Ignacio de Urrutia y Montoya
Según unos, el 2 de enero, y según otros el 21 de enero de 1735 nacía en La Habana Ignacio de Urrutia y Montoya, considerado tradicionalmente uno de los tres primeros historiadores de Cuba. Su padre fue un distinguido miembro de la oligarquía habanera, profesor universitario, procurador del Cabildo y abogado de la Real Compañía de Comercio de la ciudad.
Ignacio continuó el camino de su progenitor. Se graduó de bachiller en México, de abogado en Santo Domingo y de doctor en Derecho Canónico en La Habana. En 1762 organizó fuerzas en Santa Clara para combatir a los ingleses que asediaban a la capital, y en 1764 fue uno de los redactores de El Pensador, el primer periódico literario de la Isla. Murió en La Habana el 16 de octubre de 1795. Fue también un experimentado funcionario de la Intendencia del Ejército y de la Real Hacienda, de la Auditoría de Marina y del ayuntamiento de Bejucal.
Escribió dos obras históricas: Teatro histórico, jurídico y político militar de la isla Fernandina de Cuba y Compendio de Memorias para la historia de la isla Fernandina de Cuba. Del Teatro se publicaron en La Habana solo catorce pliegos en 1789 o 1791 según distintas fuentes, mientras que la mitad del Compendio apareció en ese último año. El Teatro se incluyó desde 1815 en las Memorias de la Real Sociedad Económica, pero al dejar de publicarse estas, nunca circuló completo. En 1876 se imprimieron solamente sus primeros seis libros, que cubren hasta el año 1556, reproducidos en 1931 por Academia de la Historia de Cuba en un volumen que añade los fragmentos conservados del segundo tomo, inédito hasta entonces, más el Compendio, con prólogo del académico Carlos M. Trelles. Finalmente, la Comisión Nacional Cubana de la Unesco publicó en 1963 el primer tomo del Teatro.
Una de las principales personalidades de la Ilustración cubana, José Agustín Caballero, sometió a dura crítica el Teatro por encontrarle errores y falta de estilo histórico y cierto parecido a un sermón escolástico. Considerado demasiado artificioso y abusivo en el uso de exageradas imágenes en su inicio, se ha observado, sin embargo, que su relato va siendo más escueto y directo según avanza la obra.
Urrutia y Montoya se valió mucho de los cronistas de Indias y de sus antecesores inmediatos, los historiadores Pedro Agustín Morell de Santa Cruz y José Martin Félix de Arrate. Sus obras tuvieron la intención de presentar el origen y la evolución de su clase, la oligarquía habanera, necesitada de historiar su pasado justo en la época en que comenzaba su rápido tránsito hacia un bienestar económico notable.