había escrito al Tesorero y al Secretario sobre el necesario envío de “25 equipos iguales a los pedidos pa. por acá”,107 es decir, Montecristi; y además les señaló a Julio Lassús, cubano empleado en la Aduana de Puerto Limón, como la persona a quien remitir tres cajas con el cargamento.

Sobre este punto había insistido particularmente en una nota de igual fecha: “Pulan bien todos los detalles de lo de su armamento.”108 Pero no se le prestó debida atención a tan importante aspecto de los mensajes martianos. Posteriormente, Agramonte escribió en sus apuntes haber sostenido una conversación con el capitán del vapor, quien le explicó que la persona encargada del embarque de las armas habló con el contador del barco, desconocedor del asunto, y no con él,109 y al parecer no fueron hechas más gestiones, sino sencillamente se  omitió el envío. El Maestro, cuando conoció el hecho, en plena manigua, expresó a Quesada y Guerra, con tono lleno de inquietud y tristeza, las penalidades y pérdidas de Maceo y los expedicionarios, y “sufro al oír decir que fue porque no llegaron, como dicen que pudieron, las armas pedidas a Vd. por vía segura: ¿qué fue hermano?”110 Estas palabras indican que a fines de abril los encargados de los trabajos del Partido en Nueva York no habían informado todavía al Delegado sobre su comprometedora falta, cometida casi dos meses antes.

Hechos como este dan la medida de las grandes diferencias con respecto a los métodos de dirección y la atención a los compromisos, característicos del Maestro, y que fueron ganando espacio desde poco tiempo después de haberse ausentado de Nueva York.111 Deben tenerse presentes estas características, además de las limitaciones y predisposición de Crombet y del comisionado al analizar lo ocurrido en Costa Rica desde la llegada de este último hasta la partida de la expedición.

El propio día del inicio del viaje de Agramonte  hacia Centroamérica, Benjamín Guerra escribió a Maceo una misiva, seguramente llevada por el viajero para su entrega al destinatario, donde explicaba las dificultades para comunicarse con el Delegado, quien posiblemente le telegrafiaría instrucciones “quizás antes de la llegada de esta carta”.112 No poseo certeza documental de que el general la recibiera, como tampoco otras comunicaciones. Por su parte, José Luciano Franco afirma: “Muy pocos días después de la llegada” del emisario “recibió Maceo dos cartas. Una de Martí ?26 de febrero? y otra de Gómez.”113 El biógrafo no precisa fecha alguna, pero el 20 de marzo se recibió en la Delegación un cablegrama del general Antonio en el cual expresaba: “Únicamente gíreme por cable cinco mil pesos oro.”114 Deduzco que, a pesar de haber transcurrido seis días desde la entrega del dinero por el comisionado a Crombet, no habían informado al Héroe de Baraguá en sentido alguno. Es obvio, además, su desconocimiento de las misivas del Delegado y el General en Jefe.

Fue precisamente el 20 de marzo cuando Flor, desde Limón, remitió a Maceo una nota donde le expresaba: “[Martí] ha escrito a Ud. una carta y que la vea y me ponga de acuerdo con Ud. en un plan que me apunta en la misma aludida carta”.115 Le pedía se entrevistaran en aquel puerto o en San José, aunque a esta ciudad sólo podría trasladarse el sábado 23. Franco, sin señalar las fuentes de su información, sitúa el encuentro el 22, en la capital, donde conversaron sin presencia de testigos. Luego, Maceo solicitó fondos a Eduardo Pochet, de los cuales una parte fue entregada a Crombet para la compra de armas y otra se dedicó al auxilio de los hombres que debían regresar a Nicoya, pues no irían a Cuba, así como a los familiares de los expedicionarios más pobres.116

En esa reseña de la entrevista entre ambos patriotas queda implícita la aceptación por el general Antonio de las propuestas, aunque no se había contado con él previamente, sino todo lo contrario, se le ocultó toda la información, e inclusive Agramonte y Combet lo eludieron durante más de seis días. Según los apuntes de aquel, el día 23 hubo una conferencia en Limón entre Flor, Pedro Pérez, Julio Lassús y otros cubanos “para decidir  si llevaría a el General Antonio Maceo a Cuba”.117 Del autor atenerse a la verdad, el objetivo de esta reunión contradecía las indicaciones de Martí. Según el comisionado, Pérez se opuso a la inclusión del general Antonio ?opinión que compartía?, aunque prevalecieron las opiniones de Flor y Lassús, por lo cual se envió un aviso a Maceo, informándole sobre la salida el día 25, cuando podría incorporarse si quería, en compañía de su hermano José.

