Pedro Deschamps Chapeaux: la sencillez académica

Dra. María del Carmen Barcia Zequeira
Academia de la Historia de Cuba.
Biblioteca Nacional
11 de julio del 2013.

Entre 1963 y 1970, Pedro Deschamps Chapeaux, obtuvo tres premios por sus libros, el primero de las Ediciones R.  el segundo del Concurso 26 de Julio de las FAR  y el tercero de la UNEAC.   No había estudiado historia, pero resulta evidente su inclinación profesional por una especialidad que nunca ha dado dinero, sobre todo si se tiene en cuenta que el era un hombre pobre, muy pobre.

Se dice que María Vilar Buceta -que animó a tantos interesados en la historia-,  lo inclinó a la investigación. Lo cierto es que muy temprano, cuando comenzaban a introducirse en Cuba las influencias de los Annales   -cuestión en que Juan Pérez de la Riva tuvo especial protagonismo-, Don Pedro comenzó a contar la historia de sus antepasados. Algo inusual era la obra asumida por Juan y por él;   para  el contexto mundial resultaba innovadora y en Cuba, desde luego, lo era mucho más.

Cuando con vistas a esta jornada revisaba la edición del libro Contribución a la gente sin historia editado en 1974, que según mi propia letra compré en Santiago de Cuba en 1976 -debió ser porque no lo había encontrado en La Habana-, me percaté de varias cosas, en primer lugar de que fue una edición sencilla pero de cierta calidad, porque a pesar del tiempo transcurrido y de que el papel tiene algunas manchas amarillas, conserva su encuadernación original y su diseño interior fue excelente, no en balde lo hizo una figura muy reconocida actualmente, Francisco Masvidal. Pero lo que me llamó la atención fue la nota del editor, que desde luego debió responder a una política de la Editoral de Ciencias Sociales en esos años, ya que nunca los editores cubanos han podido manifestar esos elementos,  que subrayo por insólitos:
Historia de la gente sin historia, no pretende, ni puede ser, una historia integral de la vida del pueblo cubano, primero tiene un marco histórico estrecho (…) el cual determina a la vez su unidad y sus limitaciones. (…).

En resumen, se puede decir que los textos de Deschamps ofrecen interés por la diversidad de los personajes escogidos, pero cada uno de ellos queda apenas esbozado y los vemos únicamente en su oficio, no en toda su condición humana.  Pérez de la Riva, si bien logró reconstruir el pasado con parte de dramatismo y despertar nuestro interés por lo culíes, no cumplió plenamente lo enunciado en la presentación de la serie, es decir, referirse siempre a “un caso específico”; sus personajes, salvo el “chinito Pablo”, son anónimos. (…).

Es decir, estamos en presencia de un anti-prólogo, que no puede separarse de la época en que fue escrito, pues dos años antes se publicaba “La Trampa que Arde”,  y que estaba destinado a condicionar prejuiciosamente al lector. Según el supuesto editor, la composición por capas, sectores y estamentos, su modo de vida y su desenvolvimiento en los espacios públicos y privados, eran insuficientes para definir la categoría pueblo.

El libro que mencionamos recoge artículos que se habían publicado antes en la excelente revista de la Biblioteca Nacional, dirigida entonces por Pérez de la Riva, con los mismos grabados que se usaron en esos textos. Los de la autoría de Don Pedro son siete, y constituyen una parte de los que aparecen en su libro El negro en la economía habanera que, paradójicamente según lo expresado en el anti-prólogo,  había sido premiado por la UNEAC seis años antes. Algunos de los temas que se abordan son similares, pero aunque se refieran al mismo asunto y recojan personajes idénticos, en el libro que comentamos se insertan en  textos diferentes, más generales que despliegan por ejemplo, las actividades de los sastres, de los músicos, de los maestros y de los milicianos de los batallones de morenos y pardos en un mismo artículo, en tanto hay otro  específico sobre el sastre Uribe, También aparecen los cimarrones urbanos, tema que fue una de sus contribuciones al estudio de la resistencia esclava y se presenta un interesante análisis sobre la testamentaría de pardos y morenos libres en La Habana del siglo XIX, importante contribución metodológica que rebasa la época en que fue escrita.

