Los servicios secretos españoles en la Guerra del 95: el caso Collazo

Gustavo Placer Cervera

El espionaje ha desempeñado desde los más remotos tiempos un importante papel tanto en  la paz como en la guerra. Sobre todo en esta última, cuando las contradicciones políticas alcanzan su máxima agudeza y violencia. Los servicios secretos y diplomáticos y sus agentes pueden darle un sesgo inesperado a ciertas coyunturas políticas y bélicas. La historia humana está llena de acontecimientos tales, que sin cambiar las tendencias esenciales del desarrollo histórico, le dieron matices concretos a las luchas entre individuos, grupos sociales, etnias, o naciones. El investigador ruso Efim B. Cherniak reunió abundante información que demuestra estas afirmaciones en su libro Cinco Siglos de Guerra Secreta , publicado en nuestro país hace tres décadas. Esa misma importancia podemos observarla en el proceso de luchas iniciado por el pueblo cubano en 1868, continuado en 1895 y que dura hasta nuestros días.

El estudio de la influencia del espionaje en nuestros procesos históricos ha sido abordado por nuestra historiografía de manera inconexa. Aunque hay aportes muy importantes en el estudio de la lucha contra la labor de los servicios secretos enemigos en la etapa más reciente de nuestra historia, quedan aún, sobre todo en lo que respecta a las  etapas anteriores, grandes espacios por investigar.
Una contribución significativa al estudio de las actividades del espionaje del régimen colonial español contra el movimiento independentista cubano lo constituyó el libro Noticias confidenciales sobre Cuba. 1870-1895 de Nydia Sarabia  en cuya primera parte la  destacada historiadora nos dio a conocer el diario inédito del patriota Néstor Ponce de León y en su segunda parte titulada La Pinkerton tras José Martí, sobre la base de la información obtenida, en gran parte, en archivos españoles, nos ofrece una reconstrucción histórica de la lucha que tuvieron que librar José Martí y sus más cercanos colaboradores contra la tenaz persecución de que fueron objeto por los agentes de esa agencia norteamericana puesta al servicio del colonialismo español.

El presente trabajo, pretende darle una continuidad a dicha obra. Para ello, hemos reconstruido el accionar de los servicios  de inteligencia españoles en su propósito de frustrar la labor revolucionaria del destacado combatiente independentista  Enrique Collazo Tejada a quien Martí y Máximo Gómez encomendaron la misión de preparar una fuerte expedición y conducirla a la región occidental de Cuba.

La información necesaria para elaborar este estudio fue obtenida, en su mayor parte, en varios archivos españoles en los que hemos tenido oportunidad de trabajar, sobre todo en el Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores de España y el Archivo Militar General, ambos en Madrid, y el Archivo General de la Marina, ubicado en El Viso del Marqués, en la provincia de Ciudad Real.

El protagonista principal

Enrique Collazo Tejada nació en Santiago de Cuba el 28 de mayo de 1848 en el seno de una familia perteneciente a la burguesía urbana en  formación. En 1857, apenas cumplidos los nueve años, fue llevado a Francia por su tío político y padrino, persona acaudalada, con el propósito de que estudiara la carrera de ingeniero. El desagrado que Francia le causó al niño, hizo que su padrino lo llevara a España, donde cursó sus estudios. Entusiasmado posteriormente por la carrera militar, el joven Enrique Collazo ingresó en 1862 en la Academia de Artillería de Segovia, donde se graduó como alférez en 1866 y continuó estudios en calidad de oficial alumno.

La denominada “revolución gloriosa” de septiembre de 1868 le premió con el grado de teniente. Una serie de acontecimientos posteriores en los cuales estuvo involucrado le decidieron a abandonar el ejército español. Por aquel entonces hizo contacto con varios jóvenes cubanos exilados en España, quienes le explicaron la situación que se estaba viviendo en Cuba y las razones por las cuales se había iniciado la insurrección el 10 de octubre, todo lo cual Collazo ignoraba hasta ese momento. Con la firmeza que le caracterizó durante toda su existencia, Enrique Collazo abrazó la causa de la independencia de Cuba y se dispuso a luchar por ella. De España pasó a Francia y, tras muchas peripecias, logró embarcar hacia Estados Unidos en un vapor francés destinado al transporte de humildes emigrantes europeos.

Una vez llegado a Nueva York, se puso en contacto con cubanos emigrados quienes lo relacionaron con la Junta Revolucionaria y se enroló, como simple soldado, pues no aceptó grado militar alguno, en una expedición  que arribó a Cuba en el vapor Perrit el 15 de mayo de 1869 por la península de El Ramón, al norte de Oriente. En el combate que los recién llegados expedicionarios libraron casi inmediatamente con las fuerzas españolas Collazo fue herido en una pierna, lo cual no fue óbice para que participara en otras acciones que tuvieron lugar en los días siguientes. Pocos días después, fue escogido por el general   Máximo Gómez como ayudante y en calidad de tal lo acompañó en sus campañas durante dos años.

Su deteriorada salud hizo que se decidiera enviarlo a curarse al extranjero. Tras muchas vicisitudes, logró llegar a Jamaica el 17 de diciembre de 1872. Allí se reunió con su familia y se restableció. Pasó después a Panamá donde se ganó la vida como fotógrafo ambulante. En mayo de 1875 se trasladó a Nueva York y se incorporó al grupo de revolucionarios que se embarcaron en el vapor Octavia. Esta expedición no pudo arribar completa a Cuba pero Collazo, con otros ocho patriotas, logró desembarcar, en un bote, por la costa sur de Oriente, marchó después a Camagüey, a través de las líneas españolas, y se presentó al gobierno cubano para que lo destinase donde fuera necesario. Fue designado en la división de Camagüey como ayudante del brigadier Gregorio Benítez y se mantuvo en ese puesto hasta la terminación de la guerra de 1878.

Collazo formó parte del Comité del Centro, constituido para estudiar y acordar las condiciones de paz y fue de los que votaron en contra del Pacto del Zanjón aunque como militar disciplinado, acató a la mayoría en aquellos momentos en que tanto el ejército como el gobierno estaban prácticamente acéfalos. Junto al general Máximo Gómez y al coronel Rafael Rodríguez, recibió la misión de entrevistarse con el general Antonio Maceo y explicarle la situación. Es conocido que Maceo se mantenía decidido a continuar peleando y confiaba en las grandes reservas políticas del pueblo. De ahí la Protesta de Baraguá.

Collazo no deseaba permanecer en Cuba y partió para Jamaica acompañando al general Gómez. Pasado un tiempo, regresó a Cuba y se estableció en El Wajay, cerca de La Habana. Posteriormente, comenzó a trabajar clandestinamente por la causa de la independencia. En 1889 publicó un artículo en la Revista Cubana  que dirigía Enrique José Varona  en el cual expuso sus criterios sobre las causas del fin de la guerra.

Por entonces, José Martí trabajaba en la organización revolucionaria a la que fueron incorporándose los veteranos de la pasada contienda. Era lógico que entre los representantes de dos generaciones revolucionarias surgieran discrepancias, las cuales solamente podrían ser superadas por la unión efectiva fomentada por el patriotismo y la inteligencia. Esto explica por qué Collazo firmó con Ramón Roa una carta, dirigida a Martí, el 6 de enero de 1892 en la que replicaban los conceptos vertidos por este en su discurso pronunciado en Tampa el 26 de noviembre de 1891 acerca del libro de Roa A pie y descalzo.  La crisis fue resuelta porque la necesidad objetiva de la unión entre los revolucionarios y las correctas tesis enarboladas por Martí, se impusieron de manera incontrastable. El trabajo en común, ante la tarea inmediata de alzar de nuevo al pueblo cubano, fue la solución eficaz de esta crisis. A tanto llegó el entendimiento entre el “viejo” Collazo y el “joven” Martí que el primero se convirtió en uno de sus hombres de mayor confianza en la tarea de organización revolucionaria en la región occidental.