El día antes de la partida, sin previo aviso, arribaron a Puerto Limón no sólo Antonio y José Maceo, sino además la esposa de este, Elena González, y Agustín Cebreco, Silverio Sánchez Figueras, Arcid Duverger, Manuel J. de Granda, Alberto Boix, así como los colombianos Adolfo Peña e Isidoro Noriega.118 Si alguien pensó dejarlos en el último momento, tal propósito quedaba anulado por la decisión de adelantarse a los posibles acontecimientos negativos.

Existen versiones contradictorias sobre la posible alerta de los representantes de la Corona ibérica y la actuación de las autoridades costarricenses,. Una carta del general Antonio a su esposa ofrece elementos confirmatorios, pues señala las consecuencias de algunos disparates  cometidos por Flor que dieron publicidad a todo y provocaron la intervención del Gobierno “en nuestros asuntos, mandando vigilarnos, con instrucción de impedir el viaje”,119 aunque las gestiones de amigos influyentes impidieron la consumación de esta medida. No obstante, carecemos de documentos probatorios de la intervención española en el asunto.

A pesar de todos los contratiempos, el 25 de marzo de 1895 partió el Adirondack de Puerto Limón, con los 23 expedicionarios a bordo, y sólo nueve armas largas, depositadas en un baúl introducido en el barco sin contratiempos gracia a la anuencia de un funcionario aduanero.120 Luego de una breve escala en Jamaica, desembarcaron la noche del 29 en Isla Fortuna, donde pudieron adquirir otros dos fusiles. Partieron el 30 en la goleta Honor, supuestamente hacia Inagua, pero cuyo destino final sería Cuba, contra cuyas costas orientales se vieron precisados a encallar la embarcación, ante la imposibilidad de maniobrar adecuadamente por lo embravecido del mar. Pisaron tierra en la desembocadura del río Duaba, cerca de Baracoa. Era el 1ª de abril de 1895.121

Algunas consideraciones finales

Quedan sin dilucidar algunos aspectos del tema, por la falta de precisión de las fuentes bibliográficas y documentales. Constituye un elemento importante para el estudio de las relaciones de Martí, Gómez y Maceo en esta etapa el conocimiento de la fecha de recibo de la carta del Delegado donde le comunicaba la designación de Flor para organizar la expedición, la reacción inicial del Héroe de Baraguá, así como la actitud personal asumida con respecto a Flor y Agramonte en aquellos momentos.

Debe tenerse en cuenta que el general Antonio se había dedicado durante más de un año a la preparación expedicionaria, para la cual había movilizado hombres y recursos cuando se le había indicado la cercanía de la acción, aplazada en varias ocasiones. Estas ocupaciones incidieron negativamente en sus relaciones con el Gobierno costarricense, y consiguientemente se vio afectado en su economía personal.

Por otra parte, la distancia y las dificultades con las comunicaciones lo habían mantenido pálidamente informado, y a destiempo, de los acontecimientos afrontados por la dirección revolucionaria en el exterior y en la Isla, por lo que la decisión de subordinarse, aunque fuera durante un breve lapso, a un oficial de menor graduación, con quien había tenido anteriormente diferencias y disputas hasta el límite de haberse concertado un duelo entre ambos, así como el cuestionamiento por Crombet, en 1893, de su dirección de la Colonia cubana, debió constituir uno de los momentos más difíciles de su vida de militar revolucionario entregado a la causa de la liberación cubana.122 No obstante, prevaleció su patriotismo ante cualquier consideración personal, aceptó las órdenes recibidas y se incorporó a las huestes expedicionarias. “La patria ante todo.”123

