Un recuento necesario

Tomas Fernandez Robaina
Investigador  y Profesor Titular, Biblioteca Nacional de Cuba José Martí

Tenemos que seguir deshaciéndonos de los prejuicios que tanto daño nos han ocasionado para la comprensión de nuestra verdadera historia;  es necesario profundizar aún más en el pensamiento antirracista de Martí, de Maceo pero también en los pensamiento de Juan Gualberto Gómez,  de Rafael Serra, de Martín Morúa Delgado,  de Evaristo Estenoz ...

En 1998 la Biblioteca Nacional de Cuba (BNC) celebró el primer coloquio sobre  el Partido Independiente de Color (PIC) con motivo del noventa aniversario de su fundación. En aquella ocasión se anunció que a partir de ese acto se realzarían acciones con el fin de dar a conocer y  divulgar de forma dialéctica la presencia del PIC en nuestra historia; todo lo anterior se haría con el fin de crear las condiciones para la celebración del centenario de dicha agrupación política.  Por tal motivo se efectuaron seminarios, y  cursos en la institución y fuera de ella en los cuales de forma directa  se hablaba del PIC, pero también de figuras que debían ser conocidos por las nuevas generaciones, como  Gustavo Urrutia, creador de la sección y de la página dominical  “Los ideales de una raza”(1928-1931) y de la columna “Armonía” (1931-1958); Alberto Arredondo y su importante libro: El Negro en Cuba, ensayo (1939), y Pedro Deschamps Chapeaux, y sus significativas investigaciones sobre el negro en la economía habanera, entre otros.

En el 2007, en el contexto del Festival del Caribe, se propuso la creación de una comisión que se encargara de organizar y planificar las actividades  del centenario  del PIC, a celebrarse en el 2008,  tal como se había sugerido durante el primer coloquio ya mencionado. La propuesta  del 2007 se fundamentaba no solo por razones históricas, sino como un modo también de evitar que desde el exterior nos acusaran de no pasar por alto un hecho tan sensible y vulnerable como lo ocurrido con el PIC en 1912.

A la Comisión del Centenario, oficializada a finales del 2007, se le presentó un programa amplísimo, que contemplaba la realización de un magno evento, exposiciones, programas radiales, fílmicos, televisivos, teatrales, concursos escolares, plásticos pero nada de lo planificado se ejecutó. Y  si bien es cierto que en muchos eventos del campo de las ciencias sociales se intercaló un panel o una conferencia sobre el PIC, por lo general se hablaba más de la matanza que de la fundación.

Señalo todo lo anterior, para que se comprenda mi  regocijo al participar en este panel, y aún más por haber sido organizado por la  Academia de la Historia de Cuba, que sabiamente ha reiniciado sus actividades prestándole atención a hechos que fueron ignorados por los miembros de la vieja Academia. Por lo tanto, es imprescindible   que la nueva academia socialice de forma adecuada  los resultados de sus debates  entre los amplios sectores necesitados de adquirir el nuevo conocimiento generado por ella. Solo de esa forma la Academia, que hoy  nos convoca por el centenario de la masacre,  contribuirá de manera significativa a los cambios también necesarios para el abordaje de nuestra historia; cambios a los que solo llegaremos después de profundos y complejos debates, luchando nosotros mismos en contra de los prejuicios que consciente o no portamos como consecuencia de nuestra formación o deformación,  de tantos siglos de educación colonial, o neocolonial, la cual tenemos tan enraizada en  nuestras mentes que en no pocas ocasiones  nos impide una mayor comprensión  de hechos y acciones discriminatorias que han convivido con nosotros, ante las cuales  hemos guardado silencio, al no reconocerlas como tales, o no querer verlas, conscientes o no.