En estos trabajos, y en otros publicados en artículos dispersos Deschamps muestra su profesionalismo. Recordemos sus títulos principales: “Margarito Blanco, Ocongo de Ultán,”,   “El lenguaje abakuá”,  “Cabildos solo para esclavos”,   “Marcas tribales de esclavos en Cuba",  “Tondá”,  “Autenticidad de algunos negros y mulatos de Cecilia Valdés”,  La Habana de intra y extramuros y los cabildos de negros de nación”,    “La sublevación lucumí en La Habana”,  “Hechos y personajes en “El Sol de Jesús del Monte”,   “Historia y folclore en la novela “Dos Habaneras”,  “Rafael Serra Montalvo: obrero incansable de nuestra independencia”,   “Presencia martiana en la tarea de Serra”,  “Los lucumíes de Xifré”,  “Rebelión lucumí en el cafetal La Juanita”,  “Los guerrilleros negros”,  “Motín en el palacio de Aldama”,  “Sublevación gangá en Trinidad.”,  “Los cabildos de los negros de nación en Cuba colonial”,  “Etnias africanas en las sublevaciones de los esclavos en Cuba”; . Y además sus libros: Los Batallones de pardos y morenos libres,  El Negro en el periodismo cubano en el siglo XIX: ensayo bibliográfico,  El Negro en la Economía Habanera del Siglo XIX,    Los Cimarrones Urbanos,   y el que ahora comentamos, en coautoría con Pérez de la Riva.
Se trata de diecinueve artículos y cinco libros sobre los subalternos, sujetos que hacen la historia sin que nadie los tenga en cuenta, pero que en definitiva son obradores o víctimas del acontecer diario.

En todos  Deschamps va desplegando un caudal de información que expone en forma muy amena. Aunque  careció de un adiestramiento profesional escolarizado, por llamar de alguna manera, a algo que Marc Bloch definió como “el oficio de historiador”, su perspicacia, su interés, y tal vez la orientación de Juan con quien trabajaba, lo llevaron a marcar, sin grandes pretensiones  teóricas,  cuestiones metodológicas de importancia, por ejemplo:

  • La importancia de los testamentos para construir esa historia que hoy denominamos sociocultural
  • Las formas de resistencia de los esclavos, mostradas en las sublevaciones y en el cimarronaje, no solo rural porque investigó y escribió sobre las manifestaciones urbanas en uno y otro caso.
  • La relación entre literatura e historia.
  • Las posiciones de género cuando destacó el papel desempeñado por las mujeres negras y mulatas en sus familias y en oficios como el de parteras.
  • La existencia de una élite “de color” y su presencia en los espacios públicos, además del papel jugado en la divulgación de ideas.
  • La vinculación entre las sociedades secretas y los movimientos sediciosos.
  • Y también la relación entre los batallones de pardos y morenos y la subversión urbana.
  • Tampoco olvidó, en un ejercicio que puede recordar “la descripción profunda” a figuras como Rafael Serra y a la influencia ejercida por Martí en los sectores populares.

Deschamps, como José Luciano Franco, Pérez de la Riva y Moreno Fraginals, son autores cuyas obras aparecen citadas en todo lo que se relaciona con los estudios sobre el estamento de los negros y mulatos, tanto en Cuba como en el extranjero. Es una pena que las Ediciones Unión, sólo le hayan dedicado a este último un título en su colección Orbita.

No puede decirse, in estricto senso que Deschamps haya sido el único en abordar cuestiones relacionadas con los negros y mulatos, pero sí es de justicia explicar que lo hizo de una forma peculiar que trataba de rescatar un pasado prestigioso, así como de recorrer una escala social que iba, desde el esclavo, hasta los sujetos económicamente solventes.

He leído y vuelto a leer los trabajos de Deschamps, he percibido matices, he buscado las ausencias -que no siempre dependieron de su quehacer-,  pero sobre todo he intentado haber aprendido de su sencillez y de su modestia. En una estancia breve, pero de trabajo intenso en el Archivo de Sevilla, recordaba, con cierta tristeza, su estudio sobre los Batallones de Pardos y Morenos, porque Deschamps abrió un camino y lo fue sembrando con todo lo que había en los repertorios de Cuba. Lo que no expuso estaba allí, del otro lado del Atlántico.

La historiografía cubana debe recordarlo como un pionero que brindó elementos para recomponer la categoría de pueblo con variados matices. Sus textos sencillos pueden ser comprendidos por todos, y no sería ocioso que algún libro de lectura escolar recogiese algunos. Seguramente nuestros niños aprenderían más de nuestra Cuba, al saber que junto a Plácido hubo una mujer partera, su suegra, que estuvo involucrada en la Conspiración de la Escalera, o que un pardo rico, como Félix Barbosa, tenía esclavos y era dueño de una funeraria famosa, y que hubo un mulato nombrado Rafael Serra, que tuvo una escuela en la emigración y que Martí, que era su amigo, fue maestro en esta.

Considero que Deschamps sembró en terreno fértil, que tiene muchos seguidores, por lo que hoy tendremos la oportunidad de escuchar trabajos vinculados a su estilo y temas.