Bibliografía

  1. Ver: José Martí: Al general Antonio Maceo, New York, mayo 25 de 1893, en Epistolario, compilación, ordenación cronológica y notas de Luis García Pascual y Enrique H. Moreno Pla, La Habana, Centro de Estudios Martianos y Editorial de Ciencias Sociales, 1993, t. III. p. 360-361. (En adelante, esta edición será citada como Epistolario.)
  2. JM: Al General Máximo Gómez, New York, 29 [30] de agosto de 1893, Epistolario, t. III, p. 394.
  3. Ver José Luciano Franco: Antonio Maceo. Apuntes para una historia de su vida, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1973, t. II, p. 25; Israel Escalona Chádez: José Martí y Antonio Maceo: la pelea por la libertad, Santiago de Cuba, Editorial Oriente, 2004, p. 149; [Antonio Maceo:] Antonio Maceo. Ideología política. Cartas y otros documentos, Edición Nacional del Centenario de su Nacimiento 1845-14 de junio-1945, La Habana, Sociedad Cubana de Estudios Históricos e Internacionales, 1950-1952, vol. I, p. 407.
  4. JM: Al General Máximo Gómez, New York, 29 [30] de agosto de 1893, Epistolario, t. III, p. 394.
  5. J. L. Franco: Antonio Maceo […], ob. cit., t. II, p. 57. Sobre este primer encuentro en tierra costarricense, consultar: I. Escalona: José Martí y Antonio Maceo […], ob. cit., p.146-156; Armando Vargas Araya: Las dos visitas de José Martí a Costa Rica, 1893 y 1894, Costa Rica, ejemplar en impresión digital, 2004, p. 18-44, y Mario Oliva Medina: José Martí en la historia y la cultura costarricenses, San José, Costa Rica, Editorial Universidad Nacional Heredia (EUNA), Campus Omar Dengo, 2001, p. 37-42.
  6. Ver Ibidem, p. 31. Consultar: [Antonio Maceo:] Antonio Maceo. Ideología […], t. I, p. 407.
  7. Gonzalo Cabrales Nicolarde: Espistolario de Héroes. Cartas y documentos históricos, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1996, p. 97. Se respeta la redacción de todos los documentos citados literalmente.
  8. JM: Carta a Serafín Sánchez, New York, 14 de noviembre de 1893, Epistolario, t. III, p. 450.
  9. Ver Ibrahim Hidalgo Paz: El Partido Revolucionario Cubano en la Isla, La Habana, Centro de Estudios Martianos y Editorial de Ciencias Sociales, 1992, p. 90-95.
  10. JM: A Antonio Maceo, Key West, 15 Dbre/1893, Epistolario, III, p. 482. Ver “Mariana Maceo”, Patria, 12 de diciembre de 1893, OC, t. 5, p. 25-26. (Mariana Grajales falleció en Jamaica el 27 de noviembre de aquel año.)
  11. Antonio Maceo: A José Martí, San José, Costa Rica, 12 de enero de 1894,en [Antonio Maceo:] Antonio Maceo. Ideología […], t. I, p. 411.
  12. Ver JM: Al general Antonio Maceo, De tránsito en Key West, 15 de diciembre de 1893, Epistolario, III, p. 483.
  13. Antonio Maceo: Carta al Mayor Gral. Dn. Máximo Gómez, Puntarenas, Enero 6 de 1894, en Archivo Nacional de Cuba, Fondo Archivo Máximo Gómez, Leg. 5, no. 148. (En lo adelante, para citar este institución utilizaré las siglas ANC; y para este fondo, AMG. Se respetan las abreviaturas y la redacción de los originales.)
  14. A. Maceo: Carta al Sr. Mor. Gen. Máximo Gómez, S. José, 12 Enero 1894, en G. Cabrales: Espistolario de Héroes […], ob. cit., p. 294.
  15. JM: Al general Antonio Maceo [Enero 8 de 1894], Epistolario, t. IV, p. 15. La frase citada está antecedida por estas palabras: “[el general Gómez] envió a Cuba con fecha 12 de diciembre nuevas órdenes militares […]”