Los servicios secretos españoles

Los éxitos alcanzados por José Martí causaron preocupación tanto en el gobierno español como entre sus representantes en Cuba. En consecuencia comenzaron a tomar medidas para combatirlo. Una de estas medidas fue el incremento de la vigilancia  sobre los patriotas cubanos dentro y fuera de la Isla.

El sistema de inteligencia español para la lucha contra los independentistas cubanos en el exterior tenía dos centros, uno en Washington y otro en La Habana. Al frente del primero se encontraba el Ministro Plenipotenciario de España en la capital estadounidense y la dirección del segundo era encabezada por el Capitán General y Gobernador de la Isla.

Como lo muestra la documentación que hemos consultado en archivos españoles, entre ambos centros y sus dependencias inmediatas, los consulados españoles, existía una comunicación fluida que da pruebas de una eficiente coordinación. En el caso de los Estados Unidos se contrataron además, los servicios de agencias de detectives siendo el caso más notorio el de la Pinkerton, aunque había otras, la de John Merhan, entre ellas. La información obtenida a través de esas fuentes era trasmitida de inmediato a los centros ya mencionados, a los diferentes mandos, muy especialmente a los de la Marina, cuyos buques patrullaban las costas cubanas y estaban prestos a la intercepción de las expediciones. También se mantenían informados los ministerios de Estado, Ultramar, Guerra y Marina. La abundante documentación que todo este proceder generaba es la que nos ha permitido ahora reconstruir históricamente aquellos hechos.

Para ejercer su representación en Washington, en aquellos momentos complicados, el gobierno español había designado, desde 1892, a uno de sus más hábiles y experimentados diplomáticos, Enrique Dupuy de Lome , quien era, a su vez, un funcionario diestro en los avatares del trabajo de inteligencia.

La conspiración se pone en marcha

A comienzos de 1894, el general Máximo Gómez viajó e los Estados Unidos, a pedido de José Martí. Este le encargó la organización del trabajo militar. En consecuencia, Gómez comenzó a establecer contacto con los jefes participantes en la Guerra de los Diez Años y les envió instrucciones. Como parte de ese trabajo, en abril 12 de 1894, desde Central Valley, Estados Unidos, el general Gómez le escribió a Enrique Collazo una carta en la que lo invitaba a “entrar en el terreno de los hechos positivos” y le señalaba la necesidad de que prestara sus servicios revolucionarios en la parte occidental de la Isla así como la conveniencia de que trasladara su familia a Cayo Hueso, a cuyo efecto le envió la suma de 400 pesos.

Adjunto a esa carta, iba otra de José Martí en la que, entre otras cosas, felicitaba a Collazo por la reciente aparición de su libro Desde Yara hasta el Zanjón .

Collazo, siguiendo las instrucciones  ya mencionadas, comenzó a realizar trabajos  conspirativos en coordinación con José María Aguirre y Juan Gualberto Gómez. Estos acordaron designar como jefe de la conspiración en la región occidental al brigadier Julio Sanguily.

Ante el recrudecimiento de la vigilancia y control por parte de las autoridades coloniales, se decidió que Collazo viajara a Estados Unidos y República Dominicana para explicarle a Martí y a Gómez la necesidad de acelerar el alzamiento. Collazo embarcó en La Habana el 15 de noviembre y se dirigió a Nueva York donde se entrevistó con Martí.  Pocos días después arribó a esa ciudad el general José María Rodríguez “(Mayía), procedente de Santo Domingo, con poderes otorgados por el general Gómez para que lo representara.

El 8 de diciembre José Martí, Enrique Collazo y Mayía Rodríguez redactaron y firmaron el plan del alzamiento, que enviaron a Cuba. Collazo y Rodríguez se dirigen inmediatamente a Jacksonville y permanecen allí escondidos en un hotel. Estando allí, Martí les dio a conocer, el 10 de enero, el fracaso del llamado “Plan de Fernandina” que le costó a la Revolución la casi totalidad de sus fondos, la suma de 56 mil dólares.

El alzamiento

Con el fin de eludir la vigilancia de la policía estadounidense y de los agentes españoles, los revolucionarios tomaron diferentes rumbos. Enrique Collazo partió para Tampa en compañía de su hermano Tomás y permaneció allí, en condiciones de clandestinaje, hasta el 28 de enero cuando recibió un mensaje de José Martí quien le pide vaya de inmediato a Nueva York. En la madrugada del 29 José Martí, Enrique Collazo (representando a los patriotas del Occidente) y el general “Mayía” Rodríguez (en nombre del general Máximo Gómez) acuerdan ordenar el alzamiento en armas. Dicha orden fue llevada por Gonzalo de Quesada a Cayo Hueso, donde se torció dentro de un tabaco que, el 5 de febrero llevó a La Habana el patriota Juan de Dios Barrios, quien la entregó al propio Juan Gualberto Gómez.

Al día siguiente, José Martí, acompañado de Enrique Collazo, el General “Mayía” Rodríguez y Manuel Mantilla, burlando la vigilancia de los agentes españoles, embarcaron en New York en el vapor Atlas con destino a Cabo Haitiano al cual llegaron el 5 de febrero y prosiguieron hacia Montecristi en una goleta. El día 7 al amanecer Martí y sus acompañantes arribaron a Montecristi. De inmediato se entrevistaron con Máximo Gómez y este aprobó la orden de alzamiento acordada. El día 11, Martí, Gómez, y sus acompañantes, se dirigieron a caballo hacia Laguna Salada, donde el general tenía su finca La Reforma.

Mientras tanto, los agentes españoles buscaban afanosos a Martí, tanto en Nueva York como en La Florida. Al ser infructuosos sus esfuerzos, fueron avisados de la ausencia de Martí en los Estados Unidos, los cónsules españoles en Haití y Santo Domingo y estos, asu vez, alertaron a los vicecónsules de Montecristi y Puerto Plata.

El día 14, José Martí, Máximo Gómez y Enrique Collazo salieron, a caballo, de Montecristi hacia Santiago de los Caballeros. A su llegada se dirigieron a la casa del doctor Nicolás Ramírez, patriota cubano allí residente. El día 18 se entrevistaron en Hatico, en La Vega,  con Eleuterio Hatton, quien residía en el puerto de San Lorenzo en la Bahía de Samaná. En la reunión elaboraron planes para salir hacia Cuba por dicho puerto. Al día siguiente Martí y sus compañeros regresaron a Santiago de los Caballeros y de allí salieron hacia Montecristi. Para ese entonces sus movimientos eran seguidos de cerca por los agentes españoles:

Febrero 22. Cable fechado en Puerto Plata, República Dominicana:

 “Máximo Gómez Martí Collazo sin novedad-Vicecónsul”.

El día 25 llegó la noticia de que el día anterior se ha producido el alzamiento en Cuba. Esto hizo que se reuniera una junta en la que, a pesar de la resistencia de Martí, se acordó que este se embarcara para Nueva York. Sin embargo, al día siguiente el Herald de Nueva York

Publicó un telegrama de La Florida firmado por Fernando Figueredo en el que aseguraba que Gómez, Martí y Collazo irían inmediatamente a Cuba. Este telegrama hizo cambiar los planes de Gómez y desde ese momento fue imposible contener a Martí.