Al respecto de lo anterior recientemente se expuso en una entrevista que:

[…] las Ciencias Sociales en varios momentos de la historia humana, rezagadas de la práctica, se han dedicado a argumentar soluciones de la sociedad que práctica está diciendo que ya no funcionan;[….]la quiebra del silencio es como la fiebre; una sociedad está tapando determinado asunto, tal parece que a nadie le preocupa , todo el mundo muy tranquilo,  de buenas a primeras se arma un debate social, y tú dices ¿Qué pasó?, pues que se rompió el equilibrio y la gente empezó a expresarse, como si tuvieran una cantidad de microorganismos superior a la que el sistema inmunológico permite, y entonces es cuando se quiebra el silencio, es como la fiebre en el cuerpo y hay que averiguar las causas de la fiebre,  y de que  a estas alturas, la gente esté hablando de eso, y pasa lo mismo con asuntos culturales sociales o políticos. (Entrevista Zuleica Romay por  Susana Méndez  en [http://www.cubadebate.cu/especiales/2012/02/08/zuleica-romay-ese-libro-fue-creciendo-dentro-de-mi-desde-que-naci/])

Lo anterior se corrobora  cuando  se analiza la problemática racial en nuestro país,  y particularmente  el mal llamado alzamiento,  la supuesta protesta armada, la acusación de racistas, y sobre todo la calumnia de que eran  pro-intervencionistas. Son pocos los historiadores  que subrayan detalles que  nos permiten valorar de manera diáfana la acción final del PIC. Jorge Ibarra al evaluar la protesta apunta:

“[…] cometieron el error de creer que lograrían sus fines a través de la amenaza de crear un desorden público. Fresca en sus mentes estaba aun la transacción a que había llegado el gobierno con el Movimiento Veteranista y esperaban lograr, de este modo, un arreglo similar. Así, acordaron llevar a cabo un alzamiento que bautizaron con el nombre de protesta armada, aun cuando apenas disponían de armas…[…]Ni siquiera podía alegarse que la protesta armada se propusiera derribar al gobierno por la vía de las armas.( [Ibarra Cuesta, Jorge].  “El crimen horrendo”. pp. 561-566 En: Historia de Cuba /Cuba. Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.)

La referencia al Movimiento Veteranista y la casi tendencia de los lideres y partidos de aquellos tiempos de amenazar al gobierno con irse a la manigua como un modo de presionarlo para obtener sus demandas, también están referidas de forma notable por Rafael Fermoselles en su Políticay Color, la guerrita de 1912.

Raimundo Menocal muchos años antes había dado a conocer un documento oficial estadounidense donde se decía:

“Hay varias teorías sobre el origen de este movimiento. La creencia predominante es que el movimiento se inició con el expreso propósito de provocar una intervención americana para beneficio de varios intereses que estimaron que se beneficiarían con un cambio de gobierno.  Un movimiento que tendiera a provocar la intervención americana claramente dirigiría sus primeros esfuerzos a la destrucción de la propiedad extranjera, /…/ (Menocal, Raimundo “Origen de la rebelión negra cubana de 1912, según EE.UU.” EL SIGLO, 14 de agosto de 1946, pp.1, 14;)

Queda bien claro que esa no era la intención de los independientes; desde las páginas de Previsión ellos emitieron fuertes criticas del sistema social en el cuál vivía el negro estadounidense, ¿cómo, por lo tanto, iban a desear la intervención, y mucho menos la anexión?

Fernando Portuondo evaluó las acciones de mayo del siguiente modo:

“De hecho, la verdadera raíz del movimiento estaba en la postergación que hasta entonces se había hecho de los negros en todos los órdenes de la vida bajo la República. La Guerra racista no mereció este nombre en verdad: ni los alzados cometieron las atrocidades características de movimiento de este tipo, ni apenas pudieron resistir  a la persecución del flamante ejército, creado por el presidente José Miguel Gómez, el cual en poco aprehendió y ejecuto sin someterle a ningún tribunal a los cabecillas Estenoz e Ivonet, y cuya implacable actuación, causó la muerte de unos tres millares de negros.” (Portuondo del Prado, Fernando.  “Sucesos políticos más notables del General Gomez’, pp. 599-600 en su Historia de Cuba. Editorial Minerva, la Habana, 1957.)