  16. Ver JM: Carta al Sr. Mayor general Máximo Gómez, New York, 1ª de febrero, 1894, Epistolario, IV, p. 39 y 40.
  17. Ver Hugo Crombet Bravo: La Expedición del Honor, Expedición Combet-Maceo, Duaba, Baracoa, 1 de abril de 1895, Premio Razón de Ser 1998, Santiago de Cuba, Editorial Oriente, 2003, p. 24-25.
  18. Ver J.M.: Al general Antonio Maceo [New York] 1ª febrero 1893 [1894], en Epistolario, t. IV, p. 35.
  19. El General en Jefe, M. Gómez: Al Señor Mayor General A. Maceo, Monte Cristo, 12 de febrero 1894, en G. Cabrales: Espistolario de Héroes […], ob. cit., p. 98. Ver J. L. Franco: Antonio Maceo […], ob. cit., t. II, p. 42-43.
  20. Ver I. Escalona: José Martí y Antonio Maceo […], ob. cit., p. 165-166.
  21. Antonio Maceo: Al Sor. Dn. José Martí, San José, C.R., febrero 16, 1894, en Destinatario José Martí, compilación, ordenación cronológica y notas Luis García Pascual, La Habana, Casa Editora Abril, 2da. edición, corregida y ampliada, 2005, p. 395.
  22. J.M.: Carta al general Antonio Maceo, New York, Feb. 20 de 1894, en Epistolario, t. IV, p. 53 y 54.
  23. Ibid., p. 54.
  24. J.M: A Serafín Sánchez, 20 Febª [1894], Epistolario, t. IV, p. 60.
  25. J.M.: Al general Máximo Gómez, New York, 3 de marzo de 1894, Epistolario, t. IV, p. 67.
  26. J.M.: Al general Máximo Gómez, New York, 24 de marzo de 1894, Epistolario, t. IV, p. 77-81.
  27. Ibid., p. 82; ver p. 82-84.
  28. M. Gómez: Al Mayor General A. Maceo, Central Valley, Abril 12 1894, en G. Cabrales: Epistolario de héroes […], ob. cit., p. 99.
  29. Ver J. L. Franco: Antonio Maceo […], ob. cit., t. II, p. 41-42; I. Escalona: José Martí y Antonio Maceo […], ob. cit., p. 174.
  30. Antonio Maceo: A Alejandro González, San José, Costa Rica, 15 de marzo de 1894,en [Antonio Maceo:] Antonio Maceo. Ideología […], t. I, p. 413.
  31. J.M.: Al general Máximo Gómez, Kingston, Jamaica, 25 de junio de 1894, Epistolario, t. IV, p. 197.
  32. J.M.: A José Dolores Poyo, New York, 7 de julio de 1894, Epistolario, t. IV, p. 213. Para mayor información sobre la estancia en esta ocasión, ver: Papeles de Panchito, selección, prólogo y notas Bladimir Zamora, La Habana, Editora Abril, 1988, p. 101-106; I. Escalona: José Martí y Antonio Maceo […], ob. cit., p. 170-175; y Vargas Araya: Las dos visitas de José Martí […], ob. cit., p. 49-93.
  33. Ver J.M.: Al general Máximo Gómez, ob, cit., 25/junio/1894, Epistolario, t. IV, p. 197.
  34. Ver J.M.: Al general Máximo Gómez, ob. cit., 25/junio/1894, Epistolario, t. IV, p. 196; ver p. 188.
  35. J.M.: Al general Antonio Maceo, Puntarenas, 18 de mayo [junio], 1894, Epistolario, t. IV, p. 188.
  36. Ibidem, p. 189.
  37. Idem.
  38. Idem.
  39. La primera cita es de J.M.: A Enrique Loynaz, Panamá, 22 junio 1894, Espitolario, t. IV, p. 193, y la segunda de J.M.: Al general Antonio Maceo, Panamá, 22 de junio 1894, Epistolario, t. IV, p. 195.
  40. J.M.: Al general Máximo Gómez, Kingston, Jamaica, 25 de junio de 1894, Epistolario, t. IV, p. 197.
  41. J.M.: Al general Antonio Maceo, Kingston, Jamaica, 25 de junio de 1894, Epistolario, t. IV, p. 202. 
  42. J.M.: Al general Antonio Maceo, N.Y. julio 7 de 1894, Epistolario, t. IV, p. 217.