Por otra parte, repuesto de la conmoción inicial producida por el alzamiento, el régimen colonial movía sus resortes:

Febrero 28. Cable del Gobernador General de Cuba al Cónsul General de España en República Dominicana:

“Por ofrecimiento Presidente de la República en cuya sinceridad creo, no debe cesar actividad a vigilar V.I. pues Martí tiene amigos toda intimidad dentro del gobierno que pueden favorecerle con sus particulares medios acciones. Suerte actual intentona dependerá de que se consienta o se evite venida expedición. Encargo nuevamente extreme actividad en este servicio y frecuentes seguras noticias pues mientras VI dice están ahí Martí Collazo Ministro Plenipotenciario Washington manifiesta continúan allí- Callejas.”

Y el espionaje a los movimientos de los cubanos se hacía más riguroso:

Febrero 28. Cable del Gobernador General de Cuba al Cónsul General de España en República Dominicana:

 “URGENTÍSIMO. Déme noticias frecuentes paradero movimiento Collazo Martí Gómez precisa toda costa impedir expediciones escaseando elementos y aprovechando ofrecimiento de gobierno.-Calleja.”

Marzo 2. Cable del Gobernador General de Cuba al Cónsul General de España en República Dominicana:

“Necesita VS fondos, se remitirán los necesarios pero yo necesito vigilancia más verdadera, más activa y más útil que la que ahí se ejerce respecto conspiradores. Afirma VS estaban ahí Collazo Martí, ahora no se sabe donde se hallen. Ayer telegrafía embarcó coronel Borrero cuando estaba preso en Cuba y nada concreto ni preciso dice respecto Gómez. Dígame VS categóricamente si Gómez está o no en esa isla. En caso afirmativo no le pierda de vista y déme noticias de él indefectiblemente todos los días.-Callejas.”

Marzo 4. Telegrama cifrado del Vicecónsul español en Montecristi, R.D.:

 “Máximo Gómez en Montecristi.- Espín.”

A comienzos de marzo, el Cónsul General de España en Santo Domingo, M. de J. Quintana, hizo un resumen detallado de las actividades de Martí y sus acompañantes desde su llegada suelo dominicano:

Marzo 6. Oficio del Cónsul General de España en República Dominicana, M. J. Quintana al Gobernador General de Cuba:

  • Le informa que Máximo Gómez continúa en Montecristi y allí también están Martí y Collazo en continua comunicación con Nueva York. Estos con Borrero (antes de salir de aquí) fueron a Santiago de los Caballeros y se reunieron a conferenciar en casa de D. Nicolás Ramírez, cubano residente en aquella población.
  • Las reuniones tenían por objeto combinar y llevar a cabo una expedición a Cuba que fijan para el mes próximo y saldrá (según ellos) del puerto de San Lorenzo en la Bahía de Samaná.
  • En sus movimientos y planes los ayuda mucho un tal Eleuterio Hatton residente en San Lorenzo.
  • Con mucha frecuencia el citado Ramírez trasmite desde Santiago de los Caballeros extensos cablegramas en clave hacia Nueva York.
  • Explica sus conversaciones con el presidente dominicano que resultaron en el acuerdo de que se impida a los súbditos españoles embarcar si no tienen pasaporte expedido por un consulado de España.

Tras las huellas de Enrique Collazo

Como resultado de lo resuelto en la junta del 26 de febrero, el general Máximo Gómez, en una carta fechada en Montecristi el 10 de marzo, le dio instrucciones a Enrique Collazo para que se trasladara a territorio de los Estados Unidos y organizara allí una expedición que debía dirigir a la región occidental de Cuba. Unos días después, el 18 de marzo, Collazo y Manuel Mantilla se embarcaron en el vapor Clyde con destino a Nueva York. La discreción con que lo hicieron, logró burlar la vigilancia española:

Marzo 22. Cable del vicecónsul español en Montecristi:

“Collazo se encuentra en esta con Martí y Gómez.-Espín.”

No obstante, el general Callejas, desde su despacho en La Habana, expresaba su desconfianza:

Marzo 22. Cable del Gobernador General de Cuba al Cónsul General de España en República Dominicana:

“Puede suspender telegrama diario pero no vigilancia constante en inteligencia de que no telegrafiar significa afirma usía que continúan ahí Gómez Collazo Martí. De todos modos deberá telegrafiar cada cuatro días y siempre que ocurra novedad sábese Collazo piensa ir Tampa procuré impedirlo.-Calleja”

El 25 de Marzo,  José Martí y Máximo Gómez firmaron el histórico Manifiesto de Montecristi. En Nueva York, la llegada de Collazo y Mantilla no lograba pasar inadvertida:

Marzo 27.Cable del Cónsul General en Nueva York al Ministro Plenipotenciario en Washington (Copia al Ministro de Estado):

“El agente Rafael me entregó el parte que a él le enviara el agente Cortina, y considerando importante la noticia, me he apresurado a dirigir a V.E. el siguiente telegrama en cifra:

’Según dice agente Cortina, Collazo y Mantilla, entenado de Martí, llegaron hoy vapor de Santo Domingo; V. E. disponga si agente M. (John Meerham) vigilancia ambos’.- Persona de mi absoluta confianza, haré que vean a aquellos, pues sé que al primero lo conoce personalmente y creo conseguirá vuelva a la casa donde vive la Señora de Mantilla y donde supongo que el segundo se alojará.”

Por su parte, el vicecónsul español en Puerto Plata, República Dominicana, se apresuraba en informar una noticia que era ya “fiambre”:

Marzo 29. Cable cifrado del vicecónsul español en Puerto Plata, R.D.:

 “Collazo y Ramírez ausentóse según informes unirse con Gómez créese eran treinta y dos avisar cónsules urgente.- Batlle”

Tres días después de su llegada a Nueva York, Enrique Collazo sale de esa ciudad y se traslada a Tampa con el propósito de comenzar los trabajos de organización de la expedición encomendada por Gómez y Martí.  Sus pasos eran seguidos de cerca por la red de agentes españoles. Prueba de ello, lo es el siguiente mensaje, en el que también hay una muestra de la proverbial cicatería de las autoridades coloniales hispanas:

Abril 1. Cable del Cónsul General de España en Nueva York al Ministro Plenipotenciario en Washington (Copia al Ministro de Estado):

“Confirmo mi telegrama de anoche 30 de marzo que ‘Collazo y Quesada salieron Filadelfia esta tarde para Tampa, agente no pudo seguirlo por falta de dinero.’ (…) Incluyo de V.E. el report del agente M. que deseaba lo autorizase para que su agente de la Florida fuese a Tampa a vigilar a Collazo y Quesada. No he accedido porque V.E. habrá telegrafiado a nuestro vicecónsul allí a fin de no aumentar gastos.- Baldosano”.

También abrigaban dudas respecto a la seriedad de algunos de sus contratados:

Abril 15. Telegrama del Cónsul General de España en Nueva York al Ministro Plenipotenciario en Washington:

 “…He mandado suspender la vigilancia de la agencia Merhan sobre Collazo en vista de las noticias que acerca de su lealtad trasmite el cónsul en Filadelfia”.

El espionaje español es reforzado

Poco tiempo después, el 20 de abril de 1895, ante lo complejo de la situación creada por la insurrección en Cuba, el mando español designó como agregado naval en Washington a uno de los oficiales más capaces y preparados con que contaba en ese momento la Armada española, el teniente de navío José Gutiérrez Sobral  cuya llegada a la capital estadounidense constituyó un significativo refuerzo para el sistema de inteligencia organizado por Dupuy de Lome con el objetivo de frustrar los intentos de los revolucionarios cubanos de organizar y conducir expediciones a la mayor de las Antillas.