Se evidencia en la anterior cita, el criterio que tenía  Fernando Portuondo sobre la objetiva causa del malestar social que padecía la comunidad negra cubana. 

Fermoselles nos dio a conocer en 1974 la carta enviada por Estenoz a Wshington pidiendo la mediación, al percatarse que el gobierno cubano se negaba a negociar. Mediación  tiene un significado completamente diferente a anexión. Resulta poco verosímil que si  el PIC buscaba  la intervención, fuera a solicitarla  justamente en el momento   menos atrayente para su aceptación por el gobierno estadounidense, y no, cuando se podía hacer creer que ello tenían un posición de ventaja, y repito, fuera a solicitarla cuando ya prácticamente el gobierno cubano controlaba ampliamente la situación.

El análisis desapasionado permite valorar que la carta fue escrita  por Estenoz como la única y última posibilidad  de detener y evitar el desenlace trágico de la protesta. De dicha misiva, léase las siguientes líneas:

[…] imposible llegar a un acuerdo con este Gob., toda vez que no nos merece absolutamente  ninguna confianza; pues este no ha hecho otra cosa mas que dividir la opinión en el país, haciendo creer a los blancos nativos que nosotros les odiamos y que nuestra reclamación es puramente  una guerra de raza, de negros contra blancos, siendo todo lo contrario, toda vez que nuestros hechos son las mejores pruebas  de lo ya dicho por mí. Esperemos, pues, que igual que otras veces  ese mismo Gob. [envíe] un representante si lo cree a bien para que en el mismo campo de la Revolución se convenza de lo que expongo, pues de seguir así los atropellos con nuestras familias nos veremos en la necesidad de establecer represalia.(Fermoselles, Rafael.  Política y color en Cuba: La guerra de 1912.  Ediciones Géminis, 1974, p.244)

El contenido de esa carta ha sido tomado para dar una imagen poco objetiva del PIC, pasando por alto la crítica situación a la cual tenían o tuvieron que hacer frente. Ella evidencia también  el fuerte estado represivo en contra de la población negra, simpatizara o no, con los independientes. Hay que analizar la actitud de Estenoz y la decisión asumida,  teniendo muy presente la crítica situación en la cual los participantes de la protesta se encontraban, y por supuesto, al darse cuenta  de que el Gobierno constitucional no tenía la menos disposición de buscar una solución  pacífica, opto por solicitar la mediación.

A todo lo anterior hay que sumar la posibilidad. cada vez más creíble de la existencia de un pacto de José Miguel Gómez con  la dirigencia del PIC, teniendo en cuenta los testimonios recogidos a familiares de Ivonet en 1973, en Santiago de Cuba, quienes recordaban muy claramente los comentarios oídos de pequeño referidos a la traición sufrida por parte del presidente. Interrogado en esa ocasión sobre esa posibilidad, Serafín Portuondo Linares, el autor de El partido Independiente de Color (1950) respondió:

Mira, la realidad actual nos lleva a comprender que con tal de obtener determinados objetivos, no nos debe sorprender ni ver como un error que para lograr lo que consideraban lo más importante, la derogación de la Enmienda Morúa, buscaran una fórmula de compromiso. Decir lo contrario no está documentado, y sí los nobles propósitos que animaron al PIC, a sus fundadores y militantes. (Fernández Robaina, Tomás. Cuba: personalidades en el debate racial, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2007, pp.97-98)

En las  citas anteriores se aprecia a simple vista algunas de las valoraciones compartidas también por otros intelectuales  que han analizado la fundación del PIC y su posterior proceso, como  Juan Leiseca, Alberto Arredondo, Julio Le Riverend, Leopoldo Horrego Estuch, Joel James, Aline Helg, Alejandro de la Fuente, Louis Perez Jr. Silvio Castro, Maria de los Ángeles Meriño, Victor Fowler y  Olga Portuondo, entre algunos más  que recientemente han intervenido en paneles exponiendo sus criterios, enriqueciendo los diferentes puntos de vistas, de un modo dialectico, y por lo tanto, evaluando objetivamente lo positivo y negativo que todo proceso social conlleva. 