  43. Ibidem, p. 218.
  44. Ver J.M. Rodríguez: Al Gral. A. Maceo, Santo Domingo, 7 de mayo de 1894, en G. Cabrales: Epistolario de héroes […], ob. cit., p. 296.
  45. J.M.: Al general Antonio Maceo [Nueva York, 8 de septiembre de 1894], Epistolario, t. IV, p. 248.
  46. J.M.: Al general Máximo Gómez, Central Valley, 8 de septiembre, 1894, Epistolario, t. IV, p. 244 y 245.
  47. J.M.: Al general Antonio Maceo [Nueva York, 8 de septiembre de 1894], Epistolario, t. IV, p. 249.
  48. Ver P. Estrade: “Cien cartas inéditas […]”, ob. cit., p. 155 y 185-186; J.M.: Al general Antonio Maceo [fragmento] [Nueva York, 15 de septiembre de 1894], Epistolario, t. IV, p. 258. En el [Libro de] Tesorería del Partido Revolucionario Cubano [Archivo Nacional de Cuba. Fondo Delegación del Partido Revolucionario Cubano. Libros. Tesorería. Legajo no. 61. Ingresos y egresos. (En lo sucesivo será citado como Libro de Tesorería.)], se consigna la cifra de $450.53, desglosada de este modo: “Un mil pesos moneda de Costa Rica / 434.78 / girados a Eduardo Pochet, costo de / 7.50 / telegrama agregado al giro costo 8.25 / de telegrama a María. Costa Rica.” (Las líneas transversales indican el paso al siguiente renglón.)
  49. A. Maceo: A Máximo Gómez, 26 de agosto de 1894, en ANC, Fondo AMG, leg. 5, no. 783, carta citada por I. Escalona: José Martí y Antonio Maceo […], ob. cit., p. 180 (ver nota 400, en p. 318).
  50. M. Gómez, General en Jefe: Al Mayor General A. Maceo, Monte Cristo, 30 de septiembre, 1894, en G. Cabrales: Epistolario de héroes […], p. 99.
  51. Ver P. Estrade: “Cien cartas inéditas […]”, ob. cit., p. 156 y 187.
  52. J.M.: Al general Máximo Gómez, New York, 20 de octubre, 1894, Epistolario, t. IV, p. 288.
  53. Ver: Copia de las comunicaciones y telegramas que han mediado entre distintas autoridades con motivo de la última alarma [14 de septiembre al 11 de octubre de 1894], en ANC, Fondo Donativos y remisiones, leg. 418, no. 46.
  54. J.M.: Al general Antonio Maceo, New York, Setbre. 22, 1894, Epistolario, t. IV, p. 263. Las palabras en cursiva, entre corchetes, están escritas en clave en el manuscrito.
  55. J.M.: Al general Máximo Gómez, New York, 24 de septiembre, 1894, Epistolario, t. IV, p. 266.
  56. Ibidem, p. 268.
  57. M. Gómez, General en Jefes: Al Mayor Gral. A. Maceo, Monte Cristo, 30 de Septiembre, 1894, en G. Cabrales: Epistolario de héroes […], ob. cit., p. 100.
  58. J.M.: Al general Antonio Maceo, New York, 13 de octubre [de 1894], Epistolario, t. IV, p. 279.
  59. Ver: J. L. Franco: Antonio Maceo […], ob. cit., t. II, p. 60-61.
  60. J.M.: Al general Antonio Maceo, New York, 13 de octubre [de 1894], Epistolario, t. IV, p. 280.
  61. Dos días antes, el Delegado había indicado al Tesorero “sacar giro por doscientos pesos, de Fondos de Guerra”, para enviar a Costa Rica. Benjamín Guerra remitió $480 en moneda de este país, cobrado de inmediato. Ver P. Estrade: “Cien cartas inéditas […]”, ob. cit., p. 158 y 188.
  62. J.M.: Al general Antonio Maceo, New York, 20 de octubre 1894, Epistolario, t. IV, p. 283; ver 282-283.
  63. J.M.: Al general Máximo Gómez, New York, 20 de octubre, 1894, Epistolario, t. IV, 288. El destaque es de I.H.