Recién llegado a Washington se le encomendó a Gutiérrez Sobral la misión de viajar por los estados de Nueva York, Pennsylvania y Nueva Jersey para adquirir lanchas que pudieran emplearse en el patrullaje de las costas de Cuba y reforzar así la lucha contra las expediciones de los independentistas cubanos. Este periplo fue aprovechado por el oficial español, para obtener información sobre los arsenales costeros norteamericanos situados en los mencionados estados.

Las preocupaciones aumentan

Mayo 3. Oficio del Ministro Plenipotenciario de España en Washington al Ministro de Estado (tiene entrada en el Ministerio con fecha 15.de mayo 1895) en el que informa en detalle sobre las actividades expedicionarias detectadas por los agentes españoles.

En su página  11 escribe:

“Cónsul en Cayo Hueso dice que en el cayo todo el mundo está de parte de los cubanos, que las autoridades  federales adoptan cierta lenidad en sus procedimientos, que empiezan a faltarle confidencias y que Collazo y Valdés Domínguez preparan una manifestación en contra de España que quizás tome forma de cortejo que se dirija al consulado”.

Mayo 7. Oficio del Ministro Plenipotenciario de España  en Washington al Ministro de Estado (recibida en ese Ministerio el 18 de marzo de 1895) en el que informa acerca de las más recientes actividades de los cubanos.

En sus páginas 5-6 (final) dice:

“En Cayo Hueso hay gran excitación. Allí están Collazo y Valdés Domínguez. Estuvo también Benjamín Guerra, el Tesorero de la Junta Revolucionaria, preparando una expedición, que caso de efectuarse, no creo sea inmediata por haberse hecho muy público sus trabajos conocidos y vigilados, cuanto es posible, por nuestro activo cónsul Señor Solís.-Fdo. E. Dupuy de Lome”

Dupuy de Lome envió, con fecha 14 de junio, una circular a los cónsules españoles acreditados en los Estados Unidos. En ese documento les  explicaba que, como resultado de sus gestiones realizadas con las autoridades norteamericanas, estas habían dictado un conjunto de medidas encaminadas a obstaculizar e impedir las actividades de los revolucionarios cubanos. Les explicaba además, cuales eran las normas de conducta a seguir en su trato con las autoridades de los diferentes niveles de la Administración, establecía algunas reglas de coordinación y exigía evitar las improvisaciones. Por la importancia de este documento para el tema que tratamos lo reproducimos a continuación:

Nº 100

Política

“Muy Señor mío:

Habrá visto V.S. por los periódicos, las disposiciones adoptadas por el Gobierno de los Estados Unidos para impedir que se quebranten las leyes de la neutralidad y se atente á la paz y seguridad de España.

El Secretario de Marina ha enviado un buque con precisas instrucciones dadas á su comandante, el del Tesoro ha publicado una circular trazando su deber á los Administradores de Aduanas y citándoles los artículos de los Estatutos revisados, que prohíben actos de hostilidad contra naciones extranjeras y sobre los que llamo muy especialmente la atención de V.S. para que sepa hasta donde llegan los derechos y deberes del Gobierno Federal. El Attorney General ha dado instrucciones á los jueces y finalmente el Señor Presidente  de los Estados Unidos ha publicado una proclama que no puede ser más clara ni más explícita.

La franca y leal actitud del Gobierno federal facilita nuestra misión, pero debe imponernos una línea de conducta muy circunspecta.

Para que no haya lugar a dudas creo necesario dar a V.S. las siguientes instrucciones:

Deberán evitar siempre que puedan comunicar en cuestiones de vigilancia por escrito con las autoridades. Del trato particular con ellas, de sus conversaciones, de su influencia personal es de lo que puede resultar el necesario cambio de opinión en ellas y un servicio positivo para España.

Sólo se dirigirá V.S. á los Administradores de Aduanas, Jueces y otras autoridades en caso de verdadera urgencia y necesidad. Cuando no sea inminente el peligro deberá comunicarse conmigo para que yo lo haga con los jefes superiores, enviándome las pruebas y fundamentos de la denuncia.

Cuando la urgencia requiera que acuda á las autoridades federales ó del Estado, en el territorio que abarca la jurisdicción de V. S., debe de tener mucho cuidado de no llevar los meros rumores y cuentos ó sospechas, sino hechos claros, positivos, comprobados, como los que hace falta presentar a un tribunal para reclamar un derecho ó aclarar un hecho. El no hacer eso produce una perturbación y no da resultado alguno, haciéndonos perder la razón que podamos tener en otras ocasiones.

Cuando reciba V. S. alguna confidencia de sucesos, que aunque empiecen en su jurisdicción, deben desarrollarse ó terminar en el de otro Cónsul de la Nación, deberá además de comunicármelo á mi dar, á su compañero, todos los antecedentes y continuar dándole todos los detalles para que el hecho se compruebe en todas sus partes y pueda llegarse al esclarecimiento de la verdad.

Los espías que siguen como la sombra á los sospechosos, las noticias vagas, muchas veces sacadas de la prensa, los rumores sin pruebas y las medias confidencias podrán servir para satisfacer la curiosidad ó para escribir la historia futura de la conspiración en los Estados Unidos; pero no evitarán los males que se originan en esta Nación, y que nuestro deber nos impone impedir.

Dios guarde a V. S. muchos años.

Washington, 14 de Junio de 1895.”

Pese a los esfuerzos, la capacidad de sacrificio y la tenacidad de los patriotas cubanos, no todo eran éxitos. Los documentos siguientes nos lo muestran:

Agosto 30. Telegrama del Ministro Plenipotenciario de España en Washington al Ministro de Estado informándole de la confiscación en North Key, a 20 millas de Cedar Key, en La Florida, de un depósito de armas y municiones consistente en 180 carabinas y más de 200 000 mil cartuchos y de la captura por las autoridades estadounidenses, gracias a la denuncia efectuada por el cónsul español en Filadelfia, de 20 hombres y 27 cajas de municiones en Wilmington. Se ufana de que la detención se hizo “revólver en mano”. Concluye expresando:

“Considero estos hechos de gran importancia moral y material”-Dupuy.

Septiembre 4. Oficio del Ministro Plenipotenciario de España en Washington al Ministro de Estado en el que le informa en detalle sobre la captura el 30 de agosto de un alijo de armas en North Key, cerca de Cedar Key, en la Florida, y de otro en Wilmington así como de la estrecha vigilancia que se mantiene al vapor “James Woodwall” en Nueva Orleáns.

En la página 2 de dicho informe se lee:

“La primera, que debía dirigir Francisco Carrillo, debía salir de los estados del Norte, y la 2ª mandada por Enrique Collazo aprovechando los recursos que en hombres y en armas han acumulado en La Florida, zarparía de la costa oeste de dicho Estado, en un buque que debía salir de Nueva Orleáns.”

Más adelante en la página 12 de dicho informe se subraya:

 “Aunque sea verdad que no han sido descubiertas todas las armas que estaban depositadas, la captura es importante y creo ha desbaratado por completo, y también lo cree el Cónsul en Florida, el plan de los titulados coroneles Figueredo y Collazo que intentaban sacar gran expedición.”.

