Recepción del Académico correspondiente extranjero Dr. Franklin W. Knight

En la sesión ordinaria de la Academia de la Historia de Cuba del 12 de abril de 2016 se efectuó la recepción del académico correspondiente extranjero Franklin W. Knight, quien en su emotivo discurso agradeció tan distinguido nombramiento. Las palabras de recepción estuvieron a cargo del  académico de número Dr. Alejandro García Álvarez

Academia de Historia de Cuba, 12 de abril de 2016

Franklin W. Knight

Estimado Presidente

Distinguidos Miembros de la Academia

Señores y Señoras

Les agradezco mucho este magnífico honor.

Debo admitir al principio que la magnitud de este honor me roba de palabras e de ideas.

Nunca en mi vida pensaba que llegaré a este punto significativo. De joven mi ambición (al miedo y quizás el disgusto de mis padres) fue pasar una vida sin trabajar y evitando el pago de cualquier impuesto fiscal. Y en el sistema académico inglés eso fue posible en la ocupación del “tutor” en la universidad. El “tutor” gozó de una residencia gratuita en uno de los colegios universitarios y para este privilegio ayudó a esos estudiantes con dificultades en sus careras académicas.

Pero mi vida cambió y mis planes originales fracasaron con el fin de mis estudios en la Universidad de Wisconsin. Entré el mundo académico al nivel profesorado como un barco sin vela y sin motor sujeto al fastidio de ola y viento. Así por todo la vida profesional no solo he trabajado sino he pagado los inevitables impuestos de varias formas. Y ahora me encuentro aquí en La Habana con Ustedes.

Este humilde jamaicano viajó por primera vez a esta isla vecina invitado por el gobierno cubano en la primavera de 1977. En el otoño tuve la oportunidad en asociación con Alfred Stepan entonces de la Yale University y con Margaret Crahan entonces de la City University of New York de invitar a los Estados Unidos la primera delegación académica cubana después de 1961 viajar oficialmente a Los EE UU. La delegación visitó las universidades de Yale y de la Johns Hopkins, concluyendo su estancia norteamericana en la reunión de LASA en la ciudad de Houston, Texas.

Así empezó una relación extraordinaria: el intercambio entre la Johns Hopkins y Cuba que persistió sin interrupción hasta 2008; y también la con LASA.

Este intercambio académico ofreció la oportunidad de dos diferentes experiencias.

  1. La primera fue el encuentro con una cantidad de académicos cubanos quienes me recibieron como el hermano perdido: Mirta Aguirre, Carlos Alzugaray, María del Carmen Barcia, Miguel Barnet, Digna Castaneda, Roberto Fernández Retamar, Alejandro García, Oscar Garcia, Sergio Guerra Vilaboy, Jorge Ibarra, Carmen Iglesias, Fe Iglesias Garcia, Marial Iglesias Utset, Gloria León, Julio Le Riverend, Milagros Martínez, Estéban Morales, Manuel Moreno Fraginals, Oscar Pino Santos, Olga Portuondo, Berarda Salabarría, Arturo Sorhegui d’Mares, Oscar Zanetti y muchos otros cuyos nombres en este momento no puedo recordar pero cuya influencia corre siempre como la sangre en el cuerpo.

Estos académicos cubanos con paciencia y disciplina me enseñaban la historia fascinante y extraordinaria de esta isla preciosa. Y espero que mi vida profesional refleje esta rica asociación con los miembros de esta academia y con todos los académicos para quienes la historia cubana es el centro de su preocupación.

Es posible decir que la historia cubana forma una parte integral de la más amplia historia de las vecinas Antillas. Sin embargo, siempre llamó mucho más atención: por su tamaño territorial; por su posición geográfica y estratégica; por la importancia gigante del puerto de La Habana y sobre todo por las necesidades de la ciudad fortificada después del fin del siglo XVI.

La Habana, aún más de Santo Domingo, jugaba un papel sin igual en la historia de las Américas. Esta se refleja en los censos de 1790 cuando La Habana sale como la ciudad con la mayor población después de la ciudad de México y la de Lima, Perú. Con una población de casi 100,000 habitantes en la ciudad y sus cercanías, La Habana tenía más de dos veces la población de Nueva York, la ciudad más grande de EE UU con menos de 40,000 habitantes, y casi tres veces la población de Filadelfia con menos de 30,000. En 1790 la ciudad de Baltimore tenía una población de menos de 15,000 habitantes. Ninguna otra ciudad caribeña manifestó la población o importancia dentro de un imperio europeo antes de 1800.