  64. Ver Libro de caja del Partido Revolucionario Cubano (1893-1895), en Archivo Nacional de Cuba: El Archivo Nacional en la conmemoración del Centenario del Natalicio de José Martí y Pérez 1853-1953, La Habana, Publicaciones del Archivo Nacional de Cuba, 1953, p. 349-354.
  65. Idem.
  66. J.M.: A Eduardo Hidalgo Gato, New York, octubre 27 [de 1894], Epistolario, t. IV, 296.
  67. Eduardo Hidalgo-Gato: Al Sr. D. José Martí, Key West, Fla., noviembre 2 de 1894, en L. García Pascual: Destinatario […], ob. cit., p. 424.
  68. J.M.: Al general Antonio Maceo, N. York, 3 de Nov. 1894, Epistolario, t. IV, p. 305.
  69. Ibidem, p. 307; ver p. 306-307.
  70. J.M.: Al general Antonio Maceo, New York, Nov. 10 1894, Epistolario, t. IV, p. 321. Las palabras destacadas están en clave en el original.
  71. Ver J. L. Franco: Antonio Maceo […], ob. cit., t. II, p. 65.67. El texto del cablegrama de Maceo a Martí se encuentra en Destinatario […], ob. cit., p. 425.
  72. J.M.: Al general Antonio Maceo [Nueva York] Nov. 17/94, Epistolario, t. IV, p. 343. El giro, por $400 en moneda costarricense, fue dirigido a Eduardo Pochet. Esta cifra equivalía a $175.46 dólares. Ver: P. Estrade: “Cien cartas inéditas […]”, ob. cit., p. 161-162 y 190. 
  73. [José María Rodríguez.?José Martí.?Enrique Collazo] Plan de Alzamiento, N.Y. 8 de Dbre [de 1894], Epistolario, t. IV, p 362. Las palabras destacadas y entre corchetes aparecen en clave en el original.
  74. J.M.: Al general Máximo Gómez, New York, diciembre 8 de 1894, Epistolario, t. IV, p. 365. Los destaques son de I.H.
  75. Cfr. I. Escalona: José Martí y Antonio Maceo […], ob. cit., p. 198.
  76. Ver A. Maceo: Al Sr. Presidente de la República, Dn. Rafael Iglesias, San José, Diciembre 13 de 1894, en G. Cabrales: ob. cit., p. 305. 
  77. Ver J. L. Franco: Antonio Maceo […], ob. cit., t. II, p. 73.
  78. J.M.: Al general Antonio Maceo, New York [16 de diciembre de] 1894, Epistolario, t. IV, p. 381.
  79. Ibidem, p. 382. Ver I. Escalona: José Martí y Antonio Maceo […], ob. cit., p. 197-199.
  80. J.M.: Al general Antonio Maceo, N. York, diciembre 25 de 1894, Epistolario, t. IV, p. 357. El Delegado pidió al Tesorero la entrega de $700 en oro americano, para Corona y “un comisionado que debe acompañar” a este ?sería Manuel Mantilla o Alejandro González?. (P. Estrade: “Cien cartas inéditas […]”, ob. cit., p. 165 y 193.)
  81. J.M.: Al general Flor Crombet [Nueva York, 25 de diciembre de 1894], Epistolario, t. IV, p. 401.
  82. J.M.: Al general Antonio Maceo [Nueva York, 4 de enero de 1895], Epistolario, t. V, p. 7. 
  83. Sobre el tema, consultar: Enrique H. Moreno Pla: “El Plan de Fernandina”, Universidad de La Habana, no. 174, La Habana, julio-agosto 1965, p. 125-151.
  84. P. Estrade, en “Cien cartas inéditas […]”, ob. cit., p. 169, reproduce la nota del Delegado donde solicita esta cantidad, cuyos términos aparecen en la anotación de las p. 21-22 del Libro de Tesorería: “Orden del Delegado de esta fecha para atenciones de guerra urgentes 2 600.00.” Horatio S. Rubens, en Libertad. Cuba y su Apóstol, versión castellana de Adolfo G. Castellanos, La Habana, “La Rosa Blanca”, 1956, p. 39-41, se refiere a $2500.00.