No obstante los reveses sufridos, los patriotas cubanos persistían en sus propósitos:

Septiembre 13. Telegrama cifrado de las oficinas del Capitán General. Del Jefe de Estado Mayor, Arderius, al Jefe del Apostadero Naval de La Habana:

“Cónsul Tampa en cablegrama de hoy dice:

‘Collazo está reuniendo gente en punto de salida que será por Cayo Cedar. Si va a Vuelta Abajo irá por Las Tortugas, si va a Las Villas irá por Bahía Honda a buscar faro de Cayo Sal ó se remontará a tomar el Canal de Santarem o Boca de Marcos o sus contornos’.

Ministro Washington en cablegrama posterior dice:

‘Situación en Florida se va poniendo muy crítica con relación expedición Collazo. Cónsul Tampa dice necesaria una cañonera al instante para impedir salida ó seguir expedición en la que jugará el todo por el todo. Al dar cuenta a V.E. para su conocimiento debo manifestarle que he prevenido al Comandante General de Marina, salga cuanto antes cañonero.-Fdo. Arderius”.

Septiembre 21. Telegrama del Ministro Plenipotenciario de España en Washington al Ministro de Estado. Dice textualmente:

 “Buque del resguardo apresó hoy cerca de Cayo Hueso otra goleta con hombres y armas. Son las de la expedición Collazo que hace tiempo persigo y vigilo.-Dupuy” .

Septiembre 26. Oficio del Ministro Plenipotenciario de España en Washington al Ministro de Estado (Recibido en el Ministerio de Estado el 16 de octubre de 1895): Contiene un recuento de las actividades realizadas contra las expediciones cubanas en agosto y septiembre de 1895. Entre ellas menciona la detención de las expediciones organizadas por Carrillo y Collazo por el cañonero “Winona”. Hace también un análisis de las dificultades que afronta el trabajo de inteligencia debido a la aplicación de las leyes estadounidenses, gastos, etc.

Descontento y preocupado con el resultado del trabajo de inteligencia realizado por los cónsules españoles, especialmente los de la Florida, Dupuy de Lome les dirigió, el 27 de septiembre de 1895, una carta en la cual establecía pautas metodológicas para esa actividad tratando de sistematizarla. Como consideramos que dicho documento contiene información valiosa para el lector interesado la reproducimos íntegramente a continuación:

Nº 201

Washington, 8 de Octubre de 1895.

Al: Excmo. Señor Ministro de Estado

“Excmo. Señor:

Muy Señor mío:

Con fecha 27 del mes próximo pasado digo a los Señores Cónsules de España en Tampa y Cayo Hueso y al Señor Vicecónsul en Jacksonville lo que sigue:

‘El sistema de vigilancia establecido en Florida no me satisface.-Ni los agentes trabajan con el método y unidad necesarios para que den resultado sus investigaciones, ni hay la debida comunicación entre las confidencias de los Consulados de ese Estado, ni los gastos que se originan están en proporción con los resultados, ni por más esfuerzos que he hecho he podido conseguir tener conocimiento exacto de cuanto sucede en esa región que no es más que una parte de lo que está á mi cuidado, pero siendo esta parte muy importante da por resultado, esa falta de noticias sistematizadas, un defecto en la vigilancia total.- He resuelto pues extender la vigilancia que ejerzo en el Norte al Estado de Florida.- Al efecto he nombrado un comisionado que se presentará a V.S. con una carta mía.- Desde su llegada deberá darle á conocer cuanto sepa de la conspiración contra España, señalarle las personas comprometidas y manifestarle los puntos más peligrosos. Dispondrá muy reservadamente que los agentes secretos se pongan en comunicación con él y que a él den sus informes para que á mi me los comunique y para que el los comunique á V. S.- Le manifestará directamente cuando esté en esa población, o telegráficamente, por medio de los otros Cónsules, cuando se halle ausente, cuanto llegue á su noticia sin perjuicio de hacerlo también conmigo y le presentará á las autoridades que el desee conocer.- Dicho Comisionado, que forma parte de la organización que tengo en el Norte y que tan buen resultado me está dando podrá, después de conocer á los agentes seguir empleándolos, los despedirá o reemplazará y el deberá pagarles los sueldos que devenguen.- Como lleva instrucciones precisas que le han sido dadas por mi, después de tomar consejo de personas peritas de estudiar la ley y de repetidas conferencias con las Autoridades Federales superiores, respecto al sistema que debe seguirse para perseguir ante los tribunales y autoridades locales á los que falten á las leyes, encargo a V.S. muy especialmente se atenga á lo que le diga.- No dudo que V.S. prestará un decidido apoyo al agente que envío y que le releva de gran parte de su trabajo y de mucha responsabilidad y unifica el servicio.- Su presencia en Florida debe animar a V. S. á continuar sus trabajos personales, la única diferencia es que deberá comunicar al agente lo que averigüe para que él ejecute .- Desde el recibo de la presente no volverá a gastar directamente nada en policía. Cuando alguien le ofrezca hacer alguna denuncia por precio dirija á la persona que se le presente al Comisionado.- Como esta orden llega a V.S. al fin del trimestre debe V.S. remitirme las cuentas á la brevedad posible y según está prevenido’

Lo que traslado a V. E. para su conocimiento.

Dios guarde a V. E. muchos años

B. L. M. de V. E.

Su más atento y seguro servidor

Fdo. Enrique Dupuy de Lome”

Una pesadilla llamada Enrique Collazo

Dada la persistencia, pese a los reveses y a las dificultades, de Collazo por cumplir la misión que Gómez y Martí le plantearan, su persecución se convirtió en una obsesión para las autoridades españolas:

Octubre 5. Oficio del Ministro Plenipotenciario de España en Washington al Ministro de Estado (Recibida en el Ministerio el 20 de Octubre de 1895): Se refiere al cónsul de Tampa y a sus justificaciones del mes de septiembre. Emite una serie de instrucciones. Entre ellas resalta la siguiente:

“Enrique Collazo ha debido estar constantemente vigilado, debiéndole haber seguido una persona allí donde fuera.”

Diciembre 11. Informe firmado por el 2º Jefe del Apostadero Naval de La Habana y dirigido al Capitán General de Cuba en el que le de cuenta de unas comunicación reservada del cónsul español en Cayo Hueso sobre los preparativos de una nueva expedición en el vapor “Horsa”. El informante atribuye a Enrique Collazo la dirección de esos preparativos.

Diciembre 18. Oficio del Cónsul español en Tampa, en comisión en Cayo Hueso, Pedro Solís, dirigido al Ministro Plenipotenciario de España en Washington (copia al Ministro de Estado, recibida en el Ministerio el 8 de enero de 1896). Después de dar una explicación sobre las ineficiencias de la vigilancia contra las expediciones cubanas en Cayo Hueso, el cónsul expone:

“Hasta ahora indudable que no se han puesto en juego con fortuna los medios adecuados para obtener el mejor partido dadas las grandes contrariedades con que en este cayo es preciso luchar: Como he tenido el honor de participar a V.E. Collazo se halla en Tampa a quien como ellos dicen han formado Consejo de Guerra, prevalece la opinión de que sea Iñiguez o Vázquez el jefe de la próxima expedición.”

Diciembre 23. Oficio del Cónsul español en Tampa, en comisión en Cayo Hueso, Pedro Solís, al Ministro Plenipotenciario de España en Washington. Solís se defiende de las críticas a que fue sometido por habérsele escapado Lacret y expone sus ideas sobre el sistema de vigilancia español. Hace observaciones y sugerencias. En las páginas 6-7 expone:

“De los individuos que componen la expedición Collazo hay aquí unos 50 los que parece piden con empeño salir y no sería extraño que traten de utilizar los servicios del ‘Woodwall’. Me dicen que Collazo se ha retirado, lo que bien puede ser un medio de que cese la vigilancia sobre él, por más que me consta de que son muchos los disgustados con él, y que no quieren ponerse más a sus órdenes.”