2 - La segunda consecuencia del intercambio Johns Hopkins/Cuba fue la oportunidad de vivir la Revolución Cubana dentro de su serie de transformaciones internas desde los años de la década de los setenta hasta hoy.

No cabe duda que esta revolución cubana ha sido una de las más grandes revoluciones en la historia moderna.

En la historia la palabra “revolución” parece demasiado frecuente y algunas veces pierde su definición. Muchas veces, por ejemplo, es difícil diferenciar entre una “revolución” y una sencilla coup d’etat o cambio de administración.

Sin embargo si se define una revolución como un cambio fundamental en la base social del poder político, es posible clasificar esos eventos.

Con esta definición se destacan siete revoluciones en la historia moderna:

1 - La primera es la revolución política que estableció Los Estados Unidos de América entre 1776 y 1783. Es difícil aceptar que esta revolución representó un cambio fundamental en la base social del poder político – las elites de las colonias ya tenían el local poder político que formalizaron en 1776 con su declaración de independencia y años después con su constitución. Pero la importancia de este evento consiste en la precedencia para construir artificialmente un nuevo estado.Se permitió forjar una patria nueva por acuerdo.

2 - Le segunda fue la revolución francesa entre 1789 y 1800 cuando los franceses construyeron un estado nacional en vez de su estado monárquica. Antes de la revolución en Francia el poder político residió con la monarquía y hasta cierto punto en la asamblea de Los Cortes, dividido entre Estados: El Primer Estado de la Nobleza; El Segundo Estado de Los Cleros; y El Tercer de representantes de las poblaciones y ocupaciones urbanas. Mientras que los de la nobleza y de los cleros tenían un voto por cada uno, los miembros del Tercer Estado compartieron solo un voto. No reunió esa asamblea dentro de hace más de cien años y su división de poder en 1789 fue totalmente insostenible. Y uno de primeros actos de 1789 fue abolir el antiguo sistema de Estados y sustituir una nueva asamblea nacional donde cada representante tuvo su proprio voto individual e igual.

 

3 - La tercera revolución fue la Revolución Haitiana entre 1789 y 1804. Esta representa la revolución más completa en la historia. Todo se cambió: la sociedad; la economía local e internacional; el complejo productivo de plantación y de comercio; y sobre todo, la base social del poder político. En Haití los esclavos y recién emancipados asumieron control total de un nuevo estado donde por primera vez en la historia se anunció una declaración de derechos humanos.

 

4 - La cuarta fue la Revolución Mexicana entre 1910 y 1928. En este caso el centro de poder se trasladó del centro hacia el noroeste (con los partidarios de Obregón y Calles en Sonora y Sinaloa y los de Lázaro Cárdenas en los estados provinciales de Michoacán y Vera Cruz.) Perdieron su influencia política las viejas élites científicas de Benito Juárez y Porfirio Díaz.

 

5 - La quinta revolución ocurrió en Rusia en 1917. Se acabó la dinastía y se estableció el primer sistema socialista de tiempos modernos y se legitimaron las aspiraciones de las clases humildes. Este nuevo sistema tuvo un impacto global hasta nuestros días.

 

6 - La sexta revolución consiste de la en China bajo Mao Tse Tung en 1949 y representa el prefacio de la China actual que acaba de llegar a su nuevo status de “súper poder” internacional.

 

7 - Y la séptima es la Revolución Cubana que empezó en 1959. Para decir más sería no solo un insulto a este público sino indicativo de una pérdida provisional de sensibilidad y modestia personal.

 

Sin duda hay otras revoluciones que aproximan pero no llegan esta forma de grandeza: el caso de Getulio Vargas en Brasil entre 1930 y 1945; el de Juan Perón en la Argentina entre 1945 y 1955; el de Paz Estenssoro en Bolivia entre 1952 y 1960; y en la literatura hay argumentos para incluir casos de Chile, del Perú, de Guatemala, o de Venezuela.

La observación importante es que personalmente he aprendido mucho de los vínculos académicos USA/Cuba durante los pasados 39 nueve años. Y quizás la más importante observación es que una revolución no representa un evento aislado e individual sino un proceso. De proceso nadie sabe exactamente cómo y cuando se termine. Así nosotros seguimos viviendo este proceso dinámico y efervescente.

Muchas gracias por su amable atención.


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