  85. J.M.: Al general Antonio Maceo, Nueva York, enero 19 de 1895, Epistolario, t. V, 26. Ver p. 24-25. En esta fecha, la totalidad de los fondos con que contaba la Tesorería era de solo $356.96. Los ingresos habían sido hasta entonces de $58470.43 y los egresos sumaban $58113.47. (Ver Libro de Tesorería, p. 18 y 21.] Si Maceo aceptaba la proposición, la Delegación tendría que recaudar $1643.04 para cubrir el compromiso.
  86. Ver J. L. Franco: Antonio Maceo […], ob. cit., t. II, p. 81-82; F. Crombet: Al Sr. Gral. Dn. José A. Maceo, Matina y Limón, 21 y 29 de enero de 1895, respectivamente, en G. Cabrales: Epistolario de héroes […], ob. cit., p. 103.
  87. F. Crombet: Al Sr. Dn. José Martí, Matina, 31 de enero de 1895, en Destinatario […], ob. cit., p. 433.
  88. Crombet: Al Sr. Dn. José Martí, Matina, 8 febrero de 1895, en Destinatario […], ob. cit, p. 436.
  89. A. Maceo: Al Sr. Dr. José Martí, Matina, febrero 9/895, en Destinatario […], ob. cit., p. 437.
  90. Idem.
  91. Flor: Al Sr. Don José Martí, Matina, 10 de febrero 1895, en Destinatario […], ob. cit., p. 439.
  92. J.M.: A Gonzalo de Quesada, Santiago de los Caballeros, 19 Febro. 1895, Epistolario, t. V, p. 69.
  93. A. Maceo: Al Sr. Dr. José Martí, San José, febrero 22 de 1895, en Destinatario […], ob. cit., p. 447. Ver: [Cablegrama] San José, Febrero 11, 1895, en Rafael Ramírez García: Martí-Maceo. Cartas cruzadas, Santiago de Cuba, Editorial Oriente, p. 121-122, y la nota 105 de la p. 124. Cfr. H. Crombet: La expedición del Honor […], ob. cit., p. 38.
  94. J.M.: Al general Antonio Maceo, New York, 31 [30] de enero, de 1895, Epistolario, t. V, p. 54.
  95. I. Escalona: José Martí y Antonio Maceo […], ob. cit., p. 205.
  96. Ibidem, p. 205-206.
  97. J.M.: Al general Antonio Maceo, Montecristi, 26 de febrero 1895, Epistolario, t. V, p. 79.
  98. Ibid., p. 78 y 79. Los destaques son de I.H.
  99. J.M.: A Gonzalo de Quesada y Benjamín J. Guerra [Montecristi] 26 de febrero [de 1895], Epistolario, t. V, p. 80. El destaque es de I.H.
  100. J.M.: A Benjamín J. Guerra y Gonzalo de Quesada [Montecristi, 26 de febrero de 1895], Epistolario, t. V, p. 84.
  101. Esta carta, cotejada por el original, localizada en el ANC, Fondo AMG, caja 18, fue publicada de forma parcial en José Martí: El general Gómez, p. 178-179, y en su totalidad es reproducida, sin indicación de fuente, en Benigno Souza: Máximo Gómez, el Generalísimo, p. 127-128.
  102. Ver J.L. Franco: Antonio Maceo […], ob. cit., t. II, p. 91-92. (Destaque de I.H.)
  103. Este documento es citado por I. Escalona: José Martí y Antonio Maceo […], ob. cit., p. 333, como Diario de Frank Agramonte, con la referencia ANC, Donativos y remisiones, leg. 269, no. 5. En este trabajo utilizo los datos tomados por Manuel Sanguily del original, y que tituló La Expedición Crombet-Maceo en 1895, del cual Rafael Cepeda me facilitó una copia de su archivo personal. En lo sucesivo será citado como Agramonte: Expedición (sin consignar la paginación, pues carece de ella).
  104. Ver H. Crombet: La expedición del Honor […], ob. cit., p. 62-63.
  105. Las palabras atribuida a Crombet son tomadas de Agramonte: Expedición, ob. cit.
  106. Gregorio Santiesteban, Secretario: Acta de la sesión del día 1ª de abril [1895], Libro de Actas del Club General Maceo, Costa Rica, en Archivo Nacional de Cuba, Fondo Delegación del Partido Revolucionario Cubano, Legajo 43, no. A.1.