Más adelante en su exposición el cónsul Solís expresa:

 “De salir, serán unos veinte o treinta a lo sumo, de los impacientes y deseosos de exhibir su patriotismo, entre estos están los que llamamos señoritos o sea los de la acera. Este proyecto es idéntico al de los de Cayo Hueso que quieren mostrar a Collazo y a la Junta que ellos saben como ir a Cuba”.

Perfeccionando el sistema de espionaje

En enero de 1896, Dupuy de Lome, previa coordinación entre los ministerios de Estado, Ultramar y Marina, planteó a Gutiérrez Sobral la tarea de poner a punto in situ, el sistema español de inteligencia no sólo en los Estados Unidos sino también del Caribe y Centroamérica, para lo cual el oficial español tuvo que desplazarse a dichas regiones. Hoy, gracias al informe enviado por Gutiérrez Sobral al ministro de Marina podemos conocer, en detalle, el contenido y alcance de su misión:

Washington, 17 de enero de 1896

Al: Ilmo. Jefe de Estado Mayor

Ministerio de Marina

Excmo. e Ilmo. Señor:

El Ilmo. Señor Ministro de España en esta, me dice en oficio con fecha 15 de este mes lo que sigue:

“El Ministro de Estado con fecha 14 del corriente me dice por el cable lo que sigue:

‘Ministro de Marina autoriza a VE para que confié al agregado naval cuantas comisiones considere. En virtud de esta autorización sírvase U.  pasar a Filadelfia y New York para conferenciar reservadamente con los cónsules de dichos puertos y las personas con quienes ellos los pongan en contacto, para estudiar el sistema que se usa para hacer el contrabando de armas y principalmente de municiones.

En dichas ciudades directamente y auxiliado por los funcionarios citados deberá enterarse de todos los sistemas de comunicación marítima regular, periódica, que existen entre los Estados Unidos, y si es posible desde Europa, con las islas y costas situadas entre los 90º y 10 º de latitud norte y 80º y 60º longitud oeste de Greenwich.

También debe completar, si lo cree necesario, el conocimiento especial que ya tiene de las fábricas de armas y municiones de esta República. Hecho esto y escogiendo la línea de vapores que crea mejor para el fin de la comisión que le confío, se embarcará para visitar los consulados de Santo Domingo, Port-au-Prince, Kingston, San José de Costa Rica y Panamá y si lo considera conveniente a la ida ó a la vuelta Nassau, en las Bahamas.

A todos los cónsules les comunicará las instrucciones verbales que le he dado a fin de procurar establecer un sistema combinado que nos descubra el sistema que se emplea para llevar municiones a la isla de Cuba teniendo en cuenta que es mucho más interesante saber como llegan que como salen.

El medio que recomiendo a U. como más eficaz es establecer inteligencia en los barcos que tienen el tráfico regular o en las aduanas: pudiendo desde luego ofrecer un pequeño sueldo semanal a los que puedan servirnos y ofreciendo tres veces lo que reciben de los insurrectos por cada presa que se haga en Cuba.

Deberá también estudiar muy minuciosamente sobre el terreno las comunicaciones que hay con Europa y el sistema que emplean, para enviar desde allí armas y municiones, procurando descubrir los depósitos de pertrechos que tengan.

Si en su viaje considera necesario ir a otros puntos no mencionados anteriormente, queda autorizado a hacerlo y se lo recomiendo para el mejor éxito de la comisión que va a desempeñar.

Pedirá a todos los cónsules de carrera que visite la lista de los agentes honorarios que de ellos dependen y les manifestará por escrito y me manifestará a mi, la opinión que se forme de ellos y si cumplen su deber de vigilar el envío de armas y municiones.

Llevará U. una autorización para telegrafiar por los cables del Western Union Telegraph Co. a pagar en Washington.

Autorizo a U. y le encargo que si fuera necesario extienda su viaje hasta Venezuela presentándose en ese caso al ministro en Caracas antes que al cónsul en la Guayra.

En Centro de América no deberá limitarse a San José de Costa Rica sino a todos los puntos sospechosos y peligrosos.

Debo advertirle que los insurrectos cubanos están de acuerdo con los revolucionarios venezolanos, colombianos y costarriqueños y si descubre algo respecto a estos deberá comunicarlo a nuestras autoridades diplomáticas y consulares.

Entrego a U. un check por quinientos dollars ($ 500) que hará efectivo en la casa de J. de Ceballos y Co.

De los gastos que efectúe me dará cuentas comprobándolos cuando sea posible.

A su inteligencia y patriotismo confío una misión que puede ser de la mayor importancia para la pacificación de Cuba.

Dios guarde a U. muchos años.

Washington 15 de enero de 1896- Enrique Dupuy de Lome “

Estas Ilmo. Sr. Las instrucciones que recibo y salgo hoy día de la fecha a cumplimentar mi misión.

Dios guarde a VEI muchos años.

Washington, 17 de enero de 1896.

Fdo. José Gutiérrez Sobral”

Collazo persevera, sus enemigos también

Sin amilanarse, Collazo, a quien Máximo Gómez llamó una vez “el Job de la Revolución”, continuó buscando formas y medios de cumplir su misión. Sus perseguidores, dando también pruebas de tenacidad, le seguían los pasos con preocupación:

Marzo 1. Circular de la Comandancia General de Marina, Apostadero Naval de La Habana:

“El Excmo. e Il. Señor Gobernador General en 1º del actual me dice:

‘El Señor Ministro Plenipotenciario de SM en Washington me comunica en telegrama fecha de hoy, que ha empezado a moverse la expedición de Collazo habiendo salido de Cedar Key la goleta Mallory con las armas y esta noche saldrá de Tampa la goleta Ardell debiendo encontrarse ambas en un punto algo al S de Tampa llamado Long Loaf Island y se unirán a reunirse con el vapor Three Friends en un cayo denominado Alligátor próximo a la costa y al S. de cabo Romano a 25 grados (ilegible) 40 minutos. Agrega el Ministro que ha dado aviso a aquellas autoridades con objeto de capturar la expedición si le prestan el auxilio de la última vez, pero que como no se puede fiar de la obediencia de las autoridades subalternas de la Florida considera oportuno avisarlo para la conveniente vigilancia….Fdo.(ilegible)’”

Marzo 2. Circular de la Comandancia General de Marina, Apostadero de La Habana:

“Con fecha de ayer me dice el Excmo. Señor Gobernador General lo que sigue:

‘Excmo. Señor: El Sr. Ministro Plenipotenciario de SM en Washington me dice en telegrama de esta fecha que según le avisaron hay peligro de que si Collazo se alarma por notar vigilancia trate de venir a Cuba en la goleta no trasbordando al vapor….”

Marzo 3. Circular de la Comandancia General de Marina, Apostadero Naval de La Habana:

“El Sr. Gobernador General con fecha de ayer me dice:

‘El Sr. Ministro Plenipotenciario de SM en Washington me dice en telegrama de esta fecha que anoche salió Collazo en Adel con 75 hombres para reunirse el miércoles 4 en el punto que dijo ayer; y que tal vez sería bueno enviar allí un crucero; quedando avisado el gobierno de los Estados Unidos…Fdo. Dupuy’.