En los párrafos leídos se corrobora que los Independientes:

Intentaron aplicar la estrategia empleada por otros grupos opositores, que si habían visto satisfechas sus demandas.

No realizaron realmente una protesta armada, teniendo presente el armamento con el que la hicieron.

No buscaban la intervención, nada hicieron en esa dirección para provocarla en las primeras semanas de la protesta. 

Históricamente se había aceptado la cifra de más de un millar de muertos. Maria de los Ángeles Meriño en su Una vuelta a mayo de 1912 (2006), nos ofrece una cifra menor a partir de la cuantificación de los certificados de defunción, y de los partes de muertos del ejercito constitucional. Este título ha estimulado mucho el debate sobre el PIC, la masacre y otros aspectos no abordados aún de manera amplia en esos estudios, como el papel de las mujeres  en esa organización,  y el relevante papel que jugaron en pro de la amnistía para sus esposos y familiares.

No pocos de esos aspectos fueron incluidos en el Programa presentado a la Comisión de los  Centenarios del Partido Independiente de Color (2008, 2010, 2012), como un modo de estimular investigaciones sobre  las áreas poco abordadas de esa historia. Sin embargo ,los centenarios de la fundación y de la Enmienda Morúa no acapararon del modo esperado el interés de las instituciones que deben liderar los estudios históricos en nuestro país. Por lo que. el panel de hoy nos estimula, y como dije al principio, nos regocija, pero no debemos conformarnos con lo que hemos hecho hasta aquí para romper el silencio y el olvido de tantos hechos y  figuras preteridos de nuestros planes de enseñanza,  y por lo tanto de nuestros textos docentes.

Tenemos que seguir deshaciéndonos de los prejuicios que tanto daño nos han ocasionado para la comprensión de nuestra verdadera historia;  es necesario profundizar aún más en el pensamiento antirracista de Martí, de Maceo pero también en los pensamiento de Juan Gualberto Gómez,  de Rafael Serra, de Martín Morúa Delgado,  de Evaristo Estenoz, de Armando Pla, de Gustavo Urrutia, de Elias Entralgo, de Juan René Betancourt, de Walterio Carbonell, y también del controversial Carlos Moore; tenemos que saber sus pensamientos, sus criterios, solo conociéndolos podemos rechazar lo que cada cual  considere negativo,  apartándonos de  los prejuicios que tanto han frenado nuestro desarrollo político e ideológico;  debemos aunar,  sumar los aspectos positivos, y divulgarlos,  para que predomine el  respeto al otro, a la diversidad,  poniéndolos en función de la sociedad que deseamos construir.

Pero debemos estar y ser bien consciente, de que solo comenzaremos a levantar esa sociedad cuando dejemos los lastres de que es mejor no hablar del asunto, del temor a que el debate divida a los cubanos. El silencio, la no consideración de nuestra problemática racial, como un factor social, económico, cultural y político  necesarios de atender ha sido  lo predominante  desde la colonia hasta el presente; y si ahora, el atípico movimiento social de los negros cubanos emerge con mayor visibilidad, es la consecuencia de que la política del silencio no dio resultado. Por lo tano sigamos en combate contra el silencio, y  particularmente contra la sordera, que a veces obtenemos como respuesta de aquellos que se resisten  a los cambios tan necesarios para nuestra sociedad, como diáfanamente lo ha expresado  y exigido nuestro Presidente.

Muchas gracias.

La Habana 6,7 y 8 de marzo del 2012.


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