  107. J.M.: A Benjamín J. Guerra y Gonzalo de Quesada [Montecristi, 26 de febrero de 1895], Epistolario, t. V, p. 84.
  108. Idem.
  109. Ver H. Crombet: La expedición del Honor […], ob. cit., p 65-66.
  110. J.M.: A Gonzalo de Quesada y Benjamín J. Guerra [Cerca de Guantánamo] 26 de abril [de 1895], Epistolario, t. V, p. 180.
  111. Después de la muerte del Maestro, las transformaciones en el Partido fueron notables. Ver, al respecto, mi libro Cuba 1895-1898. Contradicciones y disoluciones, La Habana, Centro de Estudios Martianos y Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, 1999. (La editorial del Centro de Estudios Martianos publicó la segunda edición en 2004.)
  112. Ver B. Guerra: Al Mayor General Antonio Maceo, New York, febrero 28- 1895, en G. Cabrales: Epistolario de héroes […], ob. cit., p. 313.
  113. J. L. Franco: Antonio Maceo […], ob. cit., t. II, p. 92.
  114. Maceo: Cablegrama a Benjamín J. Guerra, San José, Costa Rica, Marzo 20, 1895, en R. Ramírez: Martí-Maceo. Cartas cruzadas […], ob. cit., p. 123.
  115. F. Crombet: Al General Dn. A. Maceo, Limón, 20 de Marzo 1895, en G. Cabrales: Epistolario de héroes […], ob. cit., p. 103 y 104.
  116. Ver J. L. Franco: Antonio Maceo […], ob. cit., t. II, p. 94-95. Párrafos del propio autor, reproducidos casi literalmente, aparecen en Manuel González Zeledón Magón: Maceo en Costa Rica, La Habana, editado por la Comisión de Orientación Revolucionaria del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, 1972, p. 12-13. Ver I. Escalona: José Martí y Antonio Maceo […], ob. cit., p. 212, y la nota 492 de la p. 333. H. Crombet, en La expedición del Honor […], ob. cit., señala que esta reunión pudo no haberse realizado, p. 69-70.
  117. Las palabras entrecomilladas y la información son tomadas de Agramonte: Expedición, ob. cit.
  118. Ver H. Crombet: La expedición del Honor […], ob. cit., p. 72.
  119. A. Maceo: A la Sra. María de Maceo, San José [25] marzo de 1895, en [Antonio Maceo] Antonio Maceo. Ideología […], ob. cit. t. II, p. 16-17; también, ver A. Maceo: Al Sr. Enrique Trujillo, A bordo del Adirondack, Alta Mar, marzo 28 de 1895, ibidem, p. 23.
  120. Datos sobre estos momentos finales, en H. Crombet: La expedición del Honor […], ob. cit., p. 78-84.
  121. Ver J. L. Franco: Antonio Maceo […], ob. cit., t. II, p. 97-100. Sobre el armamento, Agramante: Expedición […], ob. cit., anotó que finalmente llegaron a tener 12 Winchesters, 15 revólveres y 18 machetes.
  122. Ver Israel Escalona Chávez: “El crecimiento de un liderazgo: hacia una periodización de la acción y el pensamiento políticos de Antonio Maceo”, en Olga Portuondo Zúñiga, Israel Escalona Chádez y Manuel Fernández Carcassés (coordinadores): Aproximaciones a los Maceo, Santiago de Cuba, Editorial Oriente, 2005, p. 41-42; y, del mismo autor, José Martí y Antonio Maceo […], ob. cit., p. 207, así como las notas no. 483, p. 331; 82,p. 250; 132, p. 258; 201, p. 272-273; y 293, p. 292-293.
  123. [A. Maceo:] Carta inconclusa a Sra. Doña María C. de Maceo, Limón, Marzo 25-1895, en G. Cabrales: Epistolario de héroes […], ob. cit., p. 57.

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