Un triunfo de la firmeza revolucionaria

No obstante la tenaz persecución de que era objeto, Enrique Collazo logró sus propósitos. El 13 de marzo, logró zarpar de Jacksonville, sin que ese movimiento fuera advertido por los agentes al servicio de las autoridades españolas, el vapor Three Friends, conduciendo un pequeño grupo de expedicionarios cubanos. El resto de los miembros de la expedición, hasta el número de 54, incluyendo a su jefe, Enrique Collazo, fueron recogidos en los cayos de La Florida donde algunos llevaban más de 90 días esperando, soportando calamidades sin cuento. Una gran parte de aquellos expedicionarios eran “jóvenes de la Acera del Louvre” a quienes en forma despectiva se había referido el cónsul español en Tampa, Don Pedro Solís, en su oficio del 23 de diciembre, ya mencionado, llamándoles  señoritos. Lo que no podía prever Solís es que entre aquellos “señoritos” había numerosos héroes que supieron caer en cumplimiento de su deber patriótico y otros que llegaron a ser importantes jefes del Ejército Libertador de Cuba.

La desinformación lograda en cuanto los movimientos de la expedición de Collazo parece haber sido efectiva pues ese mismo día, la Comandancia General de Marina estaba comunicando a sus unidades la siguiente circular:

Marzo 13. Circular reservada de la Comandancia General de Marina, Apostadero Naval de La Habana:

“El  Excmo. e Ilmo. Sr. Gobernador General de esta Isla con fecha 12 del corriente me dice lo que sigue:

‘Excmo. Sr.: Según me dice en telegrama de hoy el Sr. Ministro Plenipotenciario de SM en Washington esta mañana a las seis salió de Charleston para Tampa el vapor Commodore creyendo que irá a buscar a Collazo quien debe hallarse escondido en un punto desierto de la costa cerca de Cabo Sable ó algún cayo.(…).’ Fdo. Dupuy”

El bautizo de fuego

El desembarco de la expedición del “Three Friends” al mando de Enrique Collazo, tuvo lugar en Varadero, Matanzas, el 17 de marzo de 1896.  Poco después del desembarco fueron detectados por la guarnición de un fortín español cercano, lo que dio lugar a que fueran atacados, entablándose un furioso combate. La llegada de tropas cubanas al mando de los capitanes Pedro Miquelini, Cepero  y Tavío pertenecientes a las fuerzas del General Lacret Morlot, que vigilaban la costa, decidió el encuentro a favor de los cubanos. Al día siguiente arribó el propio Lacret, con más fuerzas. Collazo y sus expedicionarios se le unieron.

Una valoración

Tres décadas después de aquellos hechos, en su libro “Expediciones Cubanas”, el coronel Justo Carrillo, quien ocupara el cargo de secretario del Departamento de Expediciones, nos dejó esta valoración sobre la expedición que, a bordo del Three Friends trajo a Cuba a Enrique Collazo:

“Fue sin duda alguna, la expedición Collazo, la que más dificultades tuvo para poder salir de los Estados Unidos.

Perseguidos sus hombres por detectives y otros elementos pagados con fondos del Gobierno Español, se hacía cada vez más difícil su preparación, pues era excesiva la vigilancia. Por ese motivo sufrieron lo indecible aquellos expedicionarios, jefes algunos de ellos de la Guerra de 1868, compañeros del general Collazo, y jóvenes de la buena sociedad, entre ellos los de la Acera del Louvre.

(…) En aquellos cayos, inhabitados, se hacía vida salvaje, se carecía de todo, y las plagas de mosquitos hacían casi insoportable la vida. Resultaba un verdadero sacrificio sostenerse en ellos pacientemente. Sólo por Cuba y por los nobles fines que se perseguían, podían aceptar aquel estado de cosas el general Collazo y sus entusiastas subalternos”

A manera de conclusiones

El mejor resumen y conclusiones sobre el tema que hemos abordado, en nuestra opinión, fue realizado por el propio protagonista, el general Enrique Collazo:

“Al estallar la revolución del 95 la política seguida por el Presidente Cleveland hacía muy difícil la salida de las expediciones de tal modo que durante el 95 sólo pudieron desembarcar en barcos pequeños (…) En ese período la única expedición digna por sus proporciones de considerarse como tal fue la de los generales  Serafín Sánchez, Carlos Roloff y José María Rodríguez que logró llegar al sur de Sancti Spíritus el 24 de julio. Desde esa época hasta marzo de 1896 nada se pudo realizar con éxito por la persecución tenaz que hacían en tierra los agentes españoles y las autoridades americanas y la extraordinaria vigilancia de la Marina Americana, que tal parecía que estaba al servicio del Gobierno español.

Con el pretexto de hacer guardar las leyes de neutralidad, el Presidente Cleveland nos persiguió con terrible encono, logrando paralizar por completo los auxilios que pudieran prestarse al Ejército Cubano.

La presión del Congreso Americano, el sentimiento del pueblo de los Estados Unidos, influyeron tal vez en las autoridades locales, que aflojaron de pronto la persecución, lo que se puso de manifiesto pues en el mes de marzo de 1896, en corto plazo de tiempo, mandados por la Delegación desembarcaron el día 24 el general Calixto García y el 19 el coronel Baulio Peña, y con recursos que le proporcionó la emigración  en Tampa, desembarcó en Varadero, el 17, el general Enrique Collazo, con una expedición de grandes proporciones” .

