Un mulato cubano fué alcalde de parís en el siglo XIX
Por Carmen Esquivel*
“Severiano de Heredia: ese mulato cubano que París hizo alcalde y la República ministro”, es el título más reciente del escritor francés Paul Estrade, a través del cual su autor nos adentra en la vida de un hombre singular y casi desconocido.
Estrade, historiador y profesor de la Universidad de París Saint-Denis, ha escrito numerosos libros sobre latinoamericanos ilustres que dejaron su huella en Francia, entre ellos el patriota cubano José Martí y el puertorriqueño Ramón Emeterio Betances.
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Publicado por Paul Estrade, miembro correspondiente extranjero de la Academia de la Historia de Cuba.
Hace varios años, estudiando a Betances, quien fue amigo de Martí, descubrió que él creó aquí una asociación de franceses solidarios con Cuba y que en esa organización había un exministro llamado Severiano de Heredia.
“Este es el punto de partida de mi interés por De Heredia, hace ya casi cuatro décadas”, dijo Estrade en una entrevista con Prensa Latina.
El historiador se dedicó a investigar la vida de este político, una tarea que le llevó varios años, porque no existían suficientes antecedentes.
“Fue un trabajo difícil porque es un hombre casi desconocido. No había una biografía de él ni en Francia, ni en Cuba.
No sabía ni dónde había nacido, ni dónde estaba enterrado, ni qué había hecho. Entonces, fue una labor bastante dificultosa”, explicó.
Severiano de Heredia nació en La Habana en 1836 y a los 10 años vino con su madre adoptiva, Madeleine Godefroy, para Francia, donde desarrolló una larga carrera política y ocupó importantes cargos durante la III República.
Es primo del poeta romántico cubano José María Heredia y del también poeta parnasiano francés José María de Heredia, pero a diferencia de ellos, Severiano se destacó más por la política que por la literatura.
A pesar del vínculo familiar, no existe ningún documento o carta que demuestre que se conocieron o mantuvieron alguna relación, explicó el investigador.
Severiano fue un hombre de una amplia cultura, estudió y dominó perfectamente el idioma local, se hizo ciudadano francés y se identificó plenamente con este país.
En 1873 fue electo Consejero del barrio de Ternes (hoy distrito 17 de esta capital) y luego ocupó diversos puestos, como responsable de la comisión de asuntos de la prefectura y la alcaldía central, miembro de la comisión de presupuesto y secretario de la vicepresidencia del consejo.
Ya tenía seis años de trabajo en la comuna, cuando el 1 de junio de 1879 lo eligieron presidente del Consejo Municipal de la Ciudad Luz, lo que hoy sería el equivalente a alcalde de París, urbe que entonces contaba con dos millones de habitantes.
En aquella época, el período de mandato duraba solo seis meses y era un cargo honorario, porque no se recibía ningún salario por esa labor.
Durante su semestre al frente de la capital le tocó enfrentar la situación de emergencia creada por el invierno de 1879-1880, cuando se registraron temperaturas de hasta 23 grados bajo cero, el río Sena se congeló y las principales vías de comunicación quedaron bloqueadas.
La nieve alcanzó una altura de medio metro y Severiano ordenó contratar a 12 mil hombres sin trabajo para limpiar las calles y abrir los locales de la ciudad a las personas sin hogar.
En 1881 fue electo diputado por el distrito XVII, uno de los más populosos de la capital, y en 1887 ocupó el cargo de ministro de Obras Públicas en el gobierno de Maurice Rouvier.
Durante su trayectoria, De Heredia no estuvo exento de los ataques racistas de algunos sectores de la sociedad, entre ellos el diario La Intransigencia, de Henri Rochefort, donde se escribieron artículos alusivos a su raza y lo calificaron como “El negro del Elíseo”.
Sin embargo, eso no fue un impedimento para que el público y sus aliados políticos le apreciaran en su justo valor y le confirieran responsabilidades de manera durable.
Severiano jugó un papel muy activo en la lucha por la separación de la Iglesia y el Estado, la educación gratuita, laica y obligatoria, la formación profesional y la creación de bibliotecas municipales.
“Era un radical progresista, laico, librepensador, francmasón, defensor de la escuela pública y de la formación continua, ecologista y un apasionado por el automóvil eléctrico”, precisó Estrade.
Severiano sucedió a Víctor Hugo en la presidencia de la Asociación Philotechnique, agrupación que favorecía la promoción de la cultura y la enseñanza para los adultos y que aún hoy se mantiene en el Barrio Latino de esta capital.
Ese hombre alcanzó la cúspide en los años 70 y 80 del siglo XIX por sus enormes capacidades, pero a partir de los noventas su figura va a decaer y sobre todo después de muerto se le va a olvidar, afirmó el historiador.
El político falleció el 9 de febrero de 1901 de manera súbita, cuando tenía 64 años, y medios de prensa como Le Figaro, La France y Le Rappel dijeron que había muerto por una meningitis, mientras que otros, como Le Radical, hablaban de una congestión cerebral.
El 13 de febrero fue enterrado en el cementerio de Batignolles, ubicado en el noroeste de París.
Con esta investigación -dijo Estrade- creo haber logrado una primera aproximación a un hombre casi desconocido, que no alcanzó La Legión de Honor, ninguna calle lleva su nombre y del cual no hay ningún busto en la ciudad, pero que, a pesar de su color, fue alcalde y alcanzó en la política y lo social un rango elevado.
* Jefa de la corresponsalía de Prensa Latina en Francia.
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