Acercamiento al maestro Juan Pérez de la Riva (1913-1976)

Dr.  Alejandro García Álvarez

Hoy conversaremos sobre Juan Pérez de la Riva, un distinguido y polifacético profesor e investigador, que durante una vida profesional relativamente breve, (1959-1976, - diecisiete años- y 63 de edad)), se desempeñó con notable éxito en el campo de las Ciencias Sociales y Humanísticas en nuestro país, aportando con su labor valiosos conocimientos sobre  procesos y eventos que acontecieron durante los períodos históricos correspondientes a La Colonia y La República,  así como en las dos primeras décadas de la Revolución.

Juan, como habitualmente solía ser identificado, contaba con dos atributos muy favorables para el desempeño del oficio de historiador: poseía una sólida cultura humanística y a la vez  sentía un gran interés por el conocimiento  del pasado de nuestro pueblo, especialmente en los temas relacionados con  el asentamiento y la  dinámica seguida por los diferentes  grupos humanos en sus relaciones con el medio físico-geográfico, y con las estructuras político-administrativas prevalecientes en cada época.

Fue en los primeros años de la década de los sesenta, cuando este particular profesor e investigador comenzó a manifestar con mayor intensidad su presencia en los espacios culturales de nuestro país, aportando su método de mirar profesionalmente al pasado y al presente sobre una base multidisciplinar y a la vez integradora. Quizás una de sus primeras actuaciones en este contexto fue la conferencia que al inicio de 1965 ofreciera a los estudiantes de quinto año de la carrera de Arquitectura de la Universidad de La Habana con el objetivo de orientar un análisis histórico del batey azucarero cubano. Dicha actividad, titulada “El batey de un ingenio”, fue en aquel momento compartida  con el reconocido historiador Manuel Moreno Fraginals, y publicada en el propio año de 1965, por el Instituto de Planificación Física con el título El batey Azucarero en Cuba. Origen. Historia  y futuro.

De sus actividades investigativas anteriores y posteriores resultó una obra científica escrita, especialmente abundante, profunda y variada. Su participación en Contribución a la historia de la gente sin historia (1974) trazaría el rumbo de algunos de sus trabajos posteriores, entre los cuales se destacan varios ensayos y artículos de su autoría recogidos en el tomo titulado El barracón y otros ensayos (1975,);  en los números I y II de Anuario de Estudios Cubanos (publicados en 1975 y1979), así como en La conquista del espacio cubano (2001), libro en el cual aparecen agrupados otros ensayos e investigaciones de este autor relacionados con la evolución del espacio histórico-cultural cubano. También merecen ser mencionados al menos dos trabajos muy representativos sobre la trata esclavista en Cuba, como son los titulados  ¿Cuántos africanos fueron traídos a Cuba? (1977), y El monto de la inmigración forzada en el siglo XIX (1979).

Debe reconocerse que en su constante incursionar por la historia de Cuba, Juan Pérez de la Riva abordó infinidad de temas novedosos y de gran interés para los conocimientos generales sobre la cultura nacional. Su permanente inquietud investigativa le llevó a reunir una obra caracterizada por su diversidad, aunque  formando parte de un conjunto abarcador y a la vez coherente. Durante toda su vida, tanto sus amigos como sus críticos  consideraron con cierta ligereza que al trabajo intelectual de este notable profesional de las Ciencias Sociales y Humanísticas  le faltaba la publicación de una obra más completa y significativa que avalara su prestigio.

Una aproximación posterior y más completa al conocimiento de su obra, revelaría la existencia sin publicar del más extenso y detallado trabajo de los realizados por Juan. Se trata en este caso de su magnífica investigación relacionada con la presencia de asiáticos en la industria azucarera cubana, una obra cuya publicación había sido reiteradamente postergada sin saberse las causas, desde el año de su terminación y entrega, en 1967, hasta el 2000, cuando finalmente, y gracias a la gestión de la Editorial de Ciencias Sociales, fue dada a la publicidad en su libro titulado Los culíes chinos en Cuba.

Este notable intelectual había nacido en el seno de una familia cubana que se encontraba temporalmente en el balneario francés de Biarritz, justamente en el año anterior al inicio de la Primera Guerra mundial. En aquella  circunstancia de inminente confrontación bélica, sus padres decidieron interrumpir su habitual estancia en aquella costa  para retornar  a Cuba. Ya en plena juventud  Juan Pérez de la Riva se vinculó a movimientos políticos juveniles en la capital de la Isla, causa por la que finalmente fue enviado por su familia al país galo con el propósito de cursar estudios universitarios, inicialmente en la carrera de  Ingeniería Eléctrica y después en la de Geografía, hasta  graduarse en esta última especialidad. Su permanencia en Europa se extendió hasta los años de la Segunda guerra mundial, lo cual facilitó su formación como profesional, en particular con el apoyo de los conocimientos y entrenamientos recibidos de  un grupo de distinguidos profesores franceses, entre los cuales se encontraban el geógrafo Raoul Blanchard, y los historiadores Esmond Esmorin, Marc Bloch y Alfred Sauvy. Durante aquellos años de preparación  académica sistemática, Juan  continuó definiendo la orientación política  iniciada desde su permanencia en Cuba,  a través de su vinculación con movimientos de izquierda franceses.

Transcurridos varios años y ya de regreso a la isla, Juan Pérez de la Riva se dedicó durante quince años, a la administración  y residencia en San José de Sumidero, un predio rural enclavado en la sierra del Rosario. Sin embargo, el triunfo de la Revolución modificó de forma drástica e inevitable  el rumbo de su actividad social en Cuba, abriéndose ante él un novedoso espacio para su  plena incorporación a otro tipo de actividades, como lo fueron el trabajo en la Biblioteca Nacional José Martí; la docencia universitaria, y  las investigaciones documentales y de campo, en compañía de estudiantes. Su formación académica basada en la llamada Escuela de Annales; así como su desempeño en distintas  esferas de interés para los estudios sociales, tales  como la Geografía (Humana y Económica), la Historia y la Demografía, a  lo cual también se unía su dominio de las Matemáticas, favorecieron la aplicación práctica de este conjunto de conocimientos, métodos y técnicas,  a sus investigaciones sobre las estructuras y el comportamiento temporal de diferentes procesos históricos; entre ellos, los migratorios que se habían producido en Cuba como respuesta a la necesidad de brazos que demandaba la industria azucarera.. Mediante su  personal quehacer investigativo  en la dirección de trabajos de campo en distintas zonas del país  con la participación de estudiantes universitarios; o como profesor de la asignatura titulada Economía Geográfica  en la Escuela de Geografía de la Universidad de La Habana,  y también desde su cubículo como asesor del Departamento de Colección Cubana de la Biblioteca Nacional, la inteligencia de Juan Pérez de la Riva supo desentrañar claves complejas y caracterizar procesos  fundamentales para el conocimiento sobre el  pasado de nuestro país, superando así la explicación estrictamente económica, el mero relato político o la simple descripción de acontecimientos que habían prevalecido hasta entonces en los medios académicos nacionales. Su actividad docente, principalmente en la dirección de estudios  documentales y de campo, hicieron de este  profesor universitario un referente obligado en materia de investigaciones, principalmente a causa de su indiscutida capacidad para trasmitir a los estudiantes y a los colegas que habitualmente se acercaban a él, sus conocimientos sobre los instrumentos más afinados que podían aplicarse  a  las investigaciones sobre las sociedades del pasado y del presente.

Yo había visto a Juan junto a sus hermanos Francisco y Alina, en algún concierto de Pro-Arte Musical, a principios de 1959. En el grupo familiar, la imagen de Sarah, su esposa, sobresalía. Me llamaba la atención porque su apariencia nada tenía que ver con la  de otras damas que solían frecuentar aquellas funciones. Transcurrida más de una década pude relacionarme ocasionalmente con Juan y  Sara,  en el edificio Dihigo de la Universidad de La Habana, lugar que entonces era compartido por las escuelas de Letras y  de Historia.

Pero un acercamiento mayor  a su persona solo tuvo lugar a partir del año de  1971. Yo me había incorporado recientemente al claustro de la Escuela de Historia, y la primera actividad docente que me fue asignada por la dirección de la misma, fue la sustitución del profesor Juan Pérez de la Riva en la asignatura de Demografía, en una particular circunstancia en que su estado de salud no le permitía asistir a clases. Confieso que con la excepción de mis conocimientos generales sobre Matemática y Estadística que podían ser aplicados en esta asignatura, lo cierto es que yo  carecía de la preparación necesaria para explicar los contenidos de la Demografía con la debida eficiencia. Por esta razón, cada día de clases me trasladaba a su casa para recibir de él sus ideas y los conocimientos particulares sobre el tema que debía ser explicado en el correspondiente encuentro con los estudiantes. Semanas más tarde, cuando mejoró su estado de salud, le iba a buscar para llevarle al aula, y para que pudiera observar críticamente mi clase…... -que era más bien “su” clase-. Así se creó una inevitable relación de amistad que me permitió recibir de él conocimientos y consejos sobre ciertos instrumentos metodológicos fundamentales que, no solo podían mejorar  mi comprensión sobre el pasado sino  también incursionar con mayor seguridad en su estudio, basándome en la aplicación de métodos de investigación más modernos y científicos. Sus consejos influyeron en la preparación del proyecto de investigación que sobre la historia y el accionar de la empresa United Fruit en Cuba elaboramos Oscar Zanetti y yo al año siguiente. La amplitud de este particular estudio sobre la bananera-azucarera norteamericana en nuestro país, tiene mucho que ver con enfoque totalizador que Juan nos hizo ver en aquel momento.

Como este año se cumple un siglo del nacimiento de Juan Pérez de la Riva Pons, el gremio de los historiadores cubanos  ha decidido   rendir un merecido homenaje a quien durante un tiempo relativamente breve de labor académica y docente,  dejó el testimonio de su rigurosidad científica, plasmada en un abundante número de publicaciones sobre diversos temas históricos, geográficos, demográficos y culturales y, sobre todo, logró trasmitir sus útiles experiencias metodológicas a quienes alguna vez  tuvimos el privilegio de poder acercarnos a su entorno académico.


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