NOTAS

CHERNIAK, Efim B.: Cinco Siglos de Guerra Secreta. De la Historia de la Diplomacia Secreta y el Espionaje, Editorial de Arte y Literatura, La Habana, 1979, 2 t.
SARABIA Nydia: Noticias confidenciales sobre Cuba, Editora Política, La Habana, 1985.
COLLAZO, Enrique: “La guerra en Cuba en 1878. Aclaraciones a la Protesta de Baraguá” en Revista Cubana, Tomo IX, Mayo, La Habana, 1889, pp. 423-433.
ROA, Ramón: A pie y descalzo, Establecimiento Tipográfico, O`Reilly 9, La Habana, 1890.
LeRIVEREND BRUSONE, Julio: “Introducción” en COLLAZO, Enrique: Desde Yara hasta el Zanjón, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1990, pp. v-xxi
Enrique Dupuy de Lome. Nacido en Valencia el 23 de agosto de 1851 en el seno de una familia de procedencia francesa. Entró en la carrera diplomática en 1872. Ocupó diversos cargos subalternos en las representaciones españolas en Tokio, Bruselas, Montevideo, Buenos Aires y París. En 1884 fue nombrado Primer Secretario de la Legación española en Washington. En 1888 pasó a Berlín con el mismo cargo. En 1890 fue designado Ministro Plenipotenciario en Montevideo y en 1892 se le nombró Ministro Plenipotenciario en Washington, cargo que ocupó hasta poco antes de la guerra de 1898.
COLLAZO, Enrique: Desde Yara hasta el Zanjón. Apuntaciones históricas, 1ª y 2ª ediciones, La Habana, 1893.
El emotivo encuentro entre Martí y Collazo es narrado por el general Enrique Loynaz del Castillo en su libro Memorias de la Guerra, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2001, p. 99.
SARABIA, Nydia: Noticias confidenciales sobre Cuba, Editora Política, La Habana,1985, p. 202.
Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores de España, Fondo Cuba, Legajo H-2897. Telegrama cifrado del vicecónsul en Montecristi, Republica Dominicana, Antonio Espín, al Cónsul General de España en Santo Domingo fechado en Montecristi el 22 de febrero de 1895.
Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores de España, Fondo Cuba, Legajo H-2897. Cable cifrado del Gobernador General de Cuba, Emilio Callejas, al Cónsul General de España en Santo Domingo, Manuel de J. Quintana, fechado en La Habana el 28 de febrero de 1895.
Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores de España, Fondo Cuba, Legajo H-2897. Cable cifrado del Gobernador General de Cuba, Emilio Callejas, al Cónsul General de España en Santo Domingo, M. de J. Quintana, fechado en La Habana el 28 de febrero de 1895.
Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores de España. Fondo Cuba. Legajo H-2897. Telegrama cifrado del Gobernador General de Cuba, Emilio Callejas, al Cónsul General de España en Santo Domingo, M. de J. Quintana, fechado en La Habana, el 2 de marzo de 1895. El subrayado es de este autor.
Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores de España. Fondo Cuba, Legajo H-2897. Telegrama cifrado del vicecónsul español en Montecristi, República Dominicana, Antonio Espín, fechado el 4 de marzo de 1895.
Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores de España, Fondo Cuba, Legajo H-2897. Oficio Reservado del Cónsul General de España en Santo Domingo, M. de J. Quintana, al Gobernador General de Cuba, Emilio Callejas, (copia el Ministro de Estado), fechado en Santo Domingo, el 6 de marzo de 1895.
Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores de España. Fondo Cuba. Legajo H-2897. Telegrama cifrado del vicecónsul español en Montecristi, Espín, al Cónsul General de España en Santo Domingo, Quintana, fechado en Montecristi el 22 de marzo de 1895.
Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores de España. Fondo Cuba. Legajo H-2897. Cable cifrado del Gobernador General de Cuba, Emilio Callejas, al Cónsul General de España en Santo Domingo, Quintana, fechado el 22 de marzo de 1895.
Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores de España. Fondo Cuba. Legajo H-2896. Oficio Nº 32, Secc. 2ª del Cónsul General de España en Nueva York, Baldosano, al Ministro de Estado. Fechado en Nueva York, el 28 de Marzo de 1895.
Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores de España. Fondo Cuba, Legajo H-2897. Telegrama cifrado del vicecónsul español en Puerto Plata, República Dominicana, Batlle al Cónsul General de España en Santo Domingo, Quintana, fechada en Puerto Plata el 29 de marzo de 1895.
Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores de España. Fondo Cuba. Legajo H-2896. Oficio Nº 34 (2ª sección) del Cónsul General de España en Nueva York, Arturo Baldosano y Topete, dirigido al Ministro Plenipotenciario en Washington. Fechado en Nueva York el 1 de Abril de 1895.
Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores de España. Fondo Cuba. Legajo H-2896. Oficio Nº 46 del Cónsul General de España en Nueva York dirigido al Ministro de Estado de España. Fechado en Nueva York el 19 de abril de 1895.
José Gutiérrez Sobral. Nacido en Siles, en 1858. A los 16 años ingresó como guardiamarina en la Escuela Naval de El Ferrol y se graduó a los 22 años como oficial. Navegó después, como participante en varias expediciones hidrográficas, a La Habana, Filipinas, Golfo de Guinea, Fernando Poo y otros puertos de la costa africana. Ocupó después diferentes cargos en la Armada española y en 1894 miembro de la Real Sociedad Geográfica de Madrid. Publicó numerosos artículos sobre temas navales en al Revista General de Marina de la que fue redactor. (Archivo General de Marina, Expediente personal de José Gutiérrez Sobral, Cuerpo General de la Armada, legajo 620.57)
Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores de España. Fondo Cuba. Legajo H-2897. Anexo al Oficio Nº 56 del Ministro Plenipotenciario de España en Washington, Dupuy de Lome, al Ministro de Estado. Está fechado en Washington el 3 de mayo de 1895.
Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores de España. Fondo Cuba. Legajo H-2897. Anexo al oficio Nº 59 del Ministro Plenipotenciario de España en Washington, Dupuy de Lome, al Ministro de Estado. Está fechado en Washington el 7 de mayo de 1895.
Archivo General del Ministerio de Relaciones Exteriores de España, Fondo Cuba, Legajo H-2897. Anexo al Despacho Nº 100 del Ministro Plenipotenciario de España en Washington, Enrique Dupuy de Lome, al Ministro de Estado, fechado en Washington, el 14 de junio de 1895. La transcripción del documento a partir del manuscrito original es de este autor.
Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores de España. Fondo Cuba. Legajo H-2897. Telegrama del Ministro Plenipotenciario de España en Washington. Dupuy de Lome, al Ministro de Estado. Está fechado en Swampscott el 30 de agosto de 1895.
Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores de España. Fondo Cuba. Legajo H-2897. Anexo al Oficio Nº 169 del Ministro Plenipotenciario de España en Washington. Está fechado en Washington.
Archivo General Militar-Madrid, Sección Ultramar, Capitanía General de Cuba, Caja 495. Telegrama cifrado de Palacio. Del Jefe del Estado Mayor, Arderius, al Jefe del Apostadero Naval de La Habana, 13 de septiembre de 1895.
Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores de España. Fondo Cuba. Legajo H-2897. Telegrama cifrado del Ministro Plenipotenciario de España en Washington. Fechado en Swampscott el 21 de septiembre de 1895.
Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores de España. Fondo Cuba. Legajo H-2897. Anexo al Oficio Nº 194 del Ministro Plenipotenciario de España en Washington al Ministro de Estado.
Archivo General del Ministerio de Relaciones Exteriores de España, Fondo Cuba, Legajo H-2897, Despacho Nº 201 del Ministro Plenipotenciario de España en Washington, Enrique Dupuy de Lome, al Ministro de Estado, fechado en Washington,  el 8 de octubre de 1895.
Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores de España, Fondo Cuba, Legajo H-2897. Anexo al Oficio Nº 199 del Ministro Plenipotenciario de España en Washington, Enrique Dupuy de Lome al Ministro de Estado, fechado en Washington, el 5 de octubre de 1895.
Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores de España. Fondo Cuba. Legajo H-2903.
Oficio del Cónsul de España en Tampa, Pedro Solís, al Ministro Plenipotenciario de España en Washington, fechado en Cayo Hueso el 18 de diciembre de 1895.
Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores de España. Fondo Cuba. Legajo H-2897. Oficio Nº 24 del Cónsul de España en Tampa, Pedro Solís, al Ministro Plenipotenciario de España en Washington,.
Archivo General de Marina, Sección Indiferente, Signatura 4764.15. Informe del agregado naval en Washington, José Gutiérrez Sobral, al Jefe del Estado Mayor del Ministerio de Marina, fechado en Washington el 17 de enero de 1896.
Archivo General de Marina, El Viso del Marqués, Ciudad Real, Sección Expediciones, Legajo 409, Doc. 409.32, folio 564.
Archivo General de Marina, El Viso del Marqués, Ciudad Real, Sección Expediciones, legajo 409, Doc. 409.32, folio 566.
Archivo General de Marina- El Viso del Marqués, Ciudad Real. Sección Expediciones, Legajo 409, Doc. 409.32. Circular firmada por el 2º Jefe del Apostadero Naval de La Habana, 3 de Marzo de 1896.
Archivo General de Marina, El Viso del Marqués, Ciudad Real. Sección Expediciones. Legajo 409, documento 409.32.
CARRILLO MORALES, Justo: Expediciones Cubanas (recopiladas y publicadas por Gaspar Carbonell), La Habana, Imprenta P. Fernández y CA., 1936, 2t, T. II, p. 136.
COLLAZO, Enrique: La Guerra en Cuba (continuación de Cuba Heroica), La Habana, 1926. p. 54.