Antonio Iraizoz, 1931
“Labor de la Academia de la Historia”
El ruido ensordecedor de las pasiones políticas impide muchas veces que lleguen al gran público los ecos apacibles de la labor tenaz, serena, juiciosa, que realizan nuestras corporaciones culturales…
La Academia de la Historia… ha dado a la publicidad en estos últimos años una serie de obras, tan esenciales para el conocimiento de nuestro pasado, que bien puede decirse: ella ha puesto los sólidos sillares de ese monumento de la historia nacional, necesario, imprescindible, para una colectividad que tiene conciencia de sí misma; y que desea perpetuarse en lo futuro por la confianza que inspira el esfuerzo de las generaciones anteriores...”
…se podrá apreciar, de conjunto, una labor eficiente, honrada, de verdadera trascendencia para nuestra cultura, y justifican con plenitud la gestión encomendada al constituirse ese organismo que tanto nos honra y enorgullece.
La actitud desdeñosa, el silencio, la secreta o pública diatriba se disuelven por ineficaces, ante esa gestión que se concentra en más de un centenar de libros, frutos del paciente trabajo, de la acuciosa investigación, de la probidad intelectual de un grupo de hombres devotos a quienes no pudo rendir la hostilidad de un ambiente refractario a todas las finezas del espíritu, y a toda la ponderación y responsabilidad del pensamiento.
(en El Mundo, La Habana, 10 de mayo de